Por Leonardo Huerta Mendoza, Gaceta UNAM, 14 de febrero de 2022.

Todos los días es común ver por toda Ciudad Universitaria (CU) a un grupo de unos 250 jardineros recogiendo los residuos vegetales que quedan después de podar setos y ramas, cortar el pasto, derribar árboles enfermos o por la caída de hojas de los árboles. Cada año recoge entre 17 y 21 mil metros cúbicos de materia vegetal, la cual se traslada a la Planta de Composta.

Desde 1994, dicha planta trabaja en el procesamiento de todo el residuo orgánico vegetal que se genera –con la cual se producen aproximadamente dos mil 700 metros cúbicos que se distribuyen en el campus universitario– en las aproximadamente 200 hectáreas de áreas verdes de CU, explicó Javier Flavio Montoya Gómez, responsable de dicha instalación de la UNAM.

El biólogo señaló que todos los campos deportivos utilizan la composta al igual que Las Islas, para regenerar los suelos, además de que se apoya con este recurso a la Universidad Autónoma Metropolitana en sus campus Iztapalapa y Azcapotzalco; así como al Instituto Politécnico Nacional.

“Recordemos que CU no es plana; es un pedregal. Estos suelos se caracterizan porque son muestras de todo: tepetate, arcillas, grava, fragmentos de cemento, etcétera, lo que los convierte en suelos muy pobres, a los que se adicionan capas de composta”, comentó.

Además, el material está presente cuando se hacen jardines nuevos. Por ejemplo, en el nuevo edificio de Ciencias de la Tierra, en la parte de jardinería que da al Instituto de Física, los jardineros revolvieron la composta con la tierra del lugar, que es tepetate, para que en determinado tiempo tengamos un desarrollo vegetal adecuado.

La Planta de Composta, que es parte de la Coordinación de Áreas Verdes y Forestación de la Dirección General de Obras y Conservación, tiene la misión de separar el material verde, rico en nitrógeno, del material café, como los pedazos de madera, ricos en carbono, de la basura generada por comida procesada la cual es muy contaminante y muy riesgoso dejarla.

“Por lo anterior siempre se le pide a la comunidad y a los visitantes que, por favor, se lleven sus desechos: si traes basura, así como la cargaste, llévatela de regreso, o deposítala en algún bote de basura, pero no la dejes en el suelo. A la Universidad le cuesta mucho en horas-hombre estar separando la basura dejada por la gente”, dijo Montoya Gómez.

También es muy relevante triturar material como troncos y ramas, porque es imposible convertir en composta un tronco o una rama enteros, debido a su volumen, lo que facilita a los microorganismos descomponer el material triturado, mencionó.

El universitario precisó que después de que el material se tritura, se vuelve a mezclar. Y una vez que carbono y nitrógeno están mezclados, los microorganismos empiezan a consumirlos. Las bacterias y los hongos además consumen oxígeno y agua, por lo que se les proporciona la cantidad adecuada.

No es suelo ni fertilizante

“Aunque parezca serlo, la composta no es un suelo, sino un mejorador de suelos que permite que se reactiven las cadenas tróficas en ellos y que las plantas vuelvan a ser verdes. Nada más. No es ni fertilizante ni suelo. No es fertilizante porque carece de las cantidades enormes de nitrógeno, fósforo y potasio que contienen los fertilizantes comerciales; no es suelo porque le falta la fase mineral y los silicatos que contiene el suelo de manera natural. En cambio, contiene millones y millones de bichos”, recordó Montoya Gómez.

Para obtener una pulgada de suelo capaz de sustentar vida vegetal, son necesarios entre 500 y dos mil años, por lo que el compostaje ofrece un gran aporte al ambiente, al lograr un material con características más o menos similares al suelo en aproximadamente cinco meses.

Finalmente, detalló que cuando la composta está terminada, contiene del orden de cien millones de unidades formadoras de colonias de bacterias por gramo de suelo seco.

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