Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 29 de julio de 2021.

La historia se repite otra vez, las corporaciones se imponen y capturan a las Naciones Unidas. Qué hubiera pasado hace 30 años, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, 1992, si los Estados Unidos hubieran aceptado que se establecieran compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Estaríamos en otro escenario de cambio climático. Sin embargo, G. Bush y su Gobierno advirtieron que no asistirían a la Cumbre si se planteaba llegar a un acuerdo en reducción de emisiones. La amenaza estadounidense respondía a los intereses de las grandes empresas petroleras, mineras del carbón, automotrices, entre  otras, que se habían agrupado en la Coalición Global del Clima para frenar cualquier política de reducción de emisiones que afectara sus intereses. Además de su participación directa en la Cumbre, la voz de estas encabezada por el propio Gobierno de los Estados Unidos, el mayor emisor de gases de efecto invernadero en ese momento.

Tuvieron que pasar varios años para que los efectos del calentamiento global fueran tan evidentes que ya no se pudiera seguir engañando más a la población con las dudas generadas por las corporaciones, disfrazadas de ciencia, de que el fenómeno no existía y que si existía no era por causas humanas. La catástrofe planetaria tuvo que avanzar para que la respuesta comenzara a darse, para que iniciará la transición energética.

Los pasos han sido lentos y no han logrado revertir la tendencia creciente en emisiones, pero ya no hay duda del fenómeno y sus causas. Las propias empresas petroleras comienzan a ser obligadas, judicialmente, a reducir emisiones, como el caso ejemplar de Shell. En este proceso, no sólo se reconoce el calentamiento global del planeta por causas humanas, se ha comenzado a reconocer también que la forma dominante en que producimos nuestros alimentos es la principal causa de la destrucción de ecosistemas, destrucción que ha provocado ya la “Sexta Extinción Masiva de Especies”, además de ser una de las principales causas de emisiones de gases de efecto invernadero.

Se reconoce que el sistema alimentario imperante, dominado por un puñado de inmensas corporaciones transnacionales, contribuye de manera muy importante a las emisiones de gases de efecto invernadero, a la degradación y perdida de fertilidad de los suelos, es el principal contaminante del planeta, a la vez que es causa de hambre y expulsión de las familias campesinas de las tierras fértiles. Esta dominación corporativa ha provocado que las poblaciones de varias naciones de las llamadas naciones del Sur sufran hambre, mientras que en sus territorios se producen alimentos para ser exportados a las naciones del Norte. Este sistema ha provocado que se destinen enormes extensiones de tierras agrícolas a la producción de ingredientes para la elaboración de elementos ultraprocesados, productos que no tienen valor nutricional alguno y, al contrario, son un riesgo para la salud. Estos productos son la causa principal de la epidemia global de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

En este contexto, Naciones Unidas ha llamado a la realización de la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios teniendo como objetivo llegar a establecer acciones para la “erradicación del hambre, la creación de sistemas alimentarios más saludables e inclusivos y la protección de nuestro planeta”. La Cumbre se realizará en septiembre y en estos días se realiza la Pre-cumbre.

Desde hace más de 40 años se creó el Comité de Seguridad Alimentaria (CSA) de Naciones Unidas donde, desde hace más de 10 años, se estableció el Mecanismo de la Sociedad Civil y los Pueblos Indígenas. Este organismo ha establecido importantes recomendaciones sobre políticas alimentarias que han sido seguidas por diversos gobiernos. El CSA es reconocido como el organismo más democrático de Naciones Unidas, con una participación de miles de organizaciones civiles desde productores, ambientalistas, pueblos indígenas y consumidores.

Naciones Unidas traicionó a su propio organismo, el Comité de Seguridad Alimentaria (CSA), para la concepción y organización de la Cumbre. A diferencia de la Cumbre de Río donde las corporaciones, por medio de Estados Unidos, bloquearon acuerdos fundamentales para la humanidad, en la Cumbre de Sistemas Alimentarios las corporaciones dieron un salto para pasar a tomar el control y organizarla junto con Naciones Unidas. En vez de diseñar y organizar la Cumbre con el CSA, Naciones Unidas lo hizo con el Foro Económico Mundial, la mayor expresión global del mundo corporativo y financiero. El hecho llamó la atención internacional y comenzaron a desatarse las críticas a la captura de esta Cumbre. Fue entonces que Naciones Unidas, al servicio de la industria de agroquímicos y transgénicos, comenzó a maquillar el evento para hacerlo parecer democrático e incluyente.

La Cumbre está cooptada, capturada por las corporaciones de agroquímicos y transgénicos, las que manejan el mercado internacional de granos y de los principales ingredientes para los productos ultraprocesados. Justamente se trata de las corporaciones que han impuesto un modelo agrícola devastador, contaminante y con una alta concentración de la tierra, un sistema que basa su producción en el trabajo de jornaleros agrícolas que laboran en las peores condiciones de salario, exposición a tóxicos y desplazamiento. Es uno de los sector en que se presentan las mayores violaciones a los derechos humanos de los trabajadores. Los organizadores de la Cumbre han declarado que las corporaciones no participan en la Cumbre y así es, no lo hacen directamente, guardan la cara, lo hacen a través de diversas asociaciones empresariales y organizaciones de fachada que sirven a sus intereses.

En este proceso, el Mecanismo de la Sociedad Civil, formado al interior del Comité de Seguridad Alimentaria, que representa a más de 380 millones de campesinos, de pescadores, pastoralistas, pueblos indígenas, consumidores, comunidades urbanas en inseguridad alimentaria, mujeres, jóvenes, personas sin tierra, entre otros, tomó la decisión de no reconocer la Cumbre, denunciar la interferencia de las corporaciones y realizar con el movimiento civil internacional una Cumbre alternativa. Una denuncia que ha unido a sectores sociales, académicos, exfuncionarios de Naciones Unidas, organizaciones de toda índole.

A sólo un día de haber iniciado las actividades oficiales de la Pre-Cumbre, el Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sustentables (IPES-Food), un grupo de los más reconocidos especialistas independientes en la materia, anunció su retiro de la Cumbre. Se espera que existan voces que desde dentro hablen por el interés de la humanidad no sobre las nuevas tecnologías que presentan las grandes corporaciones y que no son más que formas de mayor control del que ya ejercen. En este sentido, el subsecretario de Agricultura Victor Suárez, expresidente de la Asociación Nacional de Empresas comercializadoras de Productos del campo realizó una intervención importante en la Cumbre, señalando la necesidad de regular los agroquímicos, favorecer la agroecología, parar los transgénicos y regular los ultraprocesados con varias medidas, como los etiquetados de advertencia.

En este proceso de cooptación de la Cumbre y de Naciones Unidas por las corporaciones de los agronegocios una voz crítica importante ha sido la de los expertos que han tenido el cargo de relatores de Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación. Los relatores han dedicado parte de su vida a realizar reportes de la situación de la alimentación en diversas regiones del mundo, como Olivier de Shutter que elaboró un reporte sobre México.

De Shutter fue uno de los primeros en denunciar la captura de la Cumbre y señalar cómo la agroecología que debería ser el centro de la propuesta está siendo evadida o usada por las corporaciones desvirtuando su sentido. De Shutter escribió:

“En la última década se han logrado enormes progresos en el desarrollo, la difusión y la documentación de los beneficios de la agroecología. Los sistemas agroecológicos toman una variedad de formas (agrosilvicultura, policultivos, sistemas mixtos cultivo-ganadería) y son llamados por una variedad de nombres (orgánico, regenerativo, biodinámico, permacultura, etc.). Pero lo que tienen en común es la diversidad. La agroecología crea resiliencia mediante la combinación de diferentes plantas y animales, y utiliza sinergias naturales –no productos químicos sintéticos– para regenerar suelos, fertilizar cultivos y combatir plagas”.

La agroecología ha sido ampliamente respaldada por científicos, grupos de la sociedad civil y organizaciones de agricultores. Su capacidad única para transformar todo el sistema alimentario y reconciliar las dimensiones económicas, ambientales y sociales de la sostenibilidad ha sido reconocida por la evaluación de la agricultura mundial (IAASTD, por sus servicios), dirigida por el Banco Mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) e informes históricos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático y la Plataforma Intergubernamental de Políticas y Ciencia en Biodiversidad y Ecosistemas… En la India, Sikkim se ha convertido en el primer estado 100 por ciento orgánico del mundo, mientras que en Andhra Pradesh 580 mil granjas han adoptado la “agricultura natural de cero emisiones” y están viendo beneficios económicos y ambientales”.

La utilización de sinergias naturales entre plantas-plantas y animales-plantas, el uso de fertilizantes orgánicos y la aplicación de la ciencia al conocimiento y uso de estas sinergias están mostrando la alternativa para la salud del planeta y la población. Sin embargo, este es un conocimiento y una ciencia que queda en las manos de los productores, que se vuelve de uso colectivo, sin patentes, algo que va en sentido contrario al control corporativo que busca que el productor dependa de todos los insumos, semillas y nuevas tecnologías que introduce al mercado.

El descrédito de la Cumbre de Sistemas Alimentarios avanza y debe ser un punto de quiebre para recuperar los espacios de Naciones Unidas de la interferencia de los intereses corporativos. El futuro de la humanidad se está jugando cuando estamos en un umbral muy crítico en el cual ya no se puede seguir haciendo lo mismo esperando resultados diferentes, porque esos resultados ya están poniendo el presente y futuro en riesgo.

Al tiempo que se realiza la Pre-Cumbre, miles de eventos alrededor del mundo se llevan a cabo para impulsar las alternativas con el fin de cambiar el sistema alimentario dominante, para hacerlo sustentable, que ayude a capturar gases de efecto invernadero en lugar de emitirlos, para que podamos mantener la agrobiodiversidad de nuestros alimentos y nuestras culturas culinarias, para que los campesinos y campesinas puedan fortalecerse en los mercados locales y regionales, para darles un futuro menos caótico a nuestros hijos.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.