Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 02 de diciembre de 2023.

No solamente la esperanza de vida se está reduciendo en naciones como México por enfermedades no transmisibles, sino que al mismo tiempo están aumentando los años que vivimos con mala salud. Es un hecho que la esperanza de vida aumentó de manera sorprendente entre 1960 y el año 2020, en alrededor de 20 años, de 52 a 72 años.

La esperanza de vida es diferente por regiones y países. En algunos casos sigue aumentando y en otros se reduce, como es el caso de México para el que se estima que se pierdan 4 años por la obesidad y sus consecuencias.

En algunas naciones se encuentra que cuando la población es ya muy longeva, el aumento de la esperanza de vida se da con más años que, comúnmente, se viven con mala salud. Donde la población no es tan longeva el aumento de la esperanza de vida se suele dar con más años con salud. Todos queremos vivir más años, pero más años saludables, no enfermos.

En el caso de México y otras naciones afectadas principalmente por la mala alimentación, el tabaquismo y el alcohol, la esperanza de vida se reduce.  Al mismo tiempo, aumentan los años de vida con mala salud, el peor de los escenarios. En México tenemos un promedio de esperanza de vida con longevidad media, no alta, y podríamos aumentar nuestros años de vida con salud. Sin embargo, no sólo no aumentamos nuestros años de vida, de hecho, los estamos reduciendo al mismo tiempo que estamos aumentando nuestros años de vida con mala salud.

¿Y qué es lo que está causando esta situación? Pongamos el contexto: a principio del siglo XX las principales causas de enfermedad y muerte eran enfermedades transmisibles, enfermedades infecciosas: diarreas, tuberculosis, neumonía, etc. Ahora las principales causas de muerte son las enfermedades del corazón, la diabetes, el cáncer, y las enfermedades pulmonares, todas ellas enfermedades que no se trasmiten, que corresponden a estilos de vida, gran parte al consumo de productos que dañan la salud: tabaco, alcohol y, principalmente, comida chatarra y bebidas endulzadas.

La causa central se señala que está en los cambios en la dieta, el cambio de las dietas tradicionales con más vegetales, frutas, leguminosas y cereales integrales a dietas con alto consumo de ultraprocesados y carne. Este proceso se ha observado claramente en las naciones llamadas en desarrollo con su cambio a la dieta occidentalizada. El aumento de enfermedades no trasmisibles y con ello la reducción en la esperanza de vida se ha documentado entre las poblaciones que tenían una dieta con mayor cantidad de vegetales y bajo consumo de carne y han cambiado a una dieta alta en carne, como entre las que han cambiado a consumir un alto porcentaje de productos ultraprocesados.

Podríamos pensar que, de cualquier manera, la esperanza de vida ha aumentado debido al progreso tecnológico y a los avances de la medicina. Sin duda, la esperanza de vida ha aumentado con mayor higiene, con las vacunas, con los cuidados en el parto y los primeros años de vida.

Lo común es pensar que el aumento en la esperanza de vida de 52 años en 1960 a 72 años en el año 2020 se debe a esos avances tecnológicos y médicos.  Sin embargo, en registros existentes en el Diccionario Clásico de Oxford y el Diccionario Biográfico de Chambers se registran a cientos de clásicos que vivieron en la antigua Grecia y Roma (descartando a aquellos que murieron en batallas, asesinados o por suicidio) y alcanzaron un promedio de hasta los 72 años. Es decir, estos personajes que vivieron 100 años antes de Cristo, vivieron la misma cantidad de años que el promedio de esperanza de vida en el 2020.

Hay que aclarar que la esperanza de vida en un país o región se saca a partir de una media. Si se promediara a la mayoría de la población del pueblo de la antigua Roma, que de acuerdo con algunos restos se calcula vivieron 30 años, con los privilegiados que son registrados en esos diccionarios históricos que vivieron 72 años, la esperanza de vida sería muchísimo menor. Lo que cambiaba con la longevidad del pueblo romano en comparación con la de los aristócratas, políticos, artistas y literatos consagrados, eran las condiciones de vida.

Se argumenta que el potencial para vivir hasta los 90 años ha existido en la humanidad desde el paleolítico. Lo que ocurre es que las condiciones y estilos de vida determinan nuestra salud y esperanza de vida. Y esto variaba y varía enormemente. La desigualdad es un factor central, los países con mayor igualdad tienen una mayor esperanza de vida, como las naciones del norte de Europa.

En la Roma antigua, se estima que morían uno de cada tres niños y niñas antes de cumplir un año y la mitad antes de llegar a los 10 años. Si la mortalidad infantil y juvenil es alta, la esperanza de vida se reduce, porque es un promedio entre los que llegan a viejos y los que mueren muy jóvenes. Pero si sobrevivían hasta los 21 años podrían tener una esperanza de vida similar a la actual. En el periodo victoriano la esperanza de vida en ciertos individuos también era similar a la actual, una vez que se superaba la infancia y adolescencia, para la mujer de 73 años y para el hombre de 75 años.

Más que los avances tecnológicos y médicos, la esperanza de vida en la actualidad tiene que ver con las condiciones físicas que nos rodean y nuestra alimentación. El hacinamiento, la falta de higiene, la convivencia intensa con animales, la ausencia de disposición de los desechos, el consumo de tabaco y alcohol, la falta de cuidados en el parto y la primera infancia y, en gran medida, las dietas deficientes, son la principal causa de enfermedad y muerte.

Los Centros de Control de Enfermedades de los Estados Unidos siguieron a 8 mil personas por 20 años encontrando 3 elementos centrales que redujeron su riesgo de muerte temprana: no fumar, tener una dieta saludable y tener actividad física. La dieta saludable fue catalogada como la principal causa determinante de un menor riesgo de muerte temprana. Las personas que ejercieron estas tres recomendaciones tuvieron un 82% menos posibilidades de morir en ese periodo. La reducción del riesgo de muerte en quienes llevaron estos hábitos saludables fue equivalente a que fueran 14 años más jóvenes, su esperanza de vida aumentó significativamente.

Este es el panorama para los mexicanos, podríamos aumentar nuestra esperanza de vida en años saludables al no tener aún una población longeva, sin embargo, no solo no aumentamos nuestra esperanza de vida, la estamos reduciendo, además de aumentar los años que vivimos enfermos. Esta es una desgracia para la población mexicana y para un sistema de salud y pensiones que cada vez colapsa más por estas condiciones.

Y bueno, llega la navidad y los municipios de León, Mérida, Monterrey y demás, le dan el espacio público y colaboran con la empresa Coca-Cola para su desfile navideño, con Santa Claus bebiendo Coca-Cola. Y los grandes tráileres de la empresa, los camiones rojos que inundan el país, desfilan para que las familias festejen el espíritu navideño, por poner solamente un ejemplo trágico. Por suerte retiramos, desde hace algunos años, el árbol de navidad de 40 metros de altura que esa empresa instalaba en el Zócalo de la Ciudad de México, como símbolo central de la Coca Colonización de México. Por algo se empieza, aunque estamos ya bastante tarde.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.