Por Gonzalo Toca, Es Global, 14 de agosto de 2018

Con ellos, se aspira a compatibilizar la necesidad humana de carne y el menor sufrimiento del animal vigilando desde su alimentación hasta la estabulación, el transporte y la forma en la que mueren las vacas, los pollos o los cerdos. No hay una regulación global y los requisitos específicos y la flexibilidad con la que se interpretan difieren en la Unión Europea, China, Estados Unidos o Latinoamérica.

Por eso, Diego Roig, director de la consultora EcoLogical, matiza que “el principal desafío internacional es ser capaz de alinear el crecimiento de la demanda consumidora con el crecimiento de la oferta productiva”. “Ahora mismo”, añade, “aún con el importante crecimiento productivo, la demanda está creciendo a un ritmo mayor y eso, a largo plazo, puede generar tensiones en abastecimiento y precios”.

Y no será porque las tierras que se dedican al cultivo orgánico no estén aumentando. Por ejemplo, en 2015, según el centro de investigación suizo FiBL, se incrementaron en más de cuatro millones de hectáreas en Australia, mientras Estados Unidos ampliaba la extensión de sus cultivos en un 30% e India lo hacía en un 64%.

Las regiones que más hectáreas dedican a la agricultura orgánica son Oceanía y Europa y los países que lideran la tabla son Australia, Argentina y Estados Unidos. Los productos más cultivados son los cereales, entre los que destaca el arroz –que sí, es un cereal–, el forraje para dar de comer a los animales o el café. Desde el punto de vista del consumo humano, las frutas, las verduras, el arroz, los huevos o los lácteos son los reyes del sector bio.japo-agricultor

El segmento orgánico representa una pequeña fracción de las tierras cultivadas –probablemente no llega al 2%– y de las ventas totales de alimentos, que superaron los seis billones de euros en 2016. El escenario tampoco podría ser muy diferente. La agricultura y ganadería orgánicas son más complejas, novedosas y costosas que las convencionales. Los grandes distribuidores y las grandes multinacionales alimentarias están estrechando los márgenes.

Además, el precio de los productos ecológicos suele ser mayor y, por lo tanto, su mercado tiene que ser más pequeño que el del resto. Ya no es una pasión de minorías pero tampoco de mayorías.

Es verdad que la situación está cambiando desde hace más de una década. Por ejemplo, el café, las judías envasadas, el muesli, las espinacas o los huevos orgánicos llevan años aproximando su valor a toda velocidad al de sus rivales convencionales en Estados Unidos. La diferencia de precio entre el café orgánico y el tradicional se redujo a la mitad entre 2004 y 2010 y con los huevos, aunque el cambio fue menos drástico, ocurrió algo parecido. leer más:  https://www.esglobal.org/el-rugido-de-los-alimentos-organicos/