Por Mario Ramos, Desinformémonos, 12 de junio de 2023.

Poderes fácticos que mueven todos los palillos: grandes empresarios y sus familias coludidos con militares y capitales financieros internacionales sin país, y los EEUU que nos consideraron su último patio trasero.

En los 70 fueron estos poderes fácticos que reaccionaron a la política de las nacionalizaciones del cobre, del hierro, y la expropiación de grandes latifundios del gobierno de la UP y su vía al socialismo. Conspirando y moviendo sus piezas dieron un golpe de Estado e impusieron una dictadura con un Estado terrorista, que arrasó con nuestra historia, identidad y cultura, haciendo desaparecer tres generaciones de luchadores de una izquierda que poco a poco va entendiendo que es más importante polinizar que politizar, y que ya entramos en otra etapa, en la de formas del capitalismo mundial, y que existen otros pueblos con todas sus diversidades comunes.

Cuando en 1988 el dictador ya no daba completas garantías de seguridad e impunidad para el expolio, nuevamente movieron sus hilos para cambiarlo, ante la posibilidad de una salida por abajo que truncan. Y tienen al hombre preciso que no les desarmará el naipe.

Hacen emerger una democracia publicitada y bautizada como nueva, pero tutelada por los mismos poderes, con Patricio Aylwin al centro, un conservador, ex golpista, democratacristiano, con el discurso de una “transición a la democracia” a la chilena o en la medida de lo posible, incluyendo al dictador como vitalicio, base y fundamento para un nuevo despojo de minerales, bosques y recursos, en un camino diseñado con un consenso pactado al margen de todo nuestro pueblo y bajo la constitución de la dictadura, entre próceres como el socialista y PPD Ricardo Lagos, Michelle Bachelet, los empresarios Piñera y Frei.

Solo después de 30 años, un periodista fue capaz de tratar a Pinochet de terrorista, cobarde, ladrón y asesino, un general que convivió y fue parte integral de toda la casta política de los 30 años de la concertación, un general que fue salvado y sacado de la justicia internacional cuando era procesado por sus crímenes de lesa humanidad… los mismos socialistas que fueron expulsados, exiliados y relegados a la isla Dawson, evitaron la condena.

30 años en que se desarrolló una crisis política moral, ética, en que abundó la corrupción y la deslegitimación de toda la clase política, y que desembocó en un estallido social de masas, el más grande de nuestra historia, movimiento múltiple que sumó 20 años de lucha y organización callejera y descontento social; estallido que fue capaz de mantenerse por varios meses y capaz de cuestionar por abajo el modelo y sus clases dirigentes, que fue capaz de poner al borde del colapso al sistema.

Pero ellos una vez más se salvaguardaron mutuamente, se blindaron en el estado y su aparato represivo, pero también siendo capaces de generar una carretera asfaltada por las mismas alianzas políticas del noventa, con las mismas estrategias y resultados, seguir vendiendo a Chile.

Momento preciso, para que otro personaje apareciera salvándolos, y darle continuidad al sistema económico político empresarial, bajo una perfecta obra de ingeniería política generada desde lo más arriba del establishment ya experimentado en estas lides.

Gabriel Boric se llama este nuevo salvador del sistema neoliberal en Chile. Un joven, un sin corbata, un sin título, pero un político más de la misma clase.

Porque el forado del despojo y del extractivismo se sigue agrandando, uno que tal vez, en un momento, obligará a que miles de chilenos salgan a buscar otras tierras para trabajar y sabrán, ellas y ellos o sus hijas, qué es lo que se siente ser migrante y maltratado.

Imagen de Iwona Olczyk en Pixabay
A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.