Por Michelle Carrere, Yvette Sierra Praeli / Mongabay, Pie de Página, 06 de febrero de 2022.

Más de 11 637 hectáreas de mar y tierra han sido afectadas, hasta el momento, por el derrame de 11 mil 900 barriles de petróleo en la costa central de Lima, una mancha negra gigante que mientras lee este artículo se sigue desplazando con dirección al norte.

Según el último reporte entregado por el Ministerio del Ambiente el pasado viernes, se han recuperado del mar 4 mil 225 barriles de agua con petróleo. Asimismo se han recogido 16 mil 258 metros cúbicos de arena contaminada, la que luego de pasar por un proceso de limpieza será devuelta a las playas.

“En esta etapa estamos en la recuperación de todo el crudo que ha impactado tanto el mar como el suelo”, dijo el ministro del ambiente, Rubén Ramírez, y precisó que “posteriormente va a empezar la etapa de remediación”, es decir, las operaciones que permitirán recuperar la calidad de los ecosistemas contaminados.

Para la etapa actual de limpieza, las autoridades precisaron que se están empleando 9 skimmers y 11 tanques flotantes, aparatos que permiten recoger el hidrocarburo del agua. A su vez 52 embarcaciones están trabajando en labores de contención y recuperación del material oleoso, se han tendido 4 mil 880 metros de barreras de contención y, además, 119 máquinas de equipos pesados terrestres se encuentran recuperando el crudo que está en tierra.

¿Es suficiente? ¿Qué tanto se puede limpiar y remediar? Dos expertos internacionales, que participaron en las investigaciones científicas de uno de los mayores derrames de petróleo de la historia, el Deepwater Horizon, entregan pistas sobre el futuro del mar peruano.

¿Qué tanto se puede limpiar?

En la playa Pocitos, en la zona reservada de Ancón, José Condoy, trabajador de Corena Lamor —una de las empresas contratadas por Repsol para que realice las labores de limpieza— supervisa a un grupo de 18 personas que intenta extraer el petróleo empozado en la orilla.

En sus 15 años de experiencia ya perdió la cuenta de la cantidad de derrames de petróleo que ha atendido entre Perú y Ecuador, su país natal. “He estado en unos 30 o 40 eventos”, explica, aunque esta es la primera vez que se enfrenta a una emergencia en el mar.

Como quien se ha acostumbrado a ver paisajes devastados por el crudo, Condoy dirige con soltura y naturalidad las actividades para limpiar el desastre de un derrame que no considera ni más grande ni más pequeño que los que ya ha visto antes. “Es normal”, dice, y calcula que la Zona Reservada de Ancón quedará limpia en marzo, mas no en febrero como aseguró Repsol.

La palabra “limpio”, sin embargo, es relativa, asegura el biólogo pesquero y ecólogo marino Steve Murawski. El científico estadounidense fue Director del Centro de Análisis y Modelado Integrado de los Ecosistemas del Golfo y estudió los efectos del derrame de Deepwater Horizon, la plataforma petrolífera situada en el golfo de México que se hundió en 2010 provocando el más importante vertido de crudo de la historia​ estimado en 779 mil toneladas.

Que el lugar esté lo suficientemente limpio como para permitir que las personas ingresen al mar a nadar, es posible y será lo más rápido, le dijo el experto a Mongabay Latam. De hecho, a diferencia del caso de Deepwater Horizon, el derrame ocurrido en Perú el pasado 15 de enero interactúa con la línea costera lo que facilita la limpieza, dice Murawski. Sin embargo, “llevará décadas” para que el mar esté limpio hasta el punto de no encontrar nada de petróleo. Es más, “es imposible limpiar todo. No importa si trabajan desde ahora hasta el 2050, no recuperarán todo”, aseguró el científico.

Uno de los lugares más difíciles de limpiar es el intermareal rocoso, es decir, las áreas a lo largo de la costa que están expuestas durante la marea baja y que luego quedan bajo el agua durante la marea alta. “La razón es que el petróleo se mete alrededor de todas estas rocas y no puedes sacarlo de allí”, explica Murawski.

Esa es justamente la situación de varios lugares del litoral que se han visto impactados por la llegada del crudo. En el roquerío de la playa Pocitos, el petróleo todavía se empoza, espeso, entre las piedras manchadas de negro.

Pero, además, en opinión del oceanógrafo e ingeniero ambiental, Brad Parks, quien lideró un equipo cooperativo (entre agencias del gobierno y partes responsables) durante la evaluación de daños a recursos naturales provocados por el derrame de Deepwater Horizon, “es imposible que Repsol recupere el petróleo restante en el mar porque ha pasado demasiado tiempo. El momento clave ya pasó durante los primeros días”, sostuvo. A lo que se refiere el científico es a esas primeras horas en las que se debió actuar rápidamente y con un buen plan de contingencia, dos cosas sobre las que existen serias dudas y que son parte de las investigaciones que llevan adelante las autoridades ambientales peruanas para determinar responsabilidades.

Según advirtió el ministro del ambiente, a la fecha Repsol no ha evidenciado acciones claras de limpieza ni de remediación. De hecho, de las 12 medidas administrativas que el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) impuso a la empresa, tres ya fueron incumplidas en el plazo establecido: la obligación de identificar las zonas afectadas por el derrame; contener y recuperar el hidrocarburo y contener y recuperar el hidrocarburo en las áreas naturales protegidas. Por cada una de estas tres medidas incumplidas la empresa enfrenta multas de hasta 4000 UIT (18 millones 400 mil soles, alrededor de 4 mil 780 dólares).

Por lo pronto, el Contraalmirante Alberto Avilez, Comandante de Operaciones Guardacostas de la Marina, aseguró que, como parte del plan distrital de contingencia activado para atender la emergencia, se han sucedido una serie de reuniones y verificaciones en campo —tanto en mar, tierra y aire— para verificar que las acciones de contención y limpieza desplegadas por la empresa se desarrollen de manera correcta. “Hemos ido con expertos internacionales con los cuales hemos hecho una serie de reportes a la empresa para que corrija deficiencias que tenía en el trabajo que estaba haciendo. El compromiso es seguir haciendo estas verificaciones con la finalidad de que se empleen los recursos humanos y materiales que están ahorita en el campo de la mejor forma”, señaló el viernes pasado durante una rueda de prensa.

¿Qué tanto se puede remediar?

Según Murawski, “los peces tienen una capacidad de detección de toxicidad y un hígado muy sofisticados”, por lo que pueden recuperarse rápidamente una vez que el petróleo ya no está en el ambiente. Para los mariscos, en cambio, la realidad es algo distinta ya que “no tienen un sistema tan sofisticado, por lo que van a retener el petróleo por un período de tiempo más largo”, explica el científico.

En términos generales, el experto señala que “probablemente veremos una disminución en los animales que viven en el fondo del mar, en el área cercana a la costa alrededor del derrame, y que una vez que el petróleo ya no esté en el medio ambiente, pasarán algunos años para que la biodiversidad vuelva a su nivel normal”.

Sin embargo, aunque sí existe la posibilidad de remediar las zonas impactadas con eficacia, ello “nunca ocurre en un 100 %”, asegura Parks, quien actualmente es vicepresidente de la consultora Olaunu en California, EE.UU., y consultor externo para la Environmental Defense Fund (EDF).

Prueba de ello son los impactos que los científicos continúan identificando años después en el caso del derrame en la plataforma Deepwater Horizon o en el del carguero Exxon Valdez que en 1989, tras encallar en Alaska, vertió 37 000 toneladas de hidrocarburo al mar.

En el primer caso los científicos descubrieron que, por ejemplo, una década después del evento los delfines de las áreas afectadas por el derrame tenían problemas en el sistema inmunológico que podrían atribuirse a la exposición al petróleo. En el caso del Exxon Valdez, en el seno Prince William Sound, que fue donde encalló el carguero, existía una importante pesquería de arenque del Pacífico, una especie que “hasta el día de hoy no se ha recuperado”, asegura Parks.

Al igual que en Alaska, en Perú existe una importante pesquería de pelágicos pequeños, como es el caso de la anchoveta. Además, el derrame del Exxon Valdez también fue cercano a la costa. Es por ello que lo sucedido el pasado 15 de enero es más comparable al desastre del Exxon Valdez que al del Deepwater Horizon, coinciden los expertos. Sin embargo, los científicos también concuerdan en que no existen dos derrames iguales por lo que no se puede saber exactamente qué ocurrirá en el mar peruano.

“Es importante considerar que existen varios parámetros ambientales y humanos que distinguen cada evento”, dice Parks. Por ejemplo, “la población de arenque del pacífico tenía problemas con dos enfermedades no asociadas directamente con el derrame”, precisa el experto y “también había una falta de zooplancton para su alimentación”, agrega, por lo que no es posible decir que las pesquerías en Perú tendrán necesariamente el mismo comportamiento que lo ocurrido tras el derrame del Exxon Valdez.

“Además, todo depende de las circunstancias locales, de la clase de recursos que están en riesgo, de la capacidad que hay en el país para limpiar el derrame y de cuán agresivo sea el gobierno nacional. Los resultados realmente dependen de todas esas cosas, y es difícil de predecir”, agrega Murawski, quien actualmente se desempeña como director e investigador principal del Centro de Mapeo Oceánico y Tecnologías Innovadoras (COMIT), un acuerdo de cooperación entre la Oficina de Inspección Costera de NOAA y la University of South Florida para desarrollar tecnologías que pueda mapear  regiones costeras y oceánicas submarinas.

En este momento, el informe que se encuentra realizando el equipo de especialistas de las Naciones Unidas, específicamente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), será clave para entender la dimensión del impacto socioambiental generado por el derrame y tomar decisiones acertadas sobre las acciones inmediatas que se deben realizar para mitigar el desastre.

¿Qué lecciones se pueden aplicar?

“Un principio del que tenemos que preocuparnos es de no hacer cosas que empeoren la situación”, dice Murawski. El científico recuerda que para el derrame en Alaska, Exxon, al intentar limpiar la zona del intermareal, “lo que hizo fue llevar el petróleo hacia la arena y el fondo”. Esto, según el experto, terminó agravando el escenario. “Hay algunas áreas que lo mejor que puedes hacer es dejarlas en paz y no hacer cosas que causarían más daño”, insiste Murawski.

Además, el científico agrega que si bien es cierto que una rápida contención habría sido lo ideal, la intensidad del esfuerzo de limpieza todavía puede marcar una diferencia. “Puedo decirles que el gobierno de Estados Unidos y BP (British Petroleum) no estaban preparados para un derrame como el de Deepwater Horizon, y tomó mucho tiempo para que el ritmo de limpieza se acelerara. Entonces, dos semanas, parece que es lento, pero este tipo de cosas toman tiempo”.

Además, Murawski destaca la importancia de realizar un seguimiento de las condiciones ambientales tomando muestras del fondo marino y de diferentes animales, desde pequeños invertebrados como camarones y peces, hasta mamíferos marinos, aves o tortugas, para analizar la presencia del hidrocarburo y saber así, con datos, si el plan de remediación está dando resultados o no. “No hay atajo aquí”, dice el experto. ”No hay otra manera que no sea tener un sistema desarrollado científicamente para monitorear todas estas áreas e informar periódicamente sobre lo que sucede”, insiste, pero además, “tiene que haber una supervisión independiente”, precisa.

El científico asegura que “una cosa que sucede en los derrames de petróleo es la desconfianza pública”. Por ello, Murawski recomienda que más allá del trabajo entre el gobierno y las grandes empresas, se cuente con una “supervisión independiente”, pues “es una buena idea para generar confianza entre las personas de que se está limpiando el medio ambiente”.

La reunión en privado que sostuvo el secretario general del Despacho Presidencial, Carlos Jaico, con representantes de Repsol el lunes 24 en la embajada de España, no es un buen precedente. “Siempre hay política involucrada en los derrames de petróleo, por lo que necesitamos voces independientes para filtrar las cosas que se dicen y concentrarse en los hechos”, dice Murawski.

Este texto fue publicado originalmente en Mongabay Latam. Aquí puedes revisar el original.

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