Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 30 de septiembre de 2021.

Por la forma y el fondo, el mensaje grabado del Canciller Marcelo Ebrard a la Cumbre de Sistemas Alimentarios de Naciones Unidas es desconcertante. No responde a las recomendaciones que le fueron presentadas como resultado del Diálogo Nacional al que convocó el Ejecutivo para elaborar la postura de México. Tampoco responde a lo que la propia Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) comunicó por escrito a un grupo amplio de organizaciones y personas sobre lo que sería la postura del Gobierno de México en esa Cumbre. Este comunicado de la SRE fue en respuesta a una carta pública dirigida al Ejecutivo federal publicada en varios periódicos nacionales.

Hay que entender que la Cumbre se realiza en el contexto de una crisis global civilizatoria que pone en riesgo la sobrevivencia de nuestra especie en condiciones mínimas de bienestar. La Cumbre fue convocada justo con el fin de transformar el sistema alimentario dominante que contribuye de manera significativa a esta crisis global, en especial a: el calentamiento global del planeta que todo agudiza (migraciones, hambre, desastres naturales, ingobernabilidad); a la destrucción masiva de ecosistemas y su resultado, la sexta extinción masiva de especies; a la degradación y esterilidad de los suelos por el uso masivo de agrotóxicos, y a la marginación de los pequeños productores en todo el mundo excluyéndolos de los mercados y el financiamiento.

El 20 de septiembre recibimos el comunicado oficial de la SRE a la carta que dirigimos al Presidente López Obrador en la que le pedimos que la postura del Gobierno mexicano en la Cumbre fuera congruente con el interés manifestado por su Gobierno en el desarrollo de la agroecología y la defensa de los pequeños productores, y que fuera congruente también con el decreto presidencial que promulgó para el retiro del glifosato y la prohibición de la siembra de maíz transgénico en territorio nacional, así como con la implementación del etiquetado frontal de advertencia en alimentos y bebidas.

En este comunicado oficial de la Secretaría de Relaciones Exteriores se nos informó que los tres ejes centrales de la postura del Gobierno mexicano ante la Cumbre serían: “1) Transitar hacia dietas saludables, sostenibles, justas, equitativas y seguras para la salud humana, la diversidad biocultural y el ambiente; 2) promover la producción sostenible y agroecológica de alimentos revalorizando los sistemas tradicionales de nuestros pueblos originarios, y, 3) reducir el desperdicio y pérdida de alimentos”, añadiendo: “Para ello se requerirá de una gestión firme y coordinada con un enfoque transversal de derechos humanos y perspectiva de género”.

Sabemos bien que los comunicados, las participaciones en estas cumbres, son reducidas en tiempo. Lo anterior obliga a que los mensajes sean muy concisos. El mensaje del Canciller Marcelo Ebrard se nota improvisado, repetitivo y, en especial, sin tocar los temas esenciales de la Cumbre referidos a la producción de alimentos, los impactos ambientales del sistema alimentario dominante y sus efectos sociales sobre los pequeños productores. Es decir, habla, y se agradece, de los impactos del modelo de consumo y los ultraprocesados en la salud, pero no menciona aquellos aspectos que también son centrales en el cuestionamiento del actual sistema alimentarios dominante y que se refieren al medio ambiente y la exclusión social.

Es importante poner de contexto que la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios despertó una serie de protestas a escala global que denunciaron la captura de ese evento, justamente por las grandes corporaciones de la agroindustria. Como lo hemos señalado anteriormente estas corporaciones, que son las creadoras y beneficiarias del actual sistema alimentario dominante, responsables de sus graves impactos ambientales, en salud y sociales, diseñaron la Cumbre junto con Naciones Unidas. Y esto lo hicieron excluyendo a instituciones de las propias Naciones Unidas que deberían haber sido las que organizaran el evento, como el Consejo de Seguridad Alimentaria.

Los organizadores del evento, desde sus reuniones preparatorias y en la propia pre-Cumbre, comenzaron a marginar del discurso central el concepto de “agroecología” y el planteamiento de abandonar el uso de agrotóxicos. Eso afectaba los intereses de las corporaciones que dominan el mercado. Sin embargo, la agroecología no es solamente recomendable, es inevitable para la restauración del planeta y para bajar las emisiones de gases de efecto invernadero. El sistema alimentario dominante, basado en el uso intensivo de agrotóxicos, vuelve estériles los suelos generando emisiones de carbono a la atmósfera; la agroecología hace lo contrario, restaura la vida en los suelos, recupera la masa orgánica que contiene altas cantidades de carbono, es regenerativa. Se pasa así de un sistema que contribuye al calentamiento global del planeta a un sistema que captura gases de efecto invernadero, el primero agudiza el problema, el segundo contribuye a combatirlo.

Lo que llama la atención es que México tiene políticas que mostrar y que van en el sentido correcto. Pero sabemos bien que el decreto presidencial para el retiro del glifosato y la prohibición de la siembra de maíz transgénico ha generado una fuerte reacción de las grandes corporaciones globales como Bayer-Monsanto, que tanto venden el glifosato como las semillas transgénicas. Fuimos testigos de cómo actores del propio Gobierno modificaron el decreto presidencial antes de su publicación, somos testigos de más de una veintena de amparos por parte de las corporaciones contra el decreto. Y al mismo tiempo, sabemos que lo que está haciendo México lo hicieron ya varias naciones en Asia, Europa, Medio Oriente, que no hay nada nuevo, es la misma resistencia que desarrollan donde es necesario hacerlo. La lista es larga en el caso de las naciones y regiones que prohíben la siembra de transgénicos. Habría que preguntarnos por qué empresas como Bayer, ahora dueña de Monsanto, por todos los medios buscan que en México se permita la siembra de maíz transgénico cuando en Europa es impensable que sembraron trigo transgénico. Sabemos que los europeos no aceptarían consumir su cereal tradicional, el trigo, si fuera transgénico.

Tanto el decreto sobre el glifosato y el maíz transgénico, como el etiquetado frontal de advertencia en alimentos y bebidas, similar al que se ha implementado ya en otras naciones latinoamericanas, son decisiones encaminadas a mejorar aspectos del sistema alimentario que van desde la producción hasta el consumo. Por qué no mencionar ese interés en la intervención del Canciller en la Cumbre. En menos de dos minutos se podrían haber mencionado los tres ejes principales que la propia SRE nos comunicó serían el planteamiento del Gobierno mexicano.

Por otro lado, ni en el comunicado oficial ni en el mensaje del Canciller se menciona un aspecto que estuvo recurrentemente presente en todo el Diálogo Nacional que se realizó entre el 15 de abril y el 3 de septiembre con la participación de mil 132 personas de 90 instituciones y organizaciones: el conflicto de interés. Una demanda central en el diálogo fue pedir al Gobierno mexicano que exigiera a Naciones Unidas que esta Cumbre estuviera libre de conflicto de interés para garantizar que fuera el interés común de la humanidad y no el interés de entidades corporativas el que prevaleciera.

La Contracumbre realizada por organizaciones de productores, académicos, instituciones y organizaciones civiles de muy diverso orden se llevó a cabo justamente por el conflicto de interés existente en la Cumbre, por la cooptación que sufrió por parte de las grandes corporaciones. Ninguna mención al respecto, ni en la carta ni en la comunicación.

Los participantes en el Diálogo Nacional nos sentimos decepcionados y desconcertados por la improvisación evidente y el contenido del mensaje del Canciller. Tengo la esperanza, no puedo hablar por las y los demás, de que esta solamente haya sido una circunstancia excepcional y que el planteamiento de ruta de México en la Cumbre se mantenga dentro de los ejes planteados en la carta que recibimos de la SRE y el trabajo realizado en el Diálogo Nacional.

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