Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 28 de abril de 2022.

En un correo interno de junio de 2014, la entonces vicepresidenta de la oficina de Ciencia y Salud de Coca Cola, Rhona Applebaum, escribió a sus colegas “No dejaremos que nos detengan los bastardos”. Para la vicepresidenta de la oficina de Ciencia y Salud de Coca Cola los bastardos eran quienes criticaban las estrategias de la refresquera para negar la responsabilidad de sus productos en la epidemia de sobrepeso, obesidad y diabetes, para negar sus impactos en las enfermedades cardiovasculares.

En el mismo correo, Applebaum añadía: “vamos a seguir financiando los Congreso de Salud y Actividad Física como el Congreso Europeo en Deportes y Ciencia”. Bastardos también eran quienes exhibían los financiamientos que Coca Cola estaba otorgando a científicos, asociaciones de profesionales de la salud, influencers y demás, para centrar la atención en la actividad física como la causa principal del sobrepeso y la obesidad.

Es así, nosotros somos los bastardos, los miembros de organizaciones civiles que basados en la evidencia científica y en las recomendaciones internacionales para combatir el sobrepeso y la obesidad promovemos políticas de salud pública que afectan sus intereses. Seguramente para Applebaum, como para altos funcionarios de estas empresas, la propia Dra. Margaret Chan, exdirectora de la Organización Mundial de la Salud, era la Bastarda Mayor cuando señalaba a las corporaciones de alimentos y bebidas, junto con las de tabaco y el alcohol, como la mayor epidemia de nuestros tiempos. La Dra. Chan declaró ante la propia Asamblea Mundial de la Salud que antes los mosquitos transmitían las enfermedades, pero que actualmente eran las corporaciones, y que la diferencia radicaba en que los mosquitos no tenían los millones de dólares y la enorme presión de cabildeo de las grandes corporaciones.

Para Coca Cola, bastardos son los científicos que una y mil veces han demostrado el daño de sus bebidas, bastardas las revistas científicas más prestigiadas del mundo que los han publicado, bastardas las comunidades en Oaxaca que han limitado la comercialización de sus productos, bastardos los legisladores que han establecido impuestos a sus productos, bastardo el Instituto Nacional de Salud Pública que ha expuesto la dimensión de sus daños en la población mexicana, bastardas las escuelas que han sacado sus productos de sus planteles, bastardo el Dr. López Gatel que los sacó, junto con el Secretario Alcocer, de las oficinas de la propia Secretaría de Salud donde estaban sentados en el Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisible.

Bastardo yo que hace un par de días hablé en la reunión de accionistas de The Coca Cola Company a nombre de un grupo de accionistas que buscan que las corporaciones sean responsables social y ambientalmente. El punto que presenté fue la exigencia por parte de estos accionistas de que The Coca Cola Company transparente los recursos que destina a la política, a agencias de relaciones públicas para influir en los medios de comunicación, los que destina a financiar instituciones, asociaciones e investigadores. La exigencia es que Coca Cola realice un informe anual sobre estos recursos, a quién van dirigidos y el motivo para hacerlo. Lo que se busca es que este compromiso que ha tomado Coca Cola en Estados Unidos y el Reino Unido, y algunas otras naciones, debe tomarlo en todas las naciones en que tiene negocios, que no exista un doble estándar, que no establezca naciones y ciudadanos de primera y naciones y ciudadanos de tercera.

Las reglas establecidas por la autoridad en Estados Unidos han definido los mecanismos para presentar estas iniciativas en las asambleas de accionistas. Y existe ya un movimiento creciente de accionistas y agencias que manejan fondos multimillonarios que presionan para la responsabilidad social y ambiental de las grandes corporaciones.

Los fondos de accionistas comprometidos con empujar la transparencia en las grandes corporaciones que tienen el poder de secuestrar las políticas en varias naciones, está creciendo. Elegimos, a través de una democracia muy limitada a nuestros gobernantes. Pero, ¿quién elige a quienes dirigen las grandes corporaciones que han adquirido un poder mucho mayor a gran parte de las naciones del mundo? ¿quién detiene sus prácticas de captura de legisladores, de funcionarios y jueces?

Exigir la transparencia es un primer paso y, el segundo, es fortalecer los marcos regulatorios para evitar y combatir el conflicto de interés en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, que en nuestro país está invadido de amigos de estos Zorros.

Atentamente:

Otro más de los bastardos.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.