Por Guillermo Genini, Diario de Cuyo, 21 de febrero de 2023.

Pese a sus impresionantes recursos económicos, políticos y legales, esta compañía no ha podido superar el cuestionamiento que le han realizado gobiernos, organizaciones ambientalistas y diversas ONG que la acusan de lucrar a costa de generar graves daños al medio ambiente y a la salud de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, este cuestionamiento y desprestigio es bastante reciente, pues por más de un siglo Monsanto estuvo en el centro del desarrollo químico de la industria, la agricultura y la guerra en el mundo sin mayores inconvenientes, contando además con fuerte apoyo político y empresarial. Repasemos su historia.

DE LA REVOLUCIÓN A LA INDUSTRIA ALEMANA

La química ha sido un factor fundamental en la Revolución Industrial. Sin sus aportes y descubrimientos no sería posible haber alcanzado el desarrollo actual del mundo contemporáneo. Gracias a las investigaciones químicas y la estandarización de sus procedimientos se mejoraron productos existentes como el papel y el vidrio, aparecieron nuevos medicamentos y, sobre todo, nuevos productos de consumo de impacto masivo como el plástico, el caucho, los explosivos y los fertilizantes y pesticidas industriales. Estos últimos permitieron el aumento de la producción de alimentos y cultivos comerciales a escalas nunca vistas en la sociedad humana. Pero la competencia capitalista por el dominio del mercado y la introducción nuevos y mejores productos originaron prácticas controvertidas y peligrosas.

En el siglo XIX Alemania encabezaba la investigación en química y rápidamente dominó varios mercados con sus productos. Uno de ellos era la sacarina, endulzante artificial de amplio uso en la industria alimenticia y farmacológica. Simultáneamente, en Estados Unidos se ampliaba el consumo de bebidas azucaradas como la Coca Cola, en cuyo proceso de fabricación comenzó a utilizarse sacarina.

Un químico veterano de la industria farmacéutica, John Francis Queeny, fundó, en 1901 con capital propio y de un socio capitalista, Monsanto Chemical Works. La nueva empresa con sede en Misuri se denominó así en honor al nombre de soltera de su esposa, Olga Méndez Monsanto.

UNA GUERRA QUÍMICA

En plena Guerra Fría, Estados Unidos se involucró desde fines de la década de 1950 en el conflicto de Vietnam donde se pensaba que era necesario detener el avance comunista como un ejemplo al mundo de las bondades del capitalismo occidental.

Frente a la superioridad armamentística y logística de las fuerzas estadounidenses que comenzaron a llegar en gran número desde 1961, el líder norvietnamita Ho Chi Minh y sus generales idearon una estrategia de guerra de guerrillas que contaba con el apoyo de la numerosa población campesina de Vietnam del Sur.

Este apoyo se manifestaba de diversas maneras: entrega de alimentos, refugio para los combatientes, traslado de aprovisionamientos, entre otras acciones que se llevaban a cabo en las numerosas aldeas de Vietnam, Laos y Camboya.

Para combatir esta situación el Departamento de Defensa de Estados Unidos ideó una serie de estrategias que tenía como objetivo romper el lazo entre la población campesina y los combatientes del Vietcong.

Una de ellas fue el uso de productos o agentes químicos para destruir los cultivos y la vegetación que eran usados por el enemigo comunista. Los agentes químicos más utilizados fueron los herbicidas y defoliantes que constituyeron el centro de la guerra química que desplegaron las fuerzas estadounidenses entre 1961 y 1971 con consecuencias desastrosas para la población y el medio ambiente de Vietnam.

Tal como ha denunciado Bartow Elmore, profesor de Historia Ambiental de la Universidad Estatal de Ohio, en su reciente libro “Sembrando dinero: el pasado de Monsanto y nuestro futuro alimentario” de 2021, la lógica del negocio era un nuevo modelo de desarrollo agrícola, que debía ser protegido por un sistema legal y comercial global y uniforme que les asegurara sus derechos a las patentes logradas gracias a sus equipos de investigación.

Elmore señala que esta empresa incurrió en prácticas de sobornos en distintos países del mundo para impedir estudios sobre la toxicidad del glifosato e incurrió en publicidad engañosa al asegurar que su herbicida era biodegradable.

A comienzos del siglo XXI diversos países, especialmente de la Unión Europea, lograron limitar el uso del glifosato en sus cultivos en un contexto donde distintas ONG y gobiernos se hicieron eco de una multitud de denuncias por los posibles y graves perjuicios a la salud e impacto ambiental negativo de los productos de Monsanto.

Agente Naranja

Monsanto proveyó grandes cantidades del Agente Naranja que era arrojado en misiones aéreas sobre los bosques, selvas, campos de cultivos y aldeas que se consideraban hostiles o que se sospechaban servían de apoyo a las tropas norvietnamitas. La destrucción de la vegetación y de los cultivos era total. Los troncos desnudos de los árboles así lo atestiguaban. Pero también morían peces y animales terrestres, muestra del poder del veneno arrojado, que eran consumidos por la población.

Se calcula que durante la Guerra de Vietnam la Fuerza Aérea de Estados Unidos realizó más de 20.000 vuelos de ataque con armas químicas, arrojando 80 millones de litros de herbicidas que afectaron al 20% de su superficie. La cantidad de víctimas no ha podido ser verificada, pero es posible conjeturar que cerca de un millón de personas murieron por efecto de los agentes químicos utilizados y que más de medio millón de niños nacieron posteriormente con enfermedades y deformaciones.

El Agente Naranja contenía una cantidad altamente tóxica de dioxina (50 microgramos por kilo) sustancia considerada como la más cancerígena para la vida animal. La dioxina no se disolvía en la tierra y el agua poseyendo una gran capacidad de bioacumulación. Una vez incorporada al cuerpo humano tarda siete años en ser eliminada. De allí que los daños de los ataques químicos en Vietnam tuviesen un impacto de larga duración.

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