Por Redacción, Contralínea, 21 de diciembre de 2022.

Aunque se ha prohibido su uso en México, esto se hará de forma gradual, por lo que el herbicida tóxico sigue enfermando y matando a las personas: causa cáncer, disfunción del sistema endocrino, daño al hígado, a los riñones y es posible precursor de la anencefalia. Blas Bustamante denuncia que la industria alimenticia mezcla productos orgánicos con contaminados con pesticidas para cumplir con estándares sanitarios, especialmente los que son para bebés

Los agroquímicos altamente tóxicos, como el glifosato, se aplican directamente a las plantas y alimentos. “Sus residuos, por supuesto, nos los estamos comiendo. Por ello hay muchas alergias, tipos de cánceres y demás enfermedades, principalmente asmas, que se están generando y es porque estamos consumiendo residuos de pesticidas. En México, lamentablemente, no tenemos un buen control de esos residuos en los alimentos”, explica Homero Blas Bustamante. En entrevista con Contralínea, el presidente de la Sociedad Mexicana de Producción Orgánica denuncia que los alimentos contaminados que no se pueden exportar se venden en el mercado interno dada la laxitud de las normas nacionales.

Expone que el residuo agroquímico sí puede estar presente de manera externa en frutos, hortalizas y verduras y retirarse mediante el aseo; sin embargo, “hay agroquímicos que son estructurales, es decir que están dentro de las frutas en la estructura, y por más que lavemos una fruta pues no le vamos a eliminar esos residuos, así que los estamos consumiendo”.

Además, Blas Bustamante denuncia que hay una práctica muy común en el sector alimentario: algunas empresas, principalmente de alimentos para bebé, lo que hacen es mezclar productos convencionales con orgánicos para alcanzar los niveles permitidos de residuos de pesticidas, que marca la norma de sanidad alimentaria. “Los alimentos producidos de manera convencional por los químicos no cumplirían los requisitos para esos alimentos de bebé. Allí es donde la industria compra productos orgánicos para mezclarlos y poder llegar a esos niveles de residuos. Eso es una prueba de que no por ser naturales, los alimentos son limpios, porque se usan muchos agroquímicos. Allí sí es una preocupación de mejorar la calidad de nuestros alimentos, pero principalmente en reducir el uso de agroquímicos”.

Numerosos estudios científicos asocian a los pesticidas, especialmente al glifosato, como potencial cancerígeno, posible precursor de anencefalia, origen de daños al hígado, los riñones y el sistema endócrino, señaló el doctor Hugo López-Gatell, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, en conferencia del pasado 8 de diciembre sobre los avances de la prohibición de ese pesticida y de los transgénicos.

El consumo indirecto de este herbicida tóxico genera dolores de cabeza frecuentes, fatiga, ansiedad, irritación de mucosas y piel, de acuerdo con información científica divulgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Añade que es uno de los herbicidas más utilizados en el mundo, por lo que ya se ha demostrado su presencia en alimentos hechos a base de maíz: tortillas, harinas, totopos, cereales para el desayuno y botanas. Asimismo, en agua potable, vinos, cervezas, e incluso en productos de higiene personal (gasas, vendas, compresas, hisopos, etcétera) elaborados con algodón genéticamente modificado tolerante a glifosato.

Creado entre 1961 y 1962, el glifosato –presente en las estructuras de frutas, hortalizas y verduras, pero también en carne de res, pollo, puerco e incluso en pescado, por la contaminación del agua– fue originalmente patentado como un producto para quitar el sarro de las cañerías, recordó el científico López-Gatell. Señaló que el pesticida es una combinación de dos agentes defoliantes, que se usó como arma de guerra durante 10 años, para rociar y destruir las selvas de Vietnam luego de que Estados Unidos lo identificara como su enemigo político militar. El especialista lamentó que el pesticida dejó en territorio vietnamita devastación ecológica y una persistente huella en daños a la salud.

Actualmente, ese defoliante es utilizado por la agricultura industrializada como herbicida, recordó el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud. Explica que tras descubrir la célula aniquiladora de plantas fue patentado e introducido al mercado en 1974 por la trasnacional Monsanto (hoy propiedad de Bayer), con su formulación Roundup.

De acuerdo con datos del Conacyt, el potencial genotóxico del herbicida puede provocar en el ser humano, el desarrollo de cáncer de distintos tipos (leucemia, melanoma, mieloma múltiple, linfoma no Hodgkin, así como cavidad oral, próstata, tiroides, colon, pulmón, recto, páncreas, riñón, vejiga y próstata).

Además, entre los hallazgos científicos más preocupantes destaca que ya se ha detectado glifosato en fluidos (leche materna, sangre y orina) de agricultores y sus familias a nivel mundial. En México, niños, adolescentes y adultos de comunidades de Campeche, Yucatán y Jalisco presentan esta condición, de acuerdo con estudios realizados hasta ahora.

“El caso más reciente es el de la comunidad El Mentidero en Autlán, Jalisco, donde se analizó la orina de 93 niñas y niños de preescolar y primaria y 53 de secundaria; 100 por ciento de las niñas y niños tuvieron rastros de herbicidas en su orina y la sustancia más recurrente y peligrosa encontrada fue el glifosato”, informó el Conacyt.

Asimismo, dio a conocer que luego de utilizar el glifosato en comunidades agrícolas, se reportan cambios en los perfiles de morbilidad, mortalidad y un incremento en los casos de cáncer, entre ellos de pecho, próstata, tiroides y piel. Asimismo, una elevada tasa de desórdenes reproductivos (abortos espontáneos y anormalidades congénitas).

El Conacyt indicó que el uso del glifosato también está asociado a la reducción drástica de la población de abejas y de la fertilidad de los suelos. Asimismo, afecta cuerpos de agua (superficiales y subterráneos), agua potable, ambientes marinos, entornos urbanos, periurbanos y agrícolas. Además, provoca la proliferación de las llamadas “malezas agresivas”. Mientras se adquiera, distribuya e importe el glifosato en el mundo, la salud y el rendimiento de los cultivos se debilitará.

Por el decreto publicado en diciembre de 2020 por el presidente López Obrador –para sustituir gradualmente el uso, adquisición, distribución, promoción e importación del glifosato por alternativas sostenibles y culturalmente adecuadas–, en el país cayó la importación de glifosato y también las cotas autorizadas para 2021 y 2022, señaló el pasado 8 de diciembre en conferencia Víctor Suárez, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

Asimismo, enfatizó que la producción de alimentos en dicho periodo, creció de 294 millones de toneladas a 300 millones de toneladas de alimentos. Respecto a la producción del maíz, dijo que hubo un incrementó en 2021 “y se está proyectado un incrementó en 2022, para pasar de 27.5 millones toneladas de maíz a 28.9 billones de toneladas”.

En cuanto a las agroexportaciones, el subsecretario detalló que crecieron entre 2020 y 2021, mientras que hasta el mes de octubre de este año, se tiene un “comportamiento normal. Esperamos que en los dos últimos meses del año, la agroexportación suba a más de 30 mil millones de dólares”.

Ello demuestra que no hubo implicaciones negativas en la producción del maíz –el principal cultivo usuario del agrotóxico–, al caer la importación y el uso del glifosato. Es posible sembrar sin pesticidas “Es decir, se demostró claramente la falsedad de la campaña de infodemia de los productores de agrotóxicos y del Consejo Nacional Agroalimentario”, aseveró el especialista.

Al respecto y en entrevista con Contralínea, el ingeniero agrónomo especialista en fitotecnia Homero Blas, asegura que México no está en riesgo de hambrunas si se prohíben los agrotóxicos. “No va a haber una catástrofe ni menos producción”. Señala que el problema de los alimentos no es la producción, por lo que solo se necesita “eficientar la distribución de los alimentos”.

Durante el Foro Nacional de Agroecología, Gerardo Noriega Altamirano, señaló que lo que México necesita es un programa de producción de semillas. “México tiene 59 razas que te pueden producir dos, tres, cuatro, cinco mazorcas, siempre y cuando tengan una nutrición adecuada. Podríamos juntar toda esa ciencia, toda esa tecnología, y entonces direccionar el proceso de transferencia tecnológica hacia los productores, para que en lugar de que estén produciendo una mazorca, produzcan dos o tres. Si logramos eso, no requerimos transgénicos; al contrario, tendríamos una sobrepoblación, el detalle está en que no tenemos semillas”.

Por otra parte, dijo que es necesario que en las universidades se enseñe a retomar el funcionamiento de los ecosistemas. “Nos enseñaron que hay que sembrar maíz como monocultivo; entonces, el maíz es de hoja angosta, si yo le pongo un frijol, una calabaza es de hoja ancha; entonces, si siembro maíz, frijol, calabaza y chile al aplicar el herbicida mató a las otras especies. Al productor le enseñaron así y él en el pasado, antes de los cuarenta, sembraba todo junto. Entonces, eso cubría el suelo y no había posibilidades de que la hierba se desarrollara. Tenemos que retomar el funcionamiento de los ecosistemas y eso es lo que hay que enseñarle a los productores, claro, primero hay que enseñarlo a las universidades. Eso evitaría estar usando herbicidas, pero hay que regresar a buscar el equilibrio en los suelos”.

Datos del Conacyt señalan que el periodo de vida media del glifosato, antes de degradarse y convertirse en AMPA (ácido aminometilfosfónico) es de: 2-215 días. La vida media en el suelo es de 6-20 días y en el agua de 2-91 días. En comparación con el glifosato, el AMPA tiene una mayor persistencia y movilidad en los cuerpos de agua y en suelos. (Con información de Andrea Gómez)

Imagen de Erich Westendarp en Pixabay 
A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.