Por Kau Sirenio, Pie de Página, 08 de noviembre de 2023.

Cuando entró en vigor el Tratado de Libere Comercio (1994) cayó el precio de maíz, esto obligó a los campesinos a desplazarse, primero a la ciudad y después a los campos agrícolas. Además, el ejido quedó en el abandono. Desde entonces el campo mexicano quedó frente a uno de sus mayores retos.

Con la caída del precio del grano básico se generó una crisis en el campo mexicano, los ejidatarios dejaron sus tierras para emigrar a los Estados Unidos. Este éxodo despobló en su mayoría a las comunidades indígenas de México.

Años después campesinos y activistas se organizaron en colectivos en defensa de maíz, con la consigna de “Sin maíz no hay país”; para ese entonces el país del maíz pasó de ser el principal productor a ser consumidor cautivo del mercado internacional al importar el maíz de Estados Unidos y Brasil.

En un viaje a Serdán, Puebla, platiqué con Héctor Domínguez sobre la crisis del maíz, así lo contó: “En los años 80, la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO) compraba el maíz a precio de garantía. Este programa de apoyo al campo lo tuvimos hasta en 1994. Recuerdo que el kilo de maíz costaba 80 centavos. El precio de garantía ayudó al campo varios años, pero, con la entrada de TLC quitaron el programa”.

La expoliación al campo mexicano empezó en 1992 con la reforma al Artículo 27 constitucional, para individualizar a los ejidatarios con la finalidad de debilitar al ejido; la falta de organizaciones campesinas fuertes y cooperativas ejidales con solvencia económica provocaron que los pequeños productores fueran devorados por el mercado internacional.

Además, la reforma de 1992, generaba las condiciones para que los ejidatarios y comuneros vendieran sus tierras, cuando ya no tuvieron ni mercado para vender su maíz, no le quedó de otra que vender la parcela para refugiarse en la ciudad, otros se fueron a los Estados Unidos.

Durante años, los migrantes enviaron remesas a sus familiares para sembrar de nuevo, sin embargo, esto no funcionó, debido a que el precio del grano no volvió a subir. Además, era imposible competir con la tecnología de producción a gran escala de otros países, que se convirtieron en proveedores a los mexicanos.

El maíz no fue el único grano básico que tuvo caída en el precio, lo mismo pasó con el frijol, el café, el garbanzo, el cacahuate y el ajonjolí. Los granos mexicanos que tuvieron que salir del mercado porque no pudieron competir con los precios internacionales.

En el caso de Guerrero, Víctor Cardona, lo explicó así en una entrevista en Atoyac de Álvarez en 2018: “Llega el Instituto Mexicano del Café Inmecafé a repartir dinero sin pedir nada a cambio porque era un programa de contrainsurgencia; cuando se acaba la guerrilla abandonan las instalaciones del Inmecafé sin una explicación, dejando a los campesinos a su suerte”.

En los años 70 y 80, los precios de garantías sirvieron como programa de contrainsurgencia, sobre todo en la zona donde la guerrilla tenía base social; cuando lograron contener la insurgencia abandonaron el campo, pero primero desmantelaron las instalaciones que servían de acopios de las distintas semillas mexicanas.

A cinco años de puesta en marcha de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), como instancia encargada de compra y venta de granos básicos, no hay avances ni ha recuperado el campo mexicano porque producir una tonelada de maíz o frijol es casi igual de caro que hace 10 años.

Recuperar la soberanía alimentaria requiere de muchos años, se tiene que rediseñar la estrategia de adquisiciones y distribución de granos, porque en muchas zonas rurales siguen sin poder vender o comprar los granos.

Si esto no ocurre, será muy difícil resolver el problema del campo. Que además va de la mano con el medio ambiente y al final de la narrativa es: desastre naturales.

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