Por Ernesto Perea, Imagen Agropecuaria, 17 de agosto del 2020.

Con estas cifras, investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach) rechazan las aseveraciones, “sin fundamento” del presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Bosco de la Vega, quien señala que sin el herbicida caerá la producción agrícola. El empresario, añaden, también “debe saber que sí hay daños a la salud humana que ocasiona el glifosato demostrado en 1108 artículos científicos” y “sí hay opciones viables para producir sin herbicidas y sin otros agrotóxicos, miles de hectáreas e incluso millones de hectáreas en otros países lo confirman”.

El coordinador del CIIDRI de la Uach, Manuel Ángel Gómez Cruz y la investigadora del Departamento de Agroecología del mismo organismo, Laura Gómez Tovar, explican que los grandes productores de Sinaloa no usan glifosato, porque al regar la parcela, dejan que salgan las hierbas, descostran el suelo con maquinaria y con ello quitan las hierbas que emergieron por el riego; siembran y de forma conjunta fertilizan al hacer lo anterior el maíz le gana a las hierbas en su emergencia y al haber una alta densidad de plantas por ha (110 mil plantas) las malezas emergen en mucha menor cantidad, no siendo necesario aplicar herbicidas.

Los especialistas, quienes además son productores de cítricos orgánicos de alto rendimiento, exponen que “hoy en día la modernidad da opciones a los grandes y pequeños agricultores para substituir el glifosato como se está haciendo en otros países a través de prácticas agroecológicas en superficies a pequeña y gran escala, con diversas formas de uso de maquinaria agrícola (desbrozadoras, chapeadoras, motocultores, tractores altos tipo zancudos, etc), falsa siembra, rastras, barbechos, cultivos imbricados, coberteras con leguminosas, acolchados plásticos y orgánicos, labranza de conservación sin herbicidas, rotación de cultivos, herbicidas orgánicos a base de ácidos grasos y vinagre, entre muchas otras”.

Estos sistemas de producción privilegian la importancia que adquiere la salud para la sociedad, los trabajadores, los consumidores, así como del cuidado y la protección del suelo y el agua.

Al abundar sobre las expresiones de Bosco de la Vega de que habrá pérdidas de producción del 50% al dejar de usar el glifosato, “el CNA tergiversa la fuente de FAO, o no da ninguna fuente que pueda corroborar su afirmación. Al respecto hay países que han apostado a la agricultura orgánica generando políticas de apoyo. Vale la pena nombrar los casos de nueve países que tienen más de 10% de su superficie total agrícola como orgánica; a saber, Austria con 24% del total; Estonia con 20.5%; Suecia con 18.8%; Italia con 15.4%; Latvia con 14.8%; Suiza con 14.4%; Finlandia con 11.4%; Francia y Eslovenia con 10%. Estados Unidos, España, China, Australia, y Argentina tiene cada uno más de 2 millones de hectáreas orgánicas (FIBL/IFOAM, 2019)”.

Los investigadores  del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo Rural Integral (CIIDRI) refieren que el glifosato es un herbicida o “mata hierbas”, como lo llaman los productores, que fue clasificado por la Organización Mundial de la Salud en 2015 como posible carcinógeno en humanos, por lo que sí es una sustancia peligrosa para la salud siendo comprobado ya en 1,108 artículos científicos (Rossi, 2020 disponible en la pagina web: naturaleza de derechos http://www.naturalezadederechos.org/antologia5.pdf).

Entre los daños –subrayan– en humanos se reportan: malformaciones congénitas, alteraciones en el sistema nervioso, hormonal y gastrointestinal, infertilidad, diversos tipos de cáncer (linfoma No Hodgkin), encelopatía, mutagénesis, autismo, parkinson, transtornos al sistema nervioso, sistema endócrino y renal, intolerancia al gluten, daños al hígado, y al sistema inmune -particularmente peligroso ante la pandemia del covid-19. Entre los daños a la biodiversidad están afectaciones a anfibios, peces, aves, reptiles, moluscos, tortugas, abejas y otros polinizadores. También hay afectaciones al agua y al suelo (Watts et al, 2016 citado por Bejarano, 2017).

Recuerdan que el 24 de junio de 2020 Bayer, propietario de Monsanto y del glifosato aceptó pagar 10,900 millones de dólares por terminar con 125 mil demandas que le acechaban en Estados Unidos por casos de cáncer provocados por el herbicida (El País y Forbes, 24 de junio, 2020), por lo que consideran que en alguna forma la compañía “acepta que hay problemas con el glifosato”.

En un comunicado, los especialistas en agroecología mencionan que el gobierno mexicano prohibió la importación del glifosato en 2019. y que sólo se usará lo que queda en inventarios a nivel nacional y en una transición a cuatro años para su prohibición total en 2024; sin embargo, el CNA dice no hay alternativas a su uso y “pide un plazo de transición de al menos cinco años para una revisión profunda del uso del glifosato en el país y para realizar las investigaciones y el desarrollo de sustitutos viables”.

Los investigadores puntualizan que “seguramente con esta propuesta el CNA espera se sigan usando otros agrotóxicos y espera en un nuevo sexenio se cancele la prohibición”.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.