Por Suplemento Ojarasca, La Jornada, Biodiversidad LA, 21 de diciembre de 2022.

No es sólo un símbolo; constituye la base alimentaria y agrícola. Resulta trascendente su defensa contra los embates de las transnacionales alimentarias y los Estados imperialistas que las representan ante el gobierno mexicano, obligado a resistir las presiones de Estados Unidos y detener las aberraciones derivadas de los tratados de libre comercio con los poderes de América del Norte.

Que en el resto del globo la privatización genética del maíz parezca un progreso, dados sus múltiples usos industriales y energéticos, no significa que para la población mexicana y sus tierras labrantías deje de ser vital por razones alimentarias y civilizatorias. Defender el maíz es defender la viabilidad futura de la nación y de sus pueblos originarios, a los cuales México y el mundo deben el prodigio del maíz.

Pero ¿qué sería de tal tesoro sin el recurso del agua? Vivimos el siglo del agua. Habrá más guerras por ella, envenenamientos masivos. De ahí la importancia de la defensa que hacen del vital líquido los pobladores de más agua del Anáhuac: pueblos y barrios nahuas de Xochimilco y Milpa Alta. Tesoro de tesoros es el agua.

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