Por Astrid Arellano, Desinformémonos, 22 de mayo de 2023.

Los recuerdos de su vida junto al río y la montaña, la hicieron regresar cuando terminó la universidad. Lo que encontró fue un paisaje deforestado. “Yo soy ingeniera química, pero me di cuenta de que no quería estar encerrada en una fábrica; mi corazón siempre estuvo en la naturaleza”, afirma Calderón.

En 2017, también junto a su madre, empezó a sembrar algunos árboles. Esa iniciativa la sostuvo con la venta de miel que obtenía de la colmena que entonces tenían. Así nació Sumak Kawsay, un emprendimiento ambiental que restaura el ecosistema de montaña y tiene como bandera a las abejas nativas sin aguijón, a las que busca conservar para hacer frente al declive global en el que se encuentran estos polinizadores y resaltar su rol en la conservación de la agrobiodiversidad de El Higuerón.

En 2019, esta iniciativa recibió su primer financiamiento —de la embajada de Canadá— para comprar más colmenas y con ello hacer crecer el proyecto que hoy ha involucrado a más profesionistas, como biólogas y botánicas, y a las mujeres de la comunidad.

Parte de su trabajo se sustenta en la investigación de los factores que afectan a los polinizadores —como la pérdida de su hábitat, el uso de pesticidas y la crisis climática—, a la par que detectan las mejores especies de árboles, flores y plantas para reforestar y regresar a las abejas al ecosistema.

Para financiar su trabajo, el proyecto vende miel obtenida a través de prácticas agroecológicas. También ofrece servicios de agroturismo con la “Ruta de la miel”, una experiencia de conexión con las abejas, la miel y la naturaleza, dirigida por mujeres de la comunidad El Higuerón, una actividad que genera ingresos para sus familias.

En quechua —la lengua nativa de los padres de Ysabel Calderón— Sumak Kawsay significa “Buen Vivir”. Ella lo traduce además como estar en armonía con la naturaleza.

“Nosotras no vemos a las abejas como máquinas que deben producir miel, sino como seres que cumplen un rol muy importante dentro del ecosistema. Por eso nos encargamos de sembrar flores y plantas para que tengan alimentación suficiente, que ellas puedan recolectar el néctar y, entonces, puedan transformar esa medicina de las plantas y convertirla en miel”, dice la apicultora.

Las investigación de las abejas y su entorno

El proyecto trabaja en la conservación de especies de abejas nativas sin aguijón, como las Plebeia y Trigona, especies cuyas mieles poseen propiedades medicinales y que corren mayores riesgos, porque suelen hacer sus nidos en los troncos de los árboles. Así que la tala afecta a este tipo de abejas. También manejan a la abeja Apis mellifera —especie con aguijón, de origen europeo y la más conocida y utilizada para la producción de miel—, “más no es nuestro enfoque de conservación, porque esta especie no está en vías de extinción, al menos no para nuestro continente”, explica Ysabel Calderón.

“Las abejas son importantes porque cumplen un rol. Son la base de nuestra supervivencia. Gracias a ellas podemos tener alimentos, porque más del 75 % de la comida que se produce a nivel global proviene de los polinizadores”, agrega.

De acuerdo con el informe El Estado de la Biodiversidad para la Alimentación y la Agricultura, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “la pérdida de colonias de abejas está aumentando”, mientras que el 17 % de las especies de polinizadores vertebrados están en peligro de extinción a nivel mundial.

Calderón explica que en el ecosistema de montaña existe una gran diversidad de polinizadores: abejas, mariposas, colibríes y murciélagos, especies que permiten que haya frutos y semillas. Sin embargo, las abejas son reconocidas como los polinizadores más importantes del planeta.

En Sumak Kawsay han colaborado otras expertas para comprender el entorno en el que viven las abejas. Por ejemplo, entre 2019 y mayo de 2022, Stefany Liau Kang trabajó temas botánicos. En 2023, Rossana Maguiña unió esfuerzos con Ysabel Calderón para investigar la interacción entre polinizadores y plantas.

Sus investigaciones, que se publicarán próximamente, identificaron más de 50 especies de plantas y árboles nativos —como el palo santo (Bursera graveolens), el hualtaco (Loxopterygium) y el huayrul (Erythrina fusca Lour)— útiles para restaurar las zonas degradadas. El equipo de Sumak Kawsay ha logrado sembrar más de 1 000 de estos ejemplares en las montañas de Lambayeque.

“Hay todo un trabajo detrás de la restauración: la colecta de semillas, la preparación de los almácigos, la siembra de las especies nativas en las áreas degradadas de la montaña. Luego hay que esperar y darles el cuidado necesario hasta que ellas puedan sostenerse solas en el campo. Es un trabajo continuo. Recientemente también hemos construido nuestro vivero”, dice Calderón.

En 2023, Calderón se convirtió en la primera peruana en formar parte del programa Restoration Stewards, impulsado por la Iniciativa Jóvenes por los Paisajes (YIL) y el Global Landscapes Forum (GLF), con el objetivo de apoyar y destacar el trabajo de jóvenes restauradores y sus equipos. Gracias a esta iniciativa, la apicultora recibió un fondo de 5000 euros y mentoría para desarrollar y hacer crecer su proyecto. Este programa la ha nombrado “guardiana de restauración de ecosistemas de montaña”, lo que significa que se ha convertido en embajadora de ese ecosistema y de su proyecto a nivel mundial.

“La Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) ha dejado muy claro que los ecosistemas mejor cuidados son básicamente los que están en las manos de los pueblos indígenas y las comunidades locales. Por eso, tiene mucho sentido apoyar el proyecto de Ysabel, porque nadie sabe más de su paisaje que la gente que vive en él. Este conocimiento debería ser apoyado, motivado y escuchado. Ysabel está haciendo todo esto, por eso esperamos que pueda ser un ejemplo para otras personas”, dice Eirini Sakellari, coordinadora de programa de jóvenes del GLF.

La miel y la equidad de género

La miel que producen en Sumak Kawsay se cosecha de manera artesanal. Con la colecta y colación de algunos de los panales, a finales del mes de mayo, se conforman micro lotes. “Solo nos llevamos una parte, porque dejamos alimento para las abejas. Al envasarla, no tiene ningún insumo químico añadido o proceso que pueda alterar su composición ni sus propiedades medicinales”, explica Calderón.

Y agrega: “Nuestra miel tiene toda la energía de la montaña, de las plantas y de las abejas, porque tienen suficiente alimento. Nosotras nos imaginamos que, cuando salen temprano a trabajar, a recolectar el néctar, andan felices por ahí”.

Calderón explica que, en algún momento de su proyecto, sintió la necesidad de dar a conocer más lo que hacían en esa región del Perú, por lo que ideó hacerlo a través del turismo. Fue así que nació la Ruta de la miel. “La Pachamama es mujer y, por el respeto que le tenemos, es que decidí involucrar más a las mujeres que a los varones. Necesitamos reivindicar el valor de la mujer dentro de la sociedad y dentro de la naturaleza”, dice.

Todas las participantes en el proyecto son mujeres: las investigadoras, las recolectoras, las guías del recorrido. El machismo está arraigado en la comunidad y las mujeres, generalmente, están obligadas no solo a hacerse cargo del hogar, sus hijos y sus esposos, sino también de trabajar la tierra sin recibir una remuneración económica suficiente.

En la Ruta de la miel, los participantes del recorrido se reúnen para hacer una ofrenda a la Tierra antes de adentrarse en el campo para visitar las colmenas. Las mujeres anfitrionas recuerdan la conexión con la naturaleza a través de las plantas. “Las hojitas de coca nos permiten reconocer a la naturaleza como tal y conectarnos con ella, también con el abuelo tabaco, nuestra planta maestra, sagrada”, narra Calderón.

“Trabajamos actualmente con dos familias. En el campo, lamentablemente, las mujeres trabajan más que los varones y, la mayoría de ellas, no son remuneradas o reciben un ingreso menor que los varones. Con la Ruta de la miel, intentamos impulsar la equidad de género y que su trabajo realmente pueda ser valorado”, dice la apicultora.

El futuro de las abejas

El sueño de Calderón es que Sumak Kawsay se convierta en un referente internacional en la conservación de polinizadores, pues su metodología de restauración de ecosistemas puede aplicarse a otras regiones. También desea que su proyecto sea una guía para la producción de miel de abeja de calidad, distribuida a través del comercio justo, hecho con las comunidades.

Para ella, lo más importante es que las abejas se conserven y que se genere una verdadera conciencia sobre su relevancia para el Perú y a nivel global. “En el país no hay muchos estudios sobre abejas nativas, entonces buscamos incentivar que haya más investigación y más inversiones en ese sentido”, agrega la apicultora.

Todo es parte de un ciclo, concluye Calderón, hay abejas, hay miel, hay plantas que dan oxígeno y frutos para las especies de la montaña y para la gente de su pueblo. “Es mi rol poder contribuir con la comunidad en agradecimiento a lo que ella me dio cuando fui pequeña”.

Imagen principal: La apicultora peruana Ysabel Calderón, becaria del programa Restoration Stewards, impulsado por la Iniciativa Jóvenes por los Paisajes (YIL) y el Global Landscapes Forum (GLF). Foto: Sumak Kawsay.

Publicado originalmente en Mongabay Latam

Foto de Boba Jaglicic en Unsplash
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