Por Arturo Contreras, Pie de Página, 08 de febrero de 2024.

El paquete de reformas ambientales, con el que se buscan cambiar las reglas sobre el maíz, el agua, la minería y la extracción de hidrocarburos, no es el primer intento de hacer cambios en esta materia de la administración de López Obrador, sin embargo, sí son su última oportunidad

“Me parece que está bien que lo retome AMLO, que no lo deje ahí suelto, es algo que ha dicho año con año, no hay una ley que lo prohibiera”, dice la respecto Alejandra Jiménez, de la Alianza Mexicana Contra el Fracking. “Hubo presupuesto, hubo proyectos que se realizaron en esta administración. Al menos, celebramos que retome todos estos llamados que hacemos, que llegan finalmente a este paquete de reformas”

Algo parecido pasó con reformas relativas al agua y a la minería. En materia hídrica el colectivo Agua Para Todos presentó en 2020 una iniciativa ciudadana para cambiar profundamente el marco legal respecto al agua en el país, pero no tuvo respaldo. En materia minera, apenas el año pasado el presidente mandó una reforma minera que fue modificada profundamente por los legisladores y, después de ser reducida y aprobada, fue impugnada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por lo que actualmente no es operante hasta que se dictamine su constitucionalidad.

“Tenemos que ser realistas, saber que es un camino cuesta arriba”, agregó a la discusión del tema Dolores Rojas, coordinadora de programas de la Fundación Heinrich Boell, organización ambientalista que ha apoyado muchas de estas medidas. “No es un ‘ay qué buena onda, el presidente y sus grandes compromisos con los territorios indígenas y su defensa. Si esos temas están ahí es por las comunidades y organizaciones que han estado friegue y friegue con esto y que las van a seguir impulsando” .

La última es la vencida

En materia de agua, minería y fracking, la reforma actual propone básicamente tres cosas: Dejar de entregar concesiones de agua para un uso que no sea el de consumo humano (agrícola, industrial o de cualquier otra índole) en zonas con alto estrés hídrico, prohibir la minería a cielo abierto y la extracción de hidrocarburos de pozos poco convencionales mediante la fractura hidráulica.

En realidad, la ley minera que se encuentra suspendida por la Suprema Corte ,en su primera versión, ya proponía prohibir la minería a cielo abierto y demandaba que las minas con concesiones de agua, documentaran y reportan la cantidad de agua que extraen, usan, contaminan y desechan, sin embargo, ambas propuestas fueron desechadas desde su primera discusión en las palestras legislativas.

El fracking, que así como la minería usa cantidades ingentes de agua y contamina el subsuelo, pudiendo llegar a mantos freáticos y reservas de agua, también fue prohibido, al menos de palabra, desde que inició la administración, sin embargo, no hay reglamentos o leyes que respalden este dicho.

“Ya sabemos que en México el siguiente paso es que existan las reglamentaciones y que se cumplan. Bien sabemos que en nuestro país el cumplimiento de las leyes es muy bajo, pero por mientras se ven positivas. Vemos con buenos ojos, que al menos no se quede en el tintero estos compromisos”, añade Alejandra Jiménez de la Alianza contra el Fracking. Como esta iniciativa, en los últimos años, desde varias plataformas ciudadanas y de algunos partidos se han enviado 8 iniciativas en ese sentido y ninguna se ha aprobado.

Al mismo tiempo, el reto de este paquete de reformas es que incluye 18 constitucionales, incluída esta referente al Medio Ambiente. Lo que supone un amplio trabajo legislativo. Primero, una de estas iniciativas debe ser aprobada por mayoría relativa en la cámara de diputados (más de dos terceras partes de sus integrantes), después igualmente en la de senadores y finalmente pasar a los congresos de los estados donde deberán ser aprobadas con el 50 por ciento más uno de los votos de los diputados locales. Si repetimos ese proceso 18 veces, parece algo inalcanzable.

Prohibir qué tipo de fracking

La iniciativa propone prohibir el uso de la técnica de fractura hidráulica, que consiste en mezclar miles de litros de agua con sales y químicos para inyectarlos a gran presión en el subsuelo y fracturar las piedras que ahí se encuentran para generar más presión en algún yacimiento y extraer hidrocarburos, ya sean gaseosos o líquidos. Sin embargo esta técnica se usa en dos grandes tipos de pozos, los convencionales y los no convencionales. La propuesta solo propone su prohibición en los pozos no convencionales, dejando los otros en activo.

“Lo convencional depende del tipo de yacimiento, pero a grandes rasgos, el método es el mismo. Lo que cambia es la magnitud y la dependencia de estas fracturas”, explica al respecto Manuel Llano, integrante de CartoCrítica, un colectivo de analisis geográfico de megaproyectos en México.

“Lo que llamamos convencional se ha ido moviendo a lo largo de las décadas y está definido por la capacidad de las tecnologías dominantes y la relación costo-beneficio de la extracción”, ecxplica. “Hace un siglo era convencional que picabas tantito  en un yacimiento y llovía petróleo. Estaba tan presurizado que con una figa, salía a chorros. Pero esos niveles de presión ya los agotamos y cada vez encontramos yacimientos más profundos y de más difícil acceso, cuyo costo de extracción, energético y ambiental es mayor. Entonces, los no convencionales dependen de técnicas más avanzadas, pero ese umbral se va moviendo a través del tiempo en este sentido”.

Actualmente en toda la provincia de Burgos, una extensión amplia de disponibilidad de hidrocarburos que se extiende por Tamaulipas,  Nuevo León y Coahuila, se usa ampliamente la fractura hidráulica en yacimientos convencionales. Lo mismo pasa en la región de Veracruz que va de Papantla a Poza Rica.

Desde CartoCrítica se han identificado al menos 8 mil pozos (tanto convencionales como no convencionales) que han sido fracturados en al menos 36 mil ocasiones.

Imagen de Khusen Rustamov en Pixabay

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