Por Ástrid Sánchez, La Jornada Maya, 27 de junio de 2022.

Dianela y su mamá Adriana han encontrado en la apicultura una forma de empoderamiento que no habían conseguido antes: no sólo generan un ingreso extra sino que también aprenden nuevas técnicas y las comparten en su comunidad.

Desde hace un año, las mujeres originarias de Kinchil son encargadas de un apiario de la empresa Kekén, que les facilitó el espacio, los talleres y el acompañamiento para que puedan criar abejas, que son de su propiedad y cuyos beneficios son exclusivos para ellas.

En medio del monte, Dianela Baas y Adriana Chai acuden religiosamente una vez a la semana para garantizar el mantenimiento a las colmenas, que pueden llegar a producir 200 kilos de miel multifloral al año.

“Vi la oportunidad de tener mi propio dinero y de aprender nuevas técnicas y no lo pensé dos veces, desde agosto del año pasado comencé con mi apiario y mi meta es tener más colmenas”, comentó Dianela, hija de Adriana.

Las mujeres viajan dos horas desde Kinchil hasta la zona de apiarios en Maxcanú. A bordo de su motocicleta salen muy temprano de casa para llegar con las abejas antes de que el sol esté en su punto más intenso.

Ambas se alistan con sus trajes especiales para evitar alguna picadura, porque sólo trabajan con abejas apis, las que sí tienen aguijón, y preparan el ahumador para poder acercarse.

Con el humo las mujeres aseguran que las abejas se calmarán y les permitirán maniobrar las colmenas.

“Todas las semanas pasamos una hora en el apiario porque siempre hay cosas que hacer, aunque no siempre debemos abrir las colmenas o hacerles algo, podemos asegurarnos de que no haya ningún peligro para las abejas, que este limpia la zona”, señala Adriana, quien es viuda y se dedica a la venta de pozole para poder solventar los gastos de su hijo de 11 años.

Durante este año de trabajo en los apiarios, las mujeres ya tuvieron una primera cosecha de miel, la cual ganó el segundo lugar en un concurso de cata de miel por su calidad e inocuidad.

“Mi objetivo es tener hasta cinco apiarios para seguir ganando dinero de ellos. Es un beneficio a la economía y no necesitas invertir mucho tiempo. Además me gusta trabajar con las abejas y estoy aprendiendo muchas cosas que luego llego y le enseñó a otros compañeros”, comenta Adriana.

Nueve familias en total fueron beneficiadas con el Programa de Sustentabilidad de Ambiental de Kekén, tres de ellas son encabezadas por mujeres.

Annel Carrillo Rodríguez, líder del proyecto apícola, destaca que se seleccionaron a aquellas personas que aceptaron el compromiso de cuidar las colmenas y de aprender las técnicas para manipular y proteger a las abejas.

“Les dijimos que tenemos que ponernos de acuerdo para entrar al apiario porque hay que pedir permisos, que tienen que respetar el uso del traje, del ahumador y las técnicas de protección de invasores y algunas personas se resistieron a aprender nuevos manejos”, comenta Annel.

Pero Dianela y Adriana recibieron con gusto los nuevos aprendizajes, que tras varios meses de aplicarlos les han ayudado a conservar sus apiarios en óptimas condiciones.

“Mi esposo también tiene su apiario y me decía ‘no así se hace’ y yo le expliqué que así me lo enseñaron a mí y al final él también está comprobando que las técnicas que nos enseñan funcionan. Todos estamos aprendiendo de esto”, destaca Dianela.

Las apicultoras aseguran que estas herramientas les permiten formar sus propios apiarios en sus comunidades y ahora ya conocen la gran responsabilidad que implica la crianza de abejas, por lo que se sienten seguras para emprender en el negocio de la miel.

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