Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 01 de junio del 2020.

  • El interferón tipo 1 les indica a las células infectadas que produzcan proteínas para evitar que el virus se reproduzca en la célula
  • La quercetina también es un ionóforo de zinc, que mejora la función del zinc dentro de las células para reducir la carga viral y la gravedad de las infecciones virales
  • Datos recientes demuestran que la hidroxicloroquina no es tan efectiva como se esperaba, sin embargo, los estudios negativos no utilizaron zinc. Esto es importante ya que la hidroxicloroquina también es un ionóforo de zinc
  • Los efectos secundarios de la hidroxicloroquina causaron que la FDA advirtiera sobre su uso fuera del hospital. En cambio, es importante considerar la combinación de quercetina con zinc, ya que cuando se usan de forma correcta, no provocan efectos secundarios

A medida que aumenta el número de personas que han muerto por COVID-19, las pruebas revelan que la infección pudo haber avanzado más rápido de lo previsto. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades crearon cinco escenarios de planificación “diseñados para informar las decisiones de los modeladores y funcionarios de salud pública que utilizan modelos matemáticos”.

Cada uno de los escenarios se basa en valores numéricos y características epidemiológicas de la infección viral. Los CDC son claros que estos números son solo estimaciones y no predicciones. Los datos recopilados antes del 29 de abril de 2020 fueron analizados y utilizados para desarrollar la información. En los cinco escenarios, estiman:

  • Antes del 2019, no existía inmunidad preexistente y se suponía que todas las personas en los Estados Unidos eran susceptibles
  • Entre el 20 % y el 50 % de las personas infectadas eran asintomáticas
  • Las personas asintomáticas probablemente son las más contagiosas
  • La “estimación más exacta” es que las personas con síntomas tienen un riesgo del 0.4 % de morir, las mayores de 65 años un 1.3 % y las de 49 años o menos un 0.05 %

Aunque hubo un retroceso casi inmediato, las estimaciones del Centro de Medicina Basada en la Evidencia de la Universidad de Oxford son muy similares. Se utilizan dos números para definir el porcentaje de muertes. La tasa de mortalidad se puede determinar al tener el número total de muertes dividido por el número total de casos confirmados. Esto se limita a la cantidad de personas evaluadas.

Según el potencial, hasta el 50 % de las personas son asintomáticas, un porcentaje muy alto. La tasa de mortalidad por infección es el número de muertes totales dividido por el número de personas infectadas con SARS-CoV-2. Este número será mucho más bajo, ya que incluye a todas las personas infectadas y no solo a las que dieron positivo a la prueba.

El Centro de Medicina Basada en la Evidencia reconoce que la estimación de las tasas de mortalidad en las primeras etapas de la infección es incierta. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la tasa de mortalidad por infección en los 3 711 pasajeros en el crucero Diamond Princess, el barco que permaneció en distanciamiento al comienzo de la pandemia en Yokohama durante 27 días, fue del 1.3 %.

La quercetina mejora la respuesta celular a los virus

Incluso una muerte más es mucho. Como escribí en el pasado, la quercetina es un antihistamínico natural, antiinflamatorio y reduce el riesgo de sufrir enfermedades virales. En un artículo reciente, los investigadores identificaron un mecanismo a través del cual la quercetina puede funcionar para controlar la reproducción viral y favorecer la salud.

La caseína quinasa II (CK2) es una enzima con muchas funciones en el cuerpo. Es fundamental para controlar la homeostasis a nivel celular. Sin embargo, se desconoce gran parte de la función y el mecanismo de acción. La enzima también participa en la supervivencia y la diseminación metastásica de las células cancerosas.

Además, existe evidencia de que regula descendentemente la capacidad de una célula para generar un interferón tipo 1 cuando es atacada por un virus. Lo hace al inhibir el gen inducido por ácido retinoico I (RIG-I), que son sensores de proteínas que activan la expresión genética del interferón tipo 1 al identificar la reproducción de los virus de ARN, como el SARS-CoV-2.

Los investigadores encontraron que la quercetina podría inhibir la expresión de CK2, lo que retardó la reproducción de los virus de ARN en el laboratorio y en ratones. Señalan que la efectividad del suplemento de quercetina puede mermar por la baja solubilidad del compuesto, que afecta la absorción.

Al utilizar “isoquercitrina modificada enzimáticamente (EMIQ)” descubrieron que podían desarrollar niveles en plasma 20 veces más altos que el mismo consumo de quercetina sin modificar. Los autores concluyeron que la quercetina o EMIQ “se debería incluir” para controlar las infecciones virales.

La investigación sobre el virus del Ébola (EBOV) que desencadenó epidemias entre 2013 y 2016 encontró que el virus también suprimió el interferón tipo 1. Los científicos descubrieron que la quercetina podría suprimir el efecto sobre el interferón tipo 1 y restaurar la capacidad del cuerpo para protegerse. E indicaron que:

“En general, la quercetina es el primer inhibidor identificado de la función anti-IFN VP24 de EBOV, que representa una molécula que interactúa con un sitio de unión viral que es muy prometedor para el desarrollo de medicamentos que se enfocan en bloquear la infección por EBOV en la primera etapa”.

¿Qué son los interferones?

Los interferones (IFN) son un subconjunto de citoquinas descubiertas en 1957. Estas células son la primera defensa contra los virus. Existen dos tipos de interferón y tres formas. Dentro del interferón tipo 1 se encuentra el alfa y beta. El interferón tipo II es la forma gamma.

Los diferentes tipos se basan en la función de la citoquina. Los interferones tipo I están diseñados para ayudar a las células a resistir el virus. El interferón tipo II está diseñado para responder ante las infecciones y el crecimiento de cáncer. En un principio, los investigadores esperaban que el interferón se pudiera usar para tratar enfermedades como el cáncer. Pero tuvo efectos secundarios muy graves.

Después de un extenso desarrollo, se publicaron varias formas para tratar las verrugas genitales, esclerosis múltiple y hepatitis B y C, y los resultados fueron muy diferentes. El nombre interferón proviene de la capacidad del interferón tipo 1 para interferir con la capacidad del virus de duplicarse. Una célula segrega interferones cuando detecta la presencia de una sustancia extraña, como un virus.

Sin embargo, el interferón no ataca el virus. Al contrario, le dice a la célula infectada y a las células que la rodean que produzcan proteínas para detener la reproducción viral. La quercetina funciona al evitar que el CK2 interfiera con la acción del interferón tipo 1, por lo que se les indica a las células que detengan la reproducción viral.

La quercetina y el zinc trabajan en conjunto para detener la reproducción viral

La quercetina también funciona como un ionóforo de zinc. Esta es una sustancia que ayuda a transportar el zinc a través de la membrana citoplásmica y aumenta el nivel de zinc dentro de las células. Este es otro mecanismo a través del cual la quercetina puede ayudar a reducir la carga viral y la gravedad de las infecciones virales.

El zinc tiene propiedades antivirales comprobadas y puede reducir la duración del resfriado en un 33 %. Los científicos señalan que existen indicios de que mantener niveles óptimos de zinc puede reducir la gravedad del COVID-19.

El zinc ha demostrado tener la capacidad de inhibir la reproducción del virus SARS-CoV-2 en el laboratorio, lo que los investigadores creen que es el efecto terapéutico subyacente del uso de hidroxicloroquina.

El zinc también puede regular ascendentemente la producción de interferón y la actividad antiviral de la proteína. Sugieren que también puede reducir el riesgo de una infección bacteriana secundaria, en especial el Streptococcus pneumoniae. El zinc es una deficiencia común en adultos mayores, y en personas que tienen obesidad, diabetes o aterosclerosis.

Y no es casualidad que este es el mismo grupo de personas que tienen un mayor riesgo de complicaciones por SARS-CoV-2. El equipo de investigación que analizó estudios anteriores sobre el zinc sugiere que tiene un efecto protector contra el COVID-19 al reducir la inflamación, eliminar la mucosidad, prevenir el daño provocado por el ventilador y respaldar el sistema inmunológico.

Además del impacto que la quercetina tiene en el sistema inmunológico, la investigación también descubrió que ayuda a reducir la obesidad, diabetes tipo 2, disfunción circulatoria, inflamación crónica y las alergias estacionales. Además, se descubrió que ayuda a reducir la presión arterial en pacientes con presión arterial alta en etapa 1.

Los investigadores también descubrieron que la quercetina puede desencadenar la regresión tumoral y activar la vía mitocondrial de la apoptosis. También conocida como la muerte celular programada, y sin la apoptosis, las células pueden desarrollarse descontroladamente y convertirse en tumores cancerosos.

La Hidroxicloroquina representa un mal resultado con un riesgo adicional

Dos ensayos recientes con el medicamento antipalúdico, hidroxicloroquina, demostraron resultados decepcionantes. Los primeros 75 pacientes en 16 centros de tratamiento chinos que dieron positivo en COVID-19 recibieron hidroxicloroquina.

Los investigadores encontraron que los principales criterios de valoración de una reducción en la carga viral, los criterios de valoración secundarios de la mejora y la reducción en los síntomas clínicos, no fueron mejores que en el grupo de control.

El grupo que recibió hidroxicloroquina tuvo una tasa de conversión negativa del 85.4 % en comparación con el grupo de control del 81.3 %. Además, el grupo que recibió hidroxicloroquina tuvo un mayor número de eventos adversos en comparación con el grupo de control. El más común fue la diarrea. Los autores concluyeron:

“En pacientes hospitalizados con COVID-19, la administración de HCQ no elevó la tasa de conversión negativa, pero aceleró el alivio de los síntomas clínicos mejor que el SOC [cuidado estándar] sin recibir tratamiento antiviral, probablemente por sus efectos antiinflamatorios. Los efectos adversos aumentaron en los que tomaron HCQ pero no aumentaron los efectos graves”.

Un segundo estudio publicado en The Lancet utilizó un registro multinacional de pacientes que recibieron hidroxicloroquina o cloroquina, con o sin un antibiótico macrólido para el tratamiento. Esta clase de antibiótico incluye azitromicina, que se ha utilizado en otros grupos de estudio.

Hubo 671 hospitales en seis continentes que proporcionaron datos de pacientes hospitalizados entre el 20 de diciembre de 2019 y el 14 de abril de 2020. Durante el período del estudio hubo 96 032 pacientes que cumplieron con los criterios; 14 888 estaban en el grupo de tratamiento y 81 144 en el grupo de control.

Después de controlar los factores de confusión, se compararon las tasas de mortalidad y los investigadores no pudieron encontrar un beneficio de los medicamentos antipalúdicos cuando se usaron solos o con un macrólido. Lo que encontraron fue el uso de:

“Los regímenes de medicamentos se relacionaron con una disminución de la supervivencia en el hospital y una mayor frecuencia de arritmias ventriculares cuando se usaban para el tratamiento del COVID-19”.

Un tercer estudio observacional, publicado en The New England Journal of Medicine, encontró que el uso de hidroxicloroquina no mejoró los resultados de los pacientes con COVID-19. Además, la FDA dijo que se tenía que tener cuidado con el uso de hidroxicloroquina o cloroquina en pacientes ambulatorios que sufren arritmias cardiacas, es decir, efectos secundarios del medicamento.

Es importante tener en cuenta, que en cada uno de estos estudios existe la ausencia de zinc en los grupos de intervención. Ahora sabemos que la cloroquina y la hidroxicloroquina son ionóforos de zinc, lo que significa que tal vez no se administró el ingrediente principal para prevenir la infección viral.

Aunque es difícil suponer la eficacia de la hidroxicloroquina en el tratamiento contra el COVID-19, dado que no se administró zinc en cada uno de estos estudios, también es importante tener en cuenta los efectos secundarios relacionados con el medicamento, como las arritmias ventriculares.

Dosis recomendadas de zinc y quercetina

Durante la pandemia de COVID-19 y la futura temporada de enfermedades infecciosas, complementar con quercetina y zinc puede ser una buena idea para muchas personas. Puede mejorar la capacidad innata de su sistema inmunológico para evitar enfermedades infecciosas. En cuanto a la dosis, estas son algunas recomendaciones básicas:

Quercetina: Según una investigación de la Universidad Estatal de los Apalaches en Carolina del Norte, tomar de 500 mg a 1 000 mg de quercetina al día durante 12 semanas produce “aumentos muy variables en la quercetina en plasma, los cuales no tienen relación alguna con factores demográficos o de estilo de vida”.

Zinc (y cobre): cuando se trata de zinc, recuerde que tomar más no es mejor. De hecho, puede ser contraproducente. Al tomar zinc, también debe ser consciente de mantener una relación saludable de zinc a cobre. Chris Masterjohn tiene un Ph.D. en ciencias nutricionales. Escribió sobre la relación entre el zinc y el cobre:

“En un estudio, 300 mg/día de zinc como dos dosis divididas de 150 mg de sulfato de zinc disminuyeron los marcadores importantes de la función inmunológica, como la capacidad de las células inmunológicas conocidas como leucocitos polimorfonucleares para migrar y consumir bacterias.

El efecto más preocupante en el contexto de COVID-19 es que redujo 3 veces el índice de estimulación de linfocitos. Esta es una medida de la capacidad de las células T para aumentar sus números en respuesta a una amenaza percibida. La razón por la cual esto es tan preocupante en el contexto del COVID-19 es que los malos resultados se relacionan con linfocitos bajos.

El efecto negativo sobre la proliferación de linfocitos con 300 mg/día y la aparente seguridad a este respecto de 150 mg/d, sugiere que el potencial para dañar el sistema inmunológico puede comenzar entre 150-300 mg/d.

En términos de estimular los linfocitos, es muy posible que el efecto nocivo de 300 mg/d de zinc esté mediado, en su mayor parte o por completo, por la inducción de deficiencia de cobre.

El efecto negativo del zinc sobre el estado del cobre se ha demostrado con tan solo tomar 60 mg d de zinc. Este consumo reduce la actividad de la superóxido dismutasa, una enzima importante para la defensa antioxidante y la función inmunológica que depende del zinc y del cobre.

En particular, la cantidad máxima de zinc que puede consumir mientras se mantiene en el rango aceptable entre el zinc y el cobre, además de mantenerse dentro del límite superior para el cobre, es de 150 mg/día”.

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