Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 14 de septiembre de 2022.

Esta colaboración es una invitación a sumarse a la denuncia que presentamos contra la empresa Coca Cola por publicidad engañosa ante la Comisión Federal contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) y la Procuraduría Federal de Protección al Consumidor (PROFECO), basta un minuto para hacerlo. Aquí las razones, al final la liga para la denuncia.

Hemos llegado al extremo del libre mercado, del capitalismos salvaje, a tal extremo que la empresa Coca Cola que tiene una muy importante responsabilidad en la epidemia de sobrepeso, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares que vivimos, y que es la contaminante número uno de plásticos en el planeta y nuestro país, realiza una campaña bajo el lema “El Amor Multiplica” dirigida a producir una percepción totalmente contraria a lo que su producto insignia provoca, haciéndose pasar por una empresa preocupada por el bienestar de las comunidades, por el cuidado del agua, que organiza a jóvenes a recoger los plásticos de las playas, que recicla estos desechos, que apoya a las mujeres.

El anuncio que es trasmitido en radio como parte de esta campaña dice: “El amor inspira nuestras acciones con México. Reforestando la tierra, reciclando, cuidando el agua, impulsando a las mujeres y generando bienestar en las comunidades. Juntos somos Coca-Cola, y contigo, el amor multiplica”.

Los daños que provoca el consumo de esta bebida en la salud de la población, su contaminación por plásticos, su inmensa extracción de agua por todo el país, sus efectos depredadores sobre las comunidades más marginadas, sobre las mujeres, sobre los pueblos indígenas, son evidentes y están plenamente documentados. Sin embargo, su campaña multimillonaria en radio, redes sociales, televisión y demás medios, es la mejor expresión de la frase que se atribuye a Joseph Goebels, jefe de campaña de Hitler, y que es un mantra para la publicidad depredadora: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

Basta un puñado de proyectos comunitarios, la instalación de unos cuantos sistemas de abasto de agua, unas campañas con jóvenes para recoger plásticos en las playas, el apoyo a unos cuantos proyectos de mujeres, basta eso para publicitarlo a través de una campaña multimillonaria, para generar el maquillaje verde, el maquillaje social de la empresa y sus productos, basta para atraer a los jóvenes y hacerles pensar que frente a esos problemas que les preocupan, la empresa con su producto insignia están de su lado, basta para generar ese vínculo afectivo, para lograr la lealtad a la marca y el producto.

La campaña presentada como una muestra de la responsabilidad social corporativa de Coca Cola, responde a una estrategia desarrollada ya en el pasado por la industria del tabaco cuando comenzó a generase conciencia sobre el daño de sus productos. La industria del tabaco comenzó a realizar campañas publicitarias donde ya no aparecía el producto, donde lo que aparecía era la marca, vinculando la marca con causas sociales muy positivas. Esto fue prohibido por la Convención marco de Control del Tabaco que reconoció que la publicidad de la marca era una forma de publicitar el producto, esta medida fue respaldada por 161 países. Es decir, estas naciones reconocieron que las estrategias de posicionar las marcas, son estrategias dirigidas a publicitar los productos. Este recurso de vincular la marca y, por lo tanto, el producto, a causas sociales y ambientales, ha sido utilizado por muchas industrias que provocan efectos negativos, lo han hecho desde la industria del alcohol hasta las grandes compañías petroleras que han publicitado campañas ambientales, tratando de maquillarse de verde.

En un blog publicado en avance de la conferencia de la American Marketing Association en 2016 en los EEUU, la Senior Communications Manager de Coca Cola dejó muy claro el papel de la llamada responsabilidad social corporativa en su estrategia para aumentar ventas y ganancias, después de señalar las inversiones que la Fundación Coca Cola había realizado en diversas comunidades:

Coca-Cola toca más que las papilas gustativas de los clientes. Llega a sus comunidades, hogares, familias y, sobre todo, a sus corazones. Si eso no inspira lealtad a la marca, es difícil imaginar qué lo haría… Las iniciativas descritas anteriormente han impulsado enormemente las ventas de Coca-Cola 

En un documento sobre las estrategias de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de la Universidad de Bath (https://tobaccotactics.org/wiki/csr-strategy/) se deja claro que no existen estándares establecidos para definir si una empresa realmente es socialmente responsable o no, en general, advierte, la RSC se ha venido utilizando como una estrategia de maquillaje para continuar haciendo lo que se hace, para evitar la conciencia social sobre los impactos que se generan y evitar las políticas regulatorias. Asi lo explica:

“La responsabilidad social corporativa (RSC) se refiere a la acción corporativa voluntaria que afirma actuar en el interés público al priorizar los objetivos sociales en lugar de ser únicamente impulsada por las ganancias. Sin embargo, las industrias de productos no saludables (tabaco, juegos de azar, alcohol, alimentos y bebidas poco saludables) y otras industrias socialmente dañinas (por ejemplo, petróleo y gas, productos químicos) utilizan la RSC para establecer sus propios estándares mínimos de rendimiento social, permitiéndoles externalizar sus costes a las sociedades y a los consumidores y promover los objetivos corporativos, haciéndose pasar por socialmente responsables”.

Se trata de engañar, de maquillarse para continuar las prácticas que dañan la salud y al planeta llegando a los extremos de campañas como la actual de Coca Cola “El Amor Multiplica”, apropiándose de conceptos como la felicidad, el amor, la unión familiar, mientras se destruye la salud de las personas y se contamina el planeta.

La ley establece que: “se entiende por información o publicidad engañosa o abusiva aquella que refiere características o información relacionadas con algún bien, producto o servicio que pudiendo o no ser verdaderas, inducen a error o confusión al consumidor por la forma inexacta, falsa, exagerada, parcial, artificiosa o tendenciosa en que se presenta”. La ley es clara al decir que se entiende por publicidad engañosa aquella que refiere características o información relacionada con el producto que pudiendo ser o no verdadera induce a error o confusión al consumidor. Usted dirá si esta campaña no es engañosa y si no tiene consecuencias para nuestra sociedad y medio ambiente. Es la mentira en la cara, es el engaño, la falsedad, ocultando daños irreversibles en la salud y el planeta. Es el rostro de una tragedia que vivimos, de un mundo equivocado, donde las verdades se crean a partir de mentiras repetidas mil veces.

Los invitamos a sumarse a esta denuncia en nuestra página elpoderdelconsumidor.org.

Foto de James Yarema en Unsplash
A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.