Por Ecoticias, 17 de enero de 2017

Pero los críticos afirman que nunca hubo un estudio ambiental serio y que ya se sufren las consecuencias de ello.”

La ruta de ambos fue aprobada por la bizarramente nombrada Comisión de Ferrocarriles de Texas, que en realidad es una agencia estatal de regulación de petróleo y gas.

El Consorcio ETP, integrado por Energy Transfer Partners (ETP), Carso Energy y MasTec, es responsable de la construcción del oleoducto internacional.

Revisión ambiental a medias

Desde el otoño pasado los opositores a la Trans-Pecos y al Comanche Trail, una coalición de ganaderos, indígenas, ecologistas y agricultores de Texas se han organizado para protestar contra lo que creen son medidas blandas medioambientalmente hablando, en la concesión de los permisos.

El grupo principal que organiza la oposición al oleoducto, Big Bend Conservation Alliance, ha argumentado que la Trans-Pecos recibió una supervisión federal laxa.

A través de lo que los opositores consideran “engaños”, el consorcio y la Comisión de Ferrocarriles de Texas lo presentaron como un proyecto intraestatal, que terminaría al oeste de la ciudad de Presidio, Texas, a menos de una milla de la Frontera México-EEUU.

Pero luego determinaron que sólo un segmento de los casi 3350 km del oleoducto, (o sea el enlace que cruza la frontera internacional) estaba bajo su jurisdicción y por ende sujeto a regulaciones ambientales más estrictas.

Debido a que el resto del oleoducto que tiene 230 km de largo estaba en Texas, FERC lo consideró un proyecto “intraestatal” y por lo tanto no sujeto a un informe de impacto ambiental, por lo que los opositores hablan de fraude y de desidia.

Daños reales

Las excavadoras ya han limpiado una franja de una milla de ancho que los ecologistas dicen que ha perturbado los terrenos de anidación de cientos de aves migratorias y alterado el flujo y la función de la cuenca del arroyo Alamito, poniendo en riesgo a poblaciones amenazadas como el Lizard Horned y la tortuga de barro de Chihuahua.

Los ambientalistas dicen que la construcción de la Trans-Pecos ya ha dañado arroyos y humedales estacionales en su camino y que destruyó un sitio arqueológico que tenía más de 5.000 años de antigüedad.

La construcción de ambos proyectos ya está teniendo consecuencias ambientales muy importantes y esto es algo que vienen advirtiendo desde que se comenzaran a planificar.

Como siempre, se ha tenido en cuenta la opción económica en detrimento de la protección del Medio Ambiente y los que pagan los platos rotos son los mismos de siempre.