Por Roberto Fuentes Vivar, Al Momento, 28 de octubre de 2016

Monsanto iniciará la próxima semana, en nuestro país, un experimento con una nueva variedad de maíz denominado braquítico, que ha sido desarrollado en México y para cuya implementación ya se tienen acuerdos con alrededor de 10 productores líderes de Sinaloa.

De acuerdo con Manuel Bravo, director general de Monsanto en México, se trata de una variedad especial de maíz que fue diseñada para un área específica de la zona del pacífico. La planta mide apenas la mitad de la tradicional, pero produce más mazorcas, con lo puede aumentar la productividad en un gran porcentaje en la principal región productora del grano en la República Mexicana.

Según Eduardo Pérez Pico, director de asuntos regulatorios de Monsanto, esta variedad de maíz no es un transgénico, sino que es resultado de una modificación genética tradicional, por lo que no se encuentra dentro del programa regulatorio que incluye a las autorizaciones que el gobierno mexicano ha frenado.

Durante un seminario para medios en el cual participaron directivos de Monsanto como Bravo, Pérez Rico, Nery Chavarría, académicos de la Universidad del Valle de México y productores agropecuarios, se dio a conocer que esta nueva variedad de maíz braquítico será ensayada por los productores sinaloenses en los próximos días. Incluso no pasa de la semana que entra, dijo Bravo.

En el seminario, los directivos de Monsanto afirmaron que la detención de los programas para siembra de transgénicos, porque el gobierno mantiene parado el programa regulatorio específico, frena el desarrollo del país, pues los productos afectados forman parte de una primera generación, mientras que en Estados Unidos, ya van en una tercera.

De acuerdo con ellos, el 90 por ciento de la soya que se produce en el mundo es transgénica, lo mismo que el 80 por ciento del algodón y el 30 por ciento del maíz. Incluso manifestaron que la postura que han adoptado la mayor parte de los países europeos, con relación a los organismos genéticamente modificados, es ambivalente, pues por una parte no permite su producción, mientras que, por la otra, sí autoriza su consumo al importar granos de este tipo.

Uno de los peligros que señalaron los directivos de  Monsanto es que de no adaptarse México a las nuevas tendencias tecnológicas en materia de producción agropecuaria, aumentará la dependencia alimentaria en los próximos años, sobre todo en el caso del maíz, que representa alrededor del 80 por ciento de los programas de la empresa en nuestro país.

En concreto aseguraron que este año nuestro país se convertirá en el principal importador de maíz del mundo, luego de estar en segundo sitio, porque la producción por hectárea en promedio es de apenas 3.2 toneladas, mientras que, por ejemplo, en Estados Unidos supera las 10 toneladas por hectárea.

De acuerdo con las estadísticas de Monsanto, desde 1996 México ha adoptado más de 150 semillas genéticamente modificadas, de las cuales alrededor de la mitad son de maíz y 32 de algodón, además que se han ensayado positivamente cultivos como el arroz, la alfalfa y la canola, entre otros.

En la reunión un productor de maíz de Hidalgo expuso los problemas a los que se enfrentan los agricultores mexicanos y sintetizó que 1.- los distribuidores pagan bajos precios por los productos, 2.- no hay apoyo suficiente del gobierno para los productores, 3.-se carece de financiamiento adecuado, pues muchos ejidatarios no cuentan con papeles para garantizar los préstamos.

En este sentido, los directivos de Monsanto señalaron que urge que en México exista una política de estado de largo plazo para el campo, que esté a salvo de los cambios sexenales y que permita a los productores hacer una planeación adecuada a futuro.

De acuerdo con la información del seminario, en nuestro hay país hay más de 500 empresas dedicadas a la agricultura y 70 tan sólo en el área de producción y venta de semillas. Quizá lo más importante de todo el seminario es que, abiertamente, Monsanto, itera: urge que se aprueben los transgénicos para México y reitera que científicamente está demostrado que los organismos genéticamente modificados no causan daño alguno.

Dice el filósofo del metro: para muchos esta versión causa aversión.