Por Ali Madai Becerril, La Jornada Maya, 04 de julio de 2022.

La calidad y estabilidad de los suelos son fundamentales para mantener el equilibrio ecológico, es el sustento de múltiples formas de vida, incluidos los humanos y que debido a las actividades antropogénicas y particularmente las formas industrializadas de producción, se encuentran en graves afectaciones. El Dia de la Conservación del Suelo surge con la intención de recordar la importancia del suelo y la urgencia de mitigar la erosión del mismo por su relevancia para la vida y particularmente para la alimentación.

Asimismo, los sistemas alimentarios basados en la producción industrializada son un factor importante de estrés y degradación de suelo debido a las prácticas de sobreexplotación de las corporaciones, el uso extensivo de agroquímicos, los monocultivos, la tala indiscriminada, los desechos de las industrias, entre otras que generan cambios en el suelo y en el medio ambiente en general, afectando la vida y vulnerando el derecho a un medio ambiente sano.

En los últimos años, tanto la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) como otros organismos internacionales insisten cada vez más en la apremiante necesidad de transitar hacia sistemas alimentarios sostenibles, que prioricen practicas agroecológicas y de bajo impacto en el ambiente. Sin embargo, el cambio requiere de transformaciones radicales desde la producción, distribución, venta y consumo de los alimentos diarios para lograr sistemas alimentarios sostenibles, de cadenas cortas de distribución, libres de agroquímicos y de comercio justo. Particularmente por los efectos de la crisis sanitaria por Covid-19 en todos los sectores, especialmente en la sostenibilidad y soberanía alimentarias.

En México, el pasado 5 de abril se aprobó una reforma de ley para que quienes hagan uso productivo de tierras, seleccionen técnicas agroecológicas. Así lo señaló el Boletín No. 1558 del Senado de la República, donde se aprobó una reforma al artículo 164 de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, la cual señala que la agroecología es la solución para preservar nuestros recursos naturales y el medio ambiente, restablecer los ciclos del planeta, de tal forma que puedan producir alimentos sanos, nutritivos, de calidad, accesibles y suficientes para las y los mexicanos.

El dictamen señala la importancia para México de adoptar medidas y herramientas agroecológicas en sus sistemas de producción primario, que permitan alcanzar seguridad y soberanía alimentaria.

A pesar de esta prometedora noticia, el presupuesto para el agro se ha reducido severamente en los últimos dos años. En el marco de las políticas de austeridad se pasó de un presupuesto de 72 mil 125 millones de pesos en 2018 a 49 mil 291 millones de pesos en 2021, es decir, que tuvo una reducción del 31.6 por ciento en dos años. Así lo informó el Análisis de la conservación ambiental en México, publicado por la cámara de diputados en 2020. Este informe también señala que el programa de Producción para el Bienestar (anteriormente PROCAMPO) destinó para el ejercicio de 2021, 13 mil 500 millones de pesos en beneficio de productores de pequeña y mediana escala con predios inscritos en el padrón.

Uno de sus principales objetivos del dictamen es promover el cambio tecnológico hacia prácticas agroecológicas para incrementar la productividad y la resiliencia climática, al tiempo que se propicia la conservación del suelo, el agua y la agrodiversidad. Contempla el impulso a la autosuficiencia en la producción de semillas y otros insumos, maquinaria y equipo apropiado para la agricultura de pequeña escala, y el desarrollo de energías renovables. Así como avanzar en el establecimiento de un nuevo sistema agroalimentario y nutricional justo, saludable y sostenible.

Sin embargo, la reducción del presupuesto público del Programa de Producción para el Bienestar ha afectado directamente a los pequeños y medianos productores de la península de Yucatán. Campeche, por ejemplo, pasó de tener 20 mil 310 beneficiarios en 2019 a tan sólo 2 mil 414; Quintana Roo, por su parte tuvo 20 mil 026 en 2019 y disminuyó a 16 mil 456 beneficiarios; y, Yucatán, pasó de 36 mil 867 a tan sólo 8 mil 031 beneficiarios. A nivel regional se pasó de 77 mil 212 beneficiarios en 2019 a 26 mil 901 en 2021, es decir una reducción en la región del 65.1 por ciento en la cantidad de campesinos que dejaron de beneficiarse de dicho programa.

Por otro lado, la FAO señala en su Guía para la transición hacia sistemas alimentarios y agrícolas sostenibles, 10 elementos de la agroecología, los cuales son: la diversidad, las sinergias, la eficiencia, la resiliencia, el reciclaje y la creación conjunta, y el intercambio de conocimientos, igualmente, los valores humanos y sociales, la cultura, tradiciones alimentarias y, finalmente, la economía circular y solidaria y la gobernanza responsable. Son los ejes de orientación para que los países transformen sus sistemas agrícolas y alimentarios.

En el marco de la gobernanza responsable resulta imperante que la ciudadanía, la sociedad civil, las instituciones públicas y privadas se involucren en las decisiones que refieren a la alimentación y a la conservación de los suelos cultivables de nuestro país. La gobernanza se vuelve fundamental para la co construcción de políticas públicas que apunten a la transición de los sistemas alimentarios y que se materialicen en mejores condiciones para los que producen y mejores alimentos para los que consumen.

Para el caso de la conservación de los suelos, se precisa de la participación e involucramiento para que las necesidades específicas de las y los productores primarios puedan ser solucionadas en vías de generar nuevos sistemas alimentarios. Síganos en: http://orga.enesmerida.unam.mx/FacebookInstagram y Twitter.

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Edición: Ana Ordaz

Foto de Markus Spiske en Unsplash
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