Por Jaen Madrid, Mx City, agosto de 2016

En México existen tantos problemas como respuestas rumbo a soluciones. Ello, según se dice, depende en gran medida de cuánto hemos logrado recuperar raíces, cuánto nos hemos conocido ya como una cultura, diría Artaud “eterna”, que lucha incansablemente por no perecer bajo el dominio de otras.

México tiene la respuesta a sus problemas –a su mundo– y están en el pasado; en lograr revitalizar principios del pasado, valores y tradiciones, esas palabras que construyeron imperios enteros de pulcritud espiritual pero sobre todo de grandes avances en el rumbo de la evolución humana.

Hoy en día conviene destacar -y sobre todo analizar- algunas de estas tradiciones que mantuvieron de pie a civilizaciones como Tenochtitlán y las dotaron de una sustentabilidad envidiable. Símbolos de la antigüedad tan importantes como lo fue la chinampa, el método de agricultura más ingenioso de los antiguos prehispánicos y una práctica muy mexicana casi extinta, principalmente.

Para quien no está familiarizado con el término, la chinampa es una especie de balsa flotante cubierta con tierra. Se utilizaba sobre todo para ampliar territorio en el Valle de México que en su mayoría era acuoso, pero sobre todo como un método para sembrar todo tipo de alimentos, especialmente hortalizas, verduras y otras plantas.

Se encuentran principalmente en dos tipos: la de tierra adentro, colocadas a orillas del agua y la de laguna, construidas totalmente sobre el agua. las chinampas suelen ser construidas con estacas de ahuejote, un árbol cuyos troncos consecuentemente brotarán raíces. De esta manera la chinampa adquiere su firmeza y una sombra envidiable.

A unos 500 años de la colonización, la chinampa –conocida por su topónimo en náhuatl chinamitl (cerca de cañas)–, ha ido desapareciendo de la región del Valle de México, por razones obvias: cada vez son menos los espacios lacustres de la ciudad. Sabiendo que en nuestra ciudad hace algunos siglos existían grandes lagos y canales que conectaban ciudades, resulta difícil entender por qué estamos dejándoles morir. Y por qué justamente hoy, cuando al rededor del mundo, muchas ciudades están adoptando la tendencia de rescatar, por ejemplo, ríos entubados, transformándolos en increíbles espacios públicos.

A corde con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), la calidad y cantidad de agua y suelo son los principales indicadores de una ciudad sustentable. Teniendo en mente esto, resulta 100% viable la posibilidad de que ciudades como la capital mexicana idearan proyectos ambiciosos en torno al recate de sus espacios acuosos, que básicamente están por todos lados, mostrándose cada vez que un diluvio les da presencia. Dicho esto sería posible incrementar el uso de chinampas.

Lo que hace a estos brillantes huertos una opción sustentable única en el mundo, son sus altas propiedades de fertilidad, que entre otras cosas pueden hacer crecer casi cualquier tipo de vegetal muy fácilmente. Además reducen el riesgo de erosión al mínimo y la mano de obra invertida es muy poca.

Hoy en día las chinampas solo se pueden ver, de apocas, en los canales de Xochimilco y Tláhuac. La salinidad de sus aguas y la pérdida de humedad de la zona están acabando con ellas. Inclusive ya no son tan viables debido a los agentes tóxicos que se hayan en algunas partes de la zona y que pueden afectar los compuestos de las cosechas. Proyectos como los parásitos urbanos de Gilberto Esparza, dan una alternativa viable para limpiar las aguas de ríos, lagos y lagunas, pero se necesitaría más gente interesada.

La chinampa ciertamente es un método del futuro, un símbolo de sustentabilidad y una de las escasas relaciones cosmogónicas que el hombre sigue teniendo con sus alimentos y lo que absorbe de la tierra. Ojalá un día logremos revivirlas.