Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 16 de septiembre de 2023.

Alrededor del 70% del agua que consumimos en la Ciudad de México viene del subsuelo y, en su mayoría, ésta proviene del Gran Bosque de Agua que está sometido a la tala clandestina sin control, al cambio de uso de suelo por la creciente mancha urbana y fraccionamientos de superlujo, y a la llegada de aguacateros, floricultores y ganaderos. En pocas palabras, el Bosque de Agua está en peligro y sin él la Ciudad de México no podrá sobrevivir.

Quienes vivimos en la Ciudad de México, en Morelos o Estados de México conocemos, al menos, una parte de este Bosque de Agua, como La marquesa, los Dinamos, el Desierto de los Leones, el Ajusco, las Lagunas de Zempoala, que por sus nombres son los más reconocidos. En nuestros años de vida hemos visto cómo la mancha urbana se ha ido comiendo estos bosques. Esa es la parte visible, hay otra que sucede más adentro del bosque, la tala ilegal acelerada, desarrollada por bandas criminales relacionadas con autoridades y fuerzas del orden, actuando en total impunidad.

Las comunidades originarias son las únicas que enfrentan a estas bandas criminales de forma totalmente desprotegida, sin que, la ahora Guardia Nacional, actúe eficientemente. En la carretera de las Lagunas de Zempoala pueden verse las camionetas con gruesos troncos de oyameles transitando a plena luz del día, se pueden apreciar a la orilla de la carretera los restos de troncos marcados por las motosierras, así como las brechas abiertas a mitad del bosque. Y los gobiernos de Estado de México, de la Ciudad de México y de Morelos sin inmutarse, como si no supieran que el agua que consumen sus habitantes proviene de este Gran Bosque de Agua que cada vez más perderá la referencia de “Gran”.

La comunidad tlahuica ha encabezado la resistencia desde hace más de 60 años, la protección de los bosques que nos dan agua. Los tlahuicas son los descendientes de la civilización asentada en gran parte de Morelos, constructores de Xochicalco, considerada una de las ciudades fortaleza más importante de Mesoamérica. Hace más de 20 años se hizo conocida la lucha por la defensa del Bosque de Agua bajo el liderazgo de Idelfonso Zamora de la comunidad de San Juan Atzingo. En 2007, sus hijos Aldo y Misael fueron emboscados por una banda de talamontes, Aldo murió y Misael quedó mal herido.

La lucha por proteger el Bosque de Agua, que aparte de brindar agua a más de 20 millones de personas en Ciudad de México, Toluca y Cuernavaca, concentra el 10% de la biodiversidad de nuestro país, se ha dado en varios frentes, siempre bajo el abandono de los gobiernos de los tres estados y el federal.

En el municipio de Ocuilan que ocupa gran parte del Parque Nacional de Lagunas de Zempoala; quien fuera alcalde en tres ocasiones, Félix Alberto Linares, murió el 4 de enero de 2020 en un accidente aéreo. Permanentemente, demandó al gobierno federal apoyo para detener la tala ilegal, nunca fue escuchado. La respuesta fue de solamente unos operativos relámpagos, nada más que eso. En mayo de 2016 sobrevivió a un atentado recibiendo una descarga de balas en la carretera que transita entre los municipios de Huitzilac, Morelos, y Ocuilan, Estado de México, que pasa por las Lagunas de Zempoala. Unos días antes había dado a conocer un video que filmó de vehículos sacando madera de la zona, video en el que se escuchaban las motosierras activas dentro del bosque.

Del Bosque de Agua, en el pasado, escurría este líquido hacia la cuenca del Valle de México, hacia sus lagos, a través de ríos y veneros, de aguas subterráneas. Los ríos desaparecieron, solo queda una triste reminiscencia en el río Magdalena. Ahora, son los mantos freáticos alimentados por estos escurrimientos de los que tomamos el 70% del agua que consumimos en la Ciudad de México.

En el Parque de Lagunas de Zempoala se estima que han desaparecido 6 mil hectáreas de bosque, el pueblo tlahuica refiere que existían 70 lagunas, de las que ahora sólo quedan 3 bastante diezmadas. Las Lagunas de Zempoala son un ejemplo de lo que está escurriendo en todo el Bosque de Agua.

Las denuncias contra los talamontes han sido muy específicas, se han dado nombres e, incluso, la georreferencia con la ubicación exacta de los aserraderos. En esa región del Bosque de Agua, una medida muy sencilla y que inexplicablemente no se ha tomado, es la de establecer dos puestos de control de la Guardia Nacional en la entrada a la carretera Huitzilac, Morelos a Santa Martha en Ocuilan, Estado de México. La carretera que cruza el Parque Nacional de Lagunas de Zempoala solamente tiene esas entradas. Inexplicablemente, no se han instalado puestos de control en esos puntos por parte de la Guardia Nacional, así como no se ha actuado contra los talamontes y sus aserraderos bien identificados.

A la tala ilegal se está sumando la expansión de proyectos agrícolas intensivos como el aguacate y las flores. Basta constatar la destrucción de los bosques en Michoacán por la siembra de aguacates y la contaminación del agua por las miles de toneladas de fungicidas y fertilizantes, así como por las enormes cantidades de insecticidas. Por su parte, la situación de Villa Guerrero, el municipio con mayor producción de flores y uno de los más contaminados del país por agrotóxicos, con una epidemia de cáncer, casos de niños con hidrocefalia, tumores, espina bífida, nos puede dar una idea de lo que estos proyectos significan en medio del Bosque de Agua, lo que afectará directamente a las comunidades ahí ubicadas.

La lucha de las comunidades del Bosque de Agua debe ser apoyada por quienes recibimos los servicios ambientales de esa región, su lucha por la conservación de su territorio es también la lucha por la conservación de los servicios que nos brindan.

Imagen de Aldair Velázquez Ramírez en Pixabay

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