Por Montserrat Antúnez, Sin Embargo, 17 de enero de 2024.

El Gobierno de Estados Unidos (EU) se opone al decreto presidencial que prohíbe el uso del maíz transgénico para consumo humano en México, pero sigue sin presentar evidencia científica que descarte afectaciones a la salud de las y los mexicanos, es decir, sólo busca defender sus intereses comerciales, alertaron organizaciones civiles en el marco del panel de controversias del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que se instaló por este tema.

“[En el escrito inicial que EU presentó al panel] la bibliografía es obsoleta, citan blogs, páginas de grupos organizados para defender los transgénicos que no tienen ningún sustento científico. No hay una sola evidencia, una sola, que pruebe que el maíz transgénico no hace daño a la población mexicana en los términos de consumo tan particular que tenemos de maíz […]. Eso lo tenía que demostrar Estados Unidos”, expuso Monserrat Téllez, integrante de la Fundación Semillas de Vida, durante el programa En Defensa del Consumidor que se transmite cada martes en el canal de YouTube Estudio B.

Desde 2020, el Gobierno mexicano publicó un decreto presidencial para sustituir gradualmente el uso, adquisición, distribución, promoción e importación de glifosato —un herbicida potencialmente cancerígeno— al país, además de prohibir la siembra y uso del maíz transgénico. Ese y el nuevo decreto publicado en febrero de 2023 por México para prohibir el maíz transgénico en la elaboración de tortilla han sido cuestionados por EU. Ante la falta de un acuerdo, desde agosto del año pasado  la administración de Joe Biden solicitó activar un panel de controversias.

El Gobierno de Canadá se sumó al de EU al asegurar que las medidas adoptadas en México no cuentan con respaldo científico y podrían “perturbar innecesariamente el comercio en el mercado norteamericano”.

El consumo del maíz transgénico, llamado así por la combinación genética que tiene a través de biotecnología, preocupa a activistas por el riesgo de perder las semillas nativas de México, también por los agroquímicos asociados a su siembra, particularmente el glifosato.

En EU, por ejemplo, en 2018 un jardinero ganó una demanda para que Monsanto pagara millones de dólares de indemnización por el cáncer terminal del que enfermó al exponerse al herbicida.

El maíz transgénico también afecta a los productores mexicanos, que no pueden competir con la agricultura subsidiada y tecnificada de Estados Unidos; razón por la que importamos cantidades crecientes de maíz estadounidense, sobre todo como alimento para ganado e insumo industrial.

Actualmente, México compra maíz transgénico a EU para alimento de ganado, lo que la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) e investigadoras califican como una “imposición”, la cual atribuyen a la ambición de empresas como Bayer-Monsanto de controlar las semillas y la alimentación del mundo.

“Con la importación de estos maíces ya encontramos contaminación en nuestros campos y en nuestros alimentos”, recordó la defensora Monserrat Téllez.

De acuerdo con un artículo del Instituto de Ecología y del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM publicado en 2017 en la revista Agroecology and Sustainable Food Systems mostró que el 90 por ciento de las tortillas que se consumen en México contienen secuencias de maíz transgénico,

La investigación encabezada por Elena Álvarez-Buylla Roces, actual directora del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), reveló que el nivel de transgénicos es del 82 por ciento en las tostadas, harinas, cereales y botanas hechas a partir de maíz.

En ese contexto, el grupo de más de 300 organizaciones que conforman la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País, exige que se respete el decreto presidencial que prohíbe el uso del maíz transgénico en alimentos. Desde esta semana, habilitó el sitio web maiznativo.org para informar sobre los avances en el tema. A la par, desde hace 10 años, una demanda de acción colectiva frenó la siembra comercial en México.

“Hay varios frentes, por ejemplo, defender que se limiten los derechos de propiedad intelectual respecto de nuestra semillas nativas, que es otra de las implicaciones que tiene el maíz transgénico. En su país tiene propiedad intelectual y profunda que está regulada por el Convenio Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV 91), que profundizó el alcance que tienen las empresas para privatizar las semillas; el hecho de que ingrese este maíz con propiedad intelectual y que luego se contaminen nuestros campus nos hace correr un enorme riesgo de que México, en algún momento, al entrar al UPOV, pueda ser sujeto de una violación a la propiedad intelectual”, alertó Monserrat Téllez.

El Poder del Consumidor, una de las cinco organizaciones invitadas por el panel de controversias del T-MEC para entregar comentarios en apoyo de la posición mexicana, enfatizó que, hasta ahora, el país es autosuficiente en la producción de maíz usado para hacer tortillas.

“La entrada de maíz transgénico a México pone en riesgo las 60 razas nativas de esta semilla que hay en el país”, advirtió.

En diciembre, la campaña Sin Maíz No Hay País y la ANEC pidieron a la Secretaría de Economía que contrademande al Gobierno de EU en el marco del panel de resolución de controversias del T-MEC,  pues consideran que México no ha sido beneficiado con el tratado comercial, y que no existe evidencia a favor del consumo de maíz transgénico sobre el maíz natural.

Al igual que en el caso de EU, el panel para resolver la disputa sobre el maíz transgénico debe revisar la postura de México y las de 10 organizaciones que darán comentarios. El panel deberá dar una respuesta este año.

“De ninguna manera Estados Unidos se está haciendo responsable de las consecuencias de este producto que nos están tratando de obligar a seguir consumiendo. Eso hay que tenerlo muy presente: no permitamos que un país extranjero decida lo que queremos consumir”, enfatizó Téllez,

Foto de Pierre Bamin en Unsplash
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