Por El Siglo de Torreón, 3 de junio de 2018

La investigadora del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), María Elena Álvarez-Buylla Roces, expuso lo anterior al impartir la conferencia “Todo comienza con una semilla: la flor, el maíz, la salud y nuestra soberanía”.

La académica galardonada en el campo de Ciencias Físico Matemáticas y Naturales con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2017, por sus aportaciones a la preservación de la diversidad biológica, destacó que a través de su investigación, ha podido corroborar los riesgos que conlleva el uso de transgénicos y que derivan en daños a la salud.

Explicó que el principal problema es que quienes pretenden controlar a nivel genético la alimentación, insisten en actuar bajo un enfoque reduccionista que derivó del descubrimiento de la cadena del ADN, en 1952.

Esta visión pretende atribuir todo el potencial y característica de los seres vivos a la herencia, como si de la estructura de esta cadena se pudiera dar la explicación a todas las características de los seres vivos. Advirtió que dicha visión sólo considera el genotipo (atributos genéticos) pero deja de lado el fenotipo y que son las características superficiales de un organismo, resultado de la combinación del genotipo y los factores externos.

Explicó que dos organismos iguales genéticamente, como pudieran ser dos ratones clonados, al crecer podrían desarrollar características diferentes precisamente por el fenotipo, de manera que uno podría ser hiperactivo mientras que el otro gordo y perezoso. Lo mismo ocurre a nivel plantas y frutos, en donde los factores fenotípicos son los que determinan que un producto, como el maíz, hayan alcanzado una variación tan rica, resultado de la intervención manual de los campesinos que por años, por selección manual, llevaron a que este cereal tuviera tantas variaciones.