Por Nahuel Lag, Desinformémonos, 29 de agosto de 2023.

El cordón hortícola del conurbano bonaerense se extiende desde La Plata hasta Campana y tiene en el Gran La Plata su epicentro productivo. A espaldas de la urbe más poblada del país, familias de pequeños productores trabajan la tierra para abastecer al Mercado Central de Buenos Aires, mercados locales y redes de comercialización de alimentos agroecológicos. Hace una semana, las producciones a campo y bajo cubierta fueron gravemente afectadas por un temporal inédito en los últimos 60 años, según las autoridades platenses, con 155 milímetros de lluvia caídos entre el 17 y el 18 de agosto, y otra fuerte tormenta con granizo en la madrugada de este martes.

Desde la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) y la Multisectorial Agraria —integrada por organizaciones de productores del Gran La Plata, en su mayoría de la UTEP-Agraria— advirtieron sobre cómo este nuevo fenómeno climático —meses después de una sequía histórica— dejó en estado de emergencia a miles de familias productoras y cómo impactará en lo inmediato en la mesas con menor abastecimiento hasta el verano, que se traducirá en precios. Las organizaciones ya trabajan medidas de emergencia con el Gobierno bonaerense para que muchos productores no deban abandonar los campos, mientras las políticas de fondo (acceso a la tierra) siguen pendientes.

Tras la sequía, el temporal

“Hubo un nivel de afectación de 1200 familias en todo el cordón, con quintas que estuvieron 30 a 40 centímetros bajo el agua. Se perdió mucha producción, mucha de hoja verde, que estaba lista para cosechar. Y muchos plantines de tomate, morrón y berenjena, que debían cosechar en octubre-noviembre. Fueron muchas hectáreas de producción perdidas bajo el agua, y quedan los hongos, la humedad, que seguirá pudriendo la verdura”, precisa Nahuel Levaggi, coordinador nacional de la UTT.

Hipólito Madariaga, integrante de la Multisectorial Agraria, completa el panorama para el universo de cerca de 15.000 productores que trabajan en las zonas más afectadas por el temporal: La Plata, Florencio Varela y Berazategui. “La situación, en general, es crítica con todos los campos anegados después de varios días de lluvias, con el agua estancada en los surcos”, grafica.

“Hay una pérdida muy importante que va a hacer que se tarde en volver a producir y que la producción que estaba en crecimiento se pudra y no sirva más para la comercialización. Eso va a implicar semanas para recomponer la producción y va a impactar en el volumen de alimentos que los productores y productoras aportan a los mercados concentradores”, asegura.

Levaggi agrega que las inundaciones no sólo afectaron los campos y los invernáculos —esta vez menos perjudicados por el tamaño del granizo y porque el temporal no fue con fuertes vientos— sino también a las casas de productores y productoras, que también tuvieron hasta 40 centímetros de agua dentro de las viviendas, en su mayoría, casillas temporarias de madera por la imposibilidad de construir al no ser dueños de la tierra en la que producen.

“Este temporal es crítico para las familias que estaban al borde de dejar de ser productoras porque tienen deudas, porque los insumos y las semillas se pagan en dólares y la producción se vende en pesos en un contexto inflacionario, porque no pueden sostener los altos costos de alquileres, del servicio de luz, necesario para el riego o los servicios de laboreo como las horas de tractor”, alerta Madariaga.

En estos días de tormenta climática y económica, los pequeños productores no cuentan con una tarifa diferencial para los servicios —luz y agua— y pagan alquileres de entre 50.000 y 70.000 pesos por hectárea. Si el campo está cerca de los accesos a la ruta, sube el precio. Si no se puede pagar ese precio, campo adentro, un temporal deja la producción sin poder salir rumbo al mercado por la falta de mejora en los caminos y de obras hidráulicas.

Son algunas de las causas que explican la reducción de hectáreas dedicadas a la horticultura, a pesar de la relevancia que tiene para el abastecimiento de alimentos frescos. Según el Censo Nacional Agropecuario 2018, la horticultura registró su nivel histórico más bajo, representando solo el 0,2 por ciento del total del área cultivada en Buenos Aires. Se relevaron 28.335 hectáreas, un tercio menos que las registradas en el censo de 1988.

Del campo al plato

El cinturón hortícola del Conurbano, en particular el Gran La Plata, es el segundo en superficie en Buenos Aires, luego del cordón de General Pueyrredón, donde por una cuestión espacial predomina el cultivo “a campo”, mayores extensiones donde se concentra la producción de papa. Cebolla, lechuga, batata, acelga, zapallo anco, tomate, choclo, espinaca, berenjena, morrón, son los alimentos que se producen en los campos afectados por la inundación.

Ángel Etcheverry (158 milímetros), Abasto (147 mm), Olmos (139 mm) y Arana (138.3 mm), todas localidades del Gran La Plata fueron las más afectadas en el temporal de la semana pasada, que en la madrugada del martes repitió con granizo. “Este evento va a afectar y mermar la producción de primavera y verano. Probablemente esto impacte en los precios. Y no es por una cuestión de que el agricultor sea formador de precio sino que en estas condiciones con falta de hortalizas, verduras y frutas, la lógica de mercado hace que los precios suban”, adelanta el vocero de la Multisectorial Agraria.

Levaggi, quien fue presidente del Mercado Central hasta mayo pasado, adelanta que en las próximas semanas se notará la baja de la oferta de hoja verde —lechuga, acelga, espinaca, repollo— y a partir de octubre ocurrirá con el tomate, el morrón y la berenjena. “Habrá que ver el nivel del impacto. No será desabastecimiento, pero sí va a impactar en los precios”, señala.

¿Hay manera de equilibrar la baja en la oferta? “Hay que salir a replantar plantines ya mismo. En el caso del abastecimiento deberá haber estrategias de abastecer desde otras provincias, pero, justamente, en el verano, el fuerte del abastecimiento del Conurbano es del cordón hortícola”, explica el integrante de UTT.

Para cubrir la emergencia de productores y productores, las organizaciones mantienen reuniones desde la semana pasada con las autoridades del Ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense, encabezado por el ministro Javier Rodríguez, y representantes de algunos de los municipios afectados, con los que mantuvieron a mediados de semana una reunión en la sede del Parque Pereyra Iraola. También participa de la mesa el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (Inafci), que se comprometió a conseguir fondos; y existe otro diálogo abierto con la Secretaría de Agricultura nacional.

En lo inmediato, el gobierno provincial respondió con la asistencia básica que desplegó para todos los afectados por las inundaciones para recuperar los materiales perdidos en las viviendas. Desde los productivo, hubo un compromiso para el abastecimiento de semillas para recuperar los cultivos y fondos no reembolsables para sostener parte de las pérdidas económicas y retomar el trabajo en los campos. “Lo que se tiene que terminar de definir es el monto de la ayuda”, sostienen.

Bajo el agua, el acceso a la tierra

El sector de la agricultura familiar y campesina tiene una larga lista de deudas pendientes por parte del gobierno de Alberto Fernández. El Presidente no cumplió con la promesa de impulsar la Ley de Acceso a la Tierra y solo avanzó, de forma demorada e incompleta, con la reglamentación de la Ley de Agricultura Familiar.

En la última semana, la Mesa Agroalimentaria Argentina —espacio integrado por la UTT junto a otras organizaciones campesinas y cooperativas— empezó a ver materializarse el desembolso del financiamiento para la política de fondos rotatorios con la que el ministro de Economía, Sergio Massa, se había comprometido a principios de año por la sequía. “Lo conseguimos después de movilizarnos, de realizar la caravana al Congreso, la Expo Alimentaria en Tecnópolis. La clase política no puede seguir negando que existe un campo que alimenta, no puede seguir viendo un solo campo”, subraya Levaggi.

Desde la UTEP-Agraria, Madariaga agrega: “La agricultura familiar campesina e indígena, a lo largo y ancho del país, muestra que es posible producir alimentos sanos, de forma soberana, pero necesita un respaldo para instalarse definitivamente como una alternativa frente a los grandes especuladores. Se deben implementar políticas de acceso a la tierra, de créditos blandos, para poder programar una producción a largo plazo y poder generar arraigo rural para las familias que producen alimento para el mercado interno”.

A la cuestión estructural de la distribución de la tierra para la producción del alimento, del arraigo y el empleo, fenómenos como la sequía y las inundaciones que se vivieron en pocos meses, agregan otro grado de complejidad que el Estado debe asumir, más allá de los candidatos presidenciales negadores del cambio climático. “Ya sabemos que fenómenos climáticos como las tormentas que vivimos o la sequía irán en aumento, discutir si es verdad o no es solo una disputa de sentido común. Tiene que haber una política activa frente al cambio climático, que puso sobre la mesa la realidad del impacto de los modelos agroindustriales que se vienen desarrollando, su impacto en el ambiente y cómo es un boomerang que te vuelve”, sentencia Levaggi.

Publicado originalmente en Agencia Tierra Viva

Imagen de Melisa en Pixabay
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