Por Heñói Jey Paraguay, Biodiversidad LA, 07 de enero de 2022.

El sistema capitalista, con su lógica de competencia, expansión, concentración, ganancia y acumulación, ha impuesto el modelo extractivista en gran parte del mundo, y una relación utilitaria, destructiva, insostenible, con el medio natural. La deforestación, la extracción de hidrocarburos y minerales, la explotación intensiva de la tierra, el agua, la biodiversidad, la contaminación, son capítulos de esta historia, que han derivado, lógicamente, en la amputación del mundo natural, la desaparición de bosques y selvas, en el agotamiento de recursos, la extinción de miles de especies animales y vegetales, en el calentamiento global y la dramática crisis climática.

En el Centro de Estudios Heñói, estamos convencidos y convencidas de que las formas de vida y producción campesinas, indígenas, agroecológicas, son el principal camino, sino el único, para enfrentar con éxito la crisis alimentaria, ambiental y climática que está carcomiendo al planeta, y a la propia humanidad. Es el camino a la soberanía alimentaria. En este sentido, reivindicar la agricultura tradicional, la vida campesina, las culturas indígenas, son una tarea prioritaria, valorando sus amplios beneficios, evaluando las posibilidades y condiciones para su réplica, desarrollo y expansión. En otras palabras, es necesario y urgente, desmitificar la supuesta superioridad del agronegocio, oponiendo al mito argumentos comprobables sobre la conveniencia para los seres humanos y la naturaleza de las formas tradicionales de existencia y producción.

Es lo que nos propusimos con estos estudios de caso. El análisis minucioso de las fincas de Alfonso Maidana, Norma Bogado y Catalino Mancuello confirman con un sólido respaldo documental que las formas de vida y producción campesina tienen absoluta vigencia en el siglo XXI, por los amplios beneficios que generan tanto para las familias rurales como para toda la sociedad, y la naturaleza en general. A pesar de no contar con apoyo del Estado ni del sector privado, estas fincas tienen un dinamismo biológico y productivo extraordinario, generando diversos bienes para las familias y el mercado, empleos, valor agregado, arraigo, identidad y bienestar, en un marco de convivencia equilibrada con el entorno y preservación ambiental.

Las experiencias de las familias de Alfonso, Norma y Catalino, nos demuestran lo productivas, beneficiosas y sustentables que son las fincas campesinas cuando hay tierra, voluntad, esfuerzo, conocimientos y una convicción profunda en el presente y futuro de la cultura y la vida campesina. Son fincas autónomas, sostenibles en el tiempo, que benefician a quienes las trabajan, a las comunidades que las rodean, al país; benefician además a la naturaleza, que conservan y de la que se nutren. Son un modelo que da respuestas a las principales crisis de nuestro tiempo, la alimentaria, económica, energética, ambiental y climática.

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Photo by Markus Winkler on Unsplash
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