Por Mercedes López Martínez, Vía Orgánica AC / Regeneration International, 27 de noviembre de 2018

Ante los intentos de despojo de los territorios por parte de proyectos extractivistas, los pueblos indígenas se mantienen en resistencia y luchan por mantener sus vínculos con la tierra, los insectos polinizadores, el agua, la biodiversidad y con otras comunidades, de acuerdo a Oscar Espino, integrante de la Coordinadora Regional de Acción Solidaria en Defensa del Territorio (Corason).

Su plática fue impartida durante el VI Curso de Investigación-Docencia para Promotores del Desarrollo Autosostenible de una comunidad o red de comunidades, a cargo del Dr. Pablo González Casanova en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, el 23 de noviembre de 2018.

Oscar Espino, defensor de derechos humanos en la región de la Huasteca y el Totonacapan de Veracruz -áreas que están siendo asoladas por “proyectos de muerte” como el fracking y otras formas de extractivismo- habló de las estrategias de resistencia que emprenden las comunidades indígenas y campesinas.

Primero, citó la organización y cultura a través de asambleas, trabajo colectivo y las fiestas comunitarias, que son formas de resistencia, organización y preservación de las tradiciones. En segundo lugar, destacó el ámbito económico y social, indicando que primero se deben fortalecer las capacidades de autosubsistencia de los pueblos para que puedan resistir, instrumentando esquemas de comercio justo, fortaleciendo formas tradicionales y amigables de producir alimentos como la milpa para impulsar la diversidad agrícola y forestal y rescatar la soberanía alimentaria.

En tercer lugar, habló de estrategias jurídicas y legales, que se oponen a decretos y reformas estructurales que han “dado carta abierta a empresas transnacionales para que exploten los recursos petrolíferos y minerales de las comunidades, despreciando y pisoteando los derechos y las formas de vida campesinas, dividiendo a las comunidades y pulverizando sus formas tradicionales de organización”.

El integrante de Corason denunció que el gobierno mexicano -en conturbenio con empresas transnacionales- promulgó desde principios de este siglo, cambios estructurales en las leyes como la reforma energética, que implicaron transformaciones en la legislación secundaria, denominando a los territorios como “áreas de asignación”, desconociendo las formas tradicionales de organización comunitaria y a los ejidos, que fueron instituidos luego de la Revolución Mexicana de 1910.

Como ejemplo, citó al proyecto de Pemex “Aceite Terciario del Golfo (ATG)” que promueve la exploración y explotación de hidroeléctricas en Chicontepec, así como en la reserva del Totonacapan, encaminado a la extracción de combustibles por fraccionamiento. Nunca se consultó a las comunidades para instaurar este proceso, que tramitó permisos en 2001 e inició con detonaciones en 2005, seguido de la falta de agua por el desvío de los mantos acuíferos de la zona.

Esto, aparte de ser violatorio del Convenio 169 de la OIT (que mandata a los gobiernos a consultar con las comunidades donde se va a instaurar un megaproyecto) violó el derecho a la información de las comunidades, que vieron afectada su biodiversidad y calidad de vida de forma desprevenida.

Actualmente, denunció Oscar Espino, esta explotación afecta a las comunidades desde Poza Rica a Papantla, población última donde existen 2,117 pozos de extracción. Las poblaciones aledañas han sufrido la ampliación de carretera con el consiguiente incremento del tráfico de camiones por la zona, la instauración de zonas rojas o de servicios sexuales, la trata y explotación sexual, así como redes de narcotráfico a las que se suman jóvenes de la región que no consiguen empleo o no consideran al campo como una alternativa de vida.

Además de que las comunidades se encuentran en peligro, pues las escuelas, hospitales y casas están ubicadas sobre redes de ductos de combustibles altamente inflamables; y no existe control del “gas venteado”, que los pozos de fracinkg emanan al medioambiente, el cual es volátil, afectando la calidad del aire; además de los derrames de químicos y combustibles en mantos freáticos, fugas y los impactos en las casas por explosiones.

La oposición y resistencia comunitaria se ha criminalizado, denunció Oscar, “poniendo en la misma canasta a quienes se oponen a la ocupación territorial y a los huachicoleros o narcotraficantes, por lo que actualmente existen 5 agentes municipales presos en la región, acusados de terrorismo por oponerse a la extracción de hidrocarburos”.

Esto ha provocado también apropiación y despojo de las fuentes locales de agua, desplazamientos forzados de campesinos y campesinas por tierras contaminadas u ocupadas, así como el incremento de la delincuencia organizada, que en la actualidad cuenta con 22 grupos operando en el Estado de Veracruz, lo que ha provocado casi tres mil personas asesinadas en dos años y 4 mil desaparecidas (según cifras oficiales y 12 mil de acuerdo a informes de organizaciones de la sociedad civil).

No obstante la rapiña, el despojo y la zozobra, Oscar Espino vislumbra esperanzas, desde el actuar de las comunidades en lucha del Totonacapan y la Huasteca Potosina: como la defensa de la identidad y la memoria; el análisis global de amenazas que desarrollan colectivamente para tejer estrategias y formas de resistencia; la impartición de talleres de formación e información; la interposición de demandas colectivas contra los proyectos extractivistas; la lengua como un arma para defender las semillas, tradiciones y el territorio; la fiesta y la alegría; así como la preservación de la milpa y de la comida tradicional.

Como colofón de su conferencia, Oscar destaca que también del dolor se aprende, pues las afectaciones “nos están enseñando a mirarnos al interior, a construir colectivos y asambleas cada vez más eficientes y a reapropiarnos de terrenos para sembrar milpas en los pozos de las minas. Estamos rescatando terrenos yermos y contaminados y realizando ceremonias para liberarlos del dolor y del trauma que les han dejado cientos de cadáveres sembrados clandestinamente en fosas. Tenemos que sanarnos y reconstruirnos junto con la madre tierra, de la cual somos parte”.