Por IPS Noticias, 30 de septiembre de 2021.

La pérdida y el desperdicio de alimentos “son el origen de 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto significa, fundamentalmente, que se utilizan valiosos recursos de tierras y aguas para nada”, dijo la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), Inger Andersen.

De su lado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recordó que cada año 14 por ciento de los alimentos producidos para el consumo en el mundo se pierde entre la cosecha y el mercado mayorista.

Luego se desperdicia otro 17 por ciento de la producción total, 931 millones de toneladas cada año: 11 por ciento en los hogares, cinco por ciento en los servicios de alimentos, como restaurantes, y dos por ciento en el comercio minorista.

Esa pérdida y desperdicio contrasta con la cifra de 811 millones de personas afectadas por el hambre en 2020, un número que debió aumentar con la pandemia covid-19, y la persistencia de unos 3000 millones de personas que no pueden costear una dieta saludable.

“La pérdida y el desperdicio de alimentos son el origen de 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto significa, fundamentalmente, que se utilizan valiosos recursos de tierras y aguas para nada”: Inger Andersen.

Qu Dongyu, director general de la FAO, dijo en una declaración divulgada este jueves 30 que “debemos acelerar los progresos realizados en la consecución de la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de aquí a 2030, con vistas a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos en el mundo”.

Esa meta en los ODS de las Naciones Unidas propone “reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”.

Avanzar hacia esa meta “ralentizará el cambio climático, protegerá la naturaleza y aumentará la seguridad alimentaria en un momento en que necesitamos desesperadamente que esto ocurra”, dijo Andersen.

Qu expuso que “abordar satisfactoriamente la pérdida y el desperdicio de alimentos significa adoptar patrones de producción y de consumo más sostenibles, que permitan aumentar la disponibilidad de alimentos y reducir la huella ambiental”.

“No podemos seguir perdiendo 75 000 millones de metros cúbicos de agua al año en la producción de frutas y hortalizas”, puso como ejemplo el titular de la FAO.

Las agencias de la ONU facilitan grupos de trabajo sobre desperdicio de alimentos en África, Asia Pacífico, América Latina y el Caribe y Asia occidental, y apoyan a 25 países en la medición de líneas de base y el desarrollo de estrategias nacionales de prevención de ese desperdicio.

Una de las medidas clave es la expansión de cadenas de frío sostenibles. Esas cadenas “son fundamentales para reducir la pérdida de alimentos y la pobreza, y cubrir la brecha del hambre al mismo tiempo que contribuyen al desarrollo económico”, destacó un reporte del Pnuma y la FAO.

Las agencias también destacaron que reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es un “instrumento poderoso” para reconstruir sistemas alimentarios más sostenibles y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero que recalientan el planeta.

En paralelo, se contribuye a mejorar el acceso a los alimentos para las personas que padecen inseguridad alimentaria, mientras se considera el desperdicio de alimentos en el hogar “un desafío global”, porque comprende a personas y familias de diversas regiones o países, y diferentes niveles de ingresos.

“Todos tenemos un papel que jugar en la reducción del desperdicio de alimentos en nuestras propias vidas y lugares de trabajo. Es una carga pesada para el planeta. Pero si todos ponemos nuestros hombros debajo de esta carga, podemos impulsar un cambio”, concluyó Andersen.

A-E/HM

Photo by Joshua Hoehne on Unsplash

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