Por Renée Alexander y Simran Sethi, The Counter, 19 de julio de 2021.

El decreto del Presidente López Obrador podría forjar la “esperanza en casa” promulgan funcionarios estadounidenses.

El mes pasado, en su primer viaje internacional como vicepresidenta, Kamala Harris ofreció un mensaje directo a los migrantes mexicanos y centroamericanos considerando “el peligroso viaje” a los Estados Unidos: “No vengan”. En lugar de sofocar las olas de migración a través de medidas punitivas en la frontera, dijo, la administración de Biden alentaría a las personas a quedarse en sus países al centrarse en programas que den “esperanza en casa”

La idea de la administración (por lo menos en teoría) es centrarse en las causas estructurales de la partida, en lugar de presionar a aquellos que están lo suficientemente vulnerables o desesperados – como para arriesgarse al viaje. Pero cualquier intento de una reforma genuina necesitará tomar en cuenta el impacto de las políticas comerciales de Estados Unidos sobre la pobreza en el extranjero, particularmente relacionadas a alimentación y agricultura.

México es el socio comercial agrícola más grande de los Estados Unidos, esto se debe principalmente al Tratado de Libre Comercio de Norte América (TLCNA), un tratado promulgado en 1994 que eliminó las tarifas de la mayoría de bienes producidos e intercambiados entre los Estados Unidos, México y Canadá. Si bien el TLCAN fue proclamado por el gobierno de Estados Unidos como un instrumento para reducir las barreras de intercambio, como The Counter reportó previamente, el pacto devastó las economías rurales en México, inundando el mercado con maíz estadounidense barato, subsidiado por el gobierno y devastando los precios de maíz doméstico en casi 70 porciento. Este cambio llevó a que alrededor de 2 millones de trabajadores agrícolas  abandonaran el campo y buscaran trabajo en ciudades grandes o cruzaran la frontera a los Estados Unidos.

El Acuerdo de Libre Comercio Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC) – la nueva versión del l TLCAN, que entró en vigor en el 2020 –no hizo más que profundizar el desafío. Promocionado por el en ese entonces Secretario de Agricultura de los Estados Unidos, Sonny Perdue como “un mejor trato para los agricultores, consumidores y trabajadores de América que les ayudará a conseguir éxito durante las siguientes décadas,” T-MEC ha hecho muy poco para beneficiar a los pequeños agricultores y de substinencia o contener el flujo migratorio que cayó durante el pico de la pandemia pero, de nuevo, está aumentando.La Nueva información dada a conocer el viernes por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos muestra que junio fue el mes con mayores arribos a la frontera sur desde que Biden llegó al poder.

Casi el total de las 16 millones de toneladas de maíz que México importa cada año son usadas para ganado y propósitos industriales, en tanto que el maíz para consumo humano es cultivado localmente.

 Ahora, a días de la expiración de la última prohibición de viaje no esencial entre los E.U. y México, no es claro cómo pretende la administración de Biden reconocer su legado. Pero si nuestros vecinos del sur buscan “esperanza en casa” podrían encontrarle en la forma de cambios de políticas públicas cultivadas dentro de México.

El 31 de diciembre de 2020, el Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador firmó un decreto que le permitiría a los agricultores mexicanos recuperar su medio de vida en su país de origen. El decreto exige la eliminación gradual para el 2024 de dos pilares del agronegocio estadounidense: glifosato y maíz genéticamente modificado (GM), particularmente maíz de grano consumido como parte de “la dieta de las mujeres y hombres de México.”

El glifosato es un herbicida que se aplica sobre el maíz y otros cultivos que han sido genéticamente modificados para tolerar sus propiedades mata-malezas. Es el ingrediente activo del Roundup, un producto insignia de la compañía anteriormente conocida como Monsanto, que, en el 2018, fue adquirida y absorbida por completo por la compañía química alemana Bayer.

El decreto de López Obrador fue creado con la meta explícita de reconstruir la auto-suficiencia y reclamar la soberanía alimentaria, esfuerzos que se erosionaron bajo el TLCAN debido al requerimiento de que México abriera sus mercados al maíz estadounidense. México ahora compra 25 po rciento de las exportaciones estadounidenses de maíz, por valor de más de $2.7 mil millones de dólares anuales. Casi la totalidad de las 16 millones de toneladas de maíz que México importa cada año son usadas para ganado y propósitos industriales, mientras que el maíz para consumo humano es cultivado localmente. Aún así, las importaciones representan una tercera parte de la demanda general de maíz de México.

Debido a la redacción del decreto, sigue sin estar claro si el maíz GM para pienso animal será sujeto de una prohibición eventual. Mientras que el Secretario de Agricultura mexicano Victor Villalobos Arambula ha asegurado al Secretario de Agricultura de E.U. Tom Vilsack que sólo el grano para productos alimenticios humanos será afectado, el decreto, vagamente formulado, es materia de interpretación por los Ministerios de Agricultura, Salud y Medioambiente así como por el  CONACyT, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Las últimas tres de estas cuatro partes están más alineadas cercanamento con el Viceministro de Agricultura Víctor Suárez, agrónomo y arquitecto clave del decreto, que aboga por la prohibición de todas las importaciones de maíz GM.

La prohibición gradual podría transformar el multimillonario intercambio de granos entre los Estados Unidos y México.

 Si bien la tarea es titánica, la prohibición gradual podría transformar el multimillonario intercambio de granos entre los Estados Unidos y México, y aumentar la participación en el mercado de los agricultores locales mexicanos. Pero para reemplazar estas importaciones, los agricultores mexicanos tendrían que aumentar la producción doméstica por casi 60 porciento, una meta desestimada como irreal por críticos de la política. Suárez reconoció el desafiante reto en febrero, cuando dijo, “Digamos que no alcanzamos la meta de sustituir las 16 millones de toneladas [de importaciones], y sólo alcanzaremos la sustitución de 10 millones. Bueno, deberíamos evaluar eso durante el trayecto y… hacer el ajuste necesario… Tenemos que colocar el derecho a la vida, el derecho a la salud, el derecho a un ambiente sano antes que… a los negocios.”

Esta orden ejecutiva no sólo hace avanzar un compromiso clave que López Obrador hizo durante su discurso inaugural en el 2018 sobre la necesidad de conseguir la autosuficiencia en granos. Se basa en más de una década de resistencia de movimientos de base contra la decisión de un gobierno anterior de conceder permisos para el cultivo de maíz GM. Esta resistencia incluye los esfuerzos de 2013 de una coalición de defensores de justicia social y ambiental, pequeños agricultores, apicultores y científicos mexicanos que presentaron una demanda colectiva para detener más permisos de maíz GM. El grupo argumentó que los cultivos impactarían de manera negativa a pequeños agricultores cuyos modos de vida dependían de cultivar el alimento de primera necesidad (alguna vez la mayor fuente de empleo rural) y amenazaría la biodiversidad de variedades nativas de maíz que ya estaban en peligro de desaparecer. “Nuestro país debe buscar establecer una producción agrícola sustentable y culturalmente adecuada, a través del uso de prácticas agrícolas y de insumos que sean seguros para la salud humana, la diversidad biocultural y el ambiente del país, así como congruente con las tradiciones agrícolas de México,” asevera el decreto.

Si bien la prohibición existente en México sobre el cultivo de maíz GM implica que el glifosato no se aplique directamente en maíz cultivado dentro del país, el químico es usado en cultivos GM permitidos como el algodón y como herbicida de propósito general. Grupos indígenas han luchado por largo tiempo para limitar su uso en sus tierras, citando peligros ambientales y de salud. “Sabemos que el glifosato está categorizado como un probable carcinógeno humano,” afirma Tim Wise, consultor jefe en el Instituto para la Agricultura y Políticas de Comercio y autor de Comiendo Mañana: Agronegocio, agricultores familiares y la batalla por el futuro de los alimentos. “ La eliminación gradual de México encaja con un plan mayor de prohibir una variedad de químicos que son considerados ultra peligrosos.”

El glifosato es de uso extendido  en los Estados Unidos, donde se aplica sobre casi todo el maíz cultivado para uso local así como para exportación. Casi todo este maíz es genéticamente modificado para resistir la aplicación directa del glifosato y otros herbidas, incluyendo el glufosinato y dicamba.

A pesar de numerosos veredictos legales dentro de los Estados Unidos donde se sentencia que el Roundup causó cáncer en los usuarios del producto de los E.U., Bayer – quien heredó  miles de demandas asociadas con el producto cuando adquirió a Monsanto – mantiene que los científicos han determinado que el glifosato es seguro para el uso humano.

Sin embargo, The Counter y otros medios han reportado que Monsanto ayudó a escribir de manera fantasma estudios que defendían los impactos a la salud del producto, y mantuvo expedientes de periodistas y legisladores intentando influenciar tanto el reportaje y regulación del químico. Además, comentarios recientes de investigadores en el Instituto de Investigación del Cáncer en la Universidad Médica de Viena en Austria indicaron que la mayoría de los estudios de seguridad respaldados por corporaciones citados por Bayer se basan en ciencia deficiente y anticuada.

Casi todo este maíz está genéticamente modificado para soportar la aplicación directa del glifosato u otros herbicidas, incluyendo glufosinato y dicamba.

 Aún así, Bayer, sus pares industriales y el gobierno de E.U. siguen unidos en su oposición a la eliminación gradual de México. Una desenmascarada del Guardian publicada en febrero reveló un esfuerzo coordinado entre legisladores gubernamentales de Trump, Bayer y cabilderos de CropLife America presionando a México para abandonar su decreto de prohibición. Todavía más reciente, una carta conjunta para el secretario Vilsack y la Representante de Comercio de E.U. Katherine Tai firmada por más de dos docenas de pesos pesados agrícolas locales, así como una lectura de una reunión virtual del 17 de mayo entre Tai y la Secretaria de Economía de México, Tatiana Clouthier, ilustran el énfasis de Estados Unidos en “una reanudación inmediata de autorizaciones para productos agrícolas biotecnológicos en México.”

Adicionalmente, una declaración oficial de CropLife decía que el decreto “… sentó un precedente peligroso. No está basado en una análisis de riesgos integral [e] ignora comentarios públicos de la comunidad de cultivadores mexicanos que muestran el devastador impacto que la prohibición tendría sobre la agricultura mexicana.”

El plan de la eliminación gradual ha generado resistencia, que se evidencia en 17 desafíos legales infrucutosos en las cortes mexicanas, principalmente provenientes de intereses del agronegocio incluyendo el Consejo Agrícola Nacional del país. En una entrevista con Reuters, la representante del Consejo Agrícola Nacional Laura Tamayo (quien también trabaja como directora corporativa regional para Bayer) dijo, “La falta de acceso a opciones de producción nos coloca en desventaja comparativa respecto de nuestros competidores, como los agricultores de maíz en los Estados Unidos.”

Leticia López Zepeda, directora ejecutiva de la cooperativa autónoma de pequeños y medianos productores de grano comercial conocida como ANEC, concedió que una transformación de la agricultura mexicana tomará años, si no décadas. “Encontrar un sustituto para el glifosato es increíblemente retador. Es como una adicción, una alternativa debe ser formada para satisfacer las necesidades [de los agricultores].” Sin embargo, dijo, “Los campesinos tienen las herramientas y recursos que necesitan, y están emocionados por regresar a la cultura de agricultura tradicional.”

López Zepeda sugirió que los agricultores que conforman la cooperativa prefieren aceptar nuevos retos que trabajar con el sistema que apoya el maíz GM. Desde su punto de vista, ese sistema vende la falsa publicidad de que todo se trata de alimentar a las personas, pero ha fracasado: “Intentan vender la idea de que con maíz transgénico, le daremos buena nutrición al mundo. Pero sabemos que eso es mentira pues el maíz transgénico se aferrará y transferirá todo el glifosato [a las personas].”

Aunque los agricultores mexicanos se dedican a  cultivar las 25 millones de toneladas de maíz blanco usadas anualmente para hacer tortillas y otros básicos de la dieta, el maíz transgénico continúa filtrándose en el suministro de alimento de México: indirectamente a través del consumo de la proteína animal, y directamente a través de productos alimenticios como la maicena y jarabe de maíz de alta fructosa que permite el maíz GM, así como a través de intercambios de semilla informal.

“Los campesinos tienen las herramientas y recursos que necesitan, y están emocionados por regresar a la cultura de agricultura tradicional.”

 “Los granos de maíz son semillas. Ya sea que son para alimento de ganado o algo más, si un agricultor los ve y no sabe que son transgénicos, él o ella los va a plantar,” explicó Wise. “Aunque México ha prohibido el cultivo de maíz GM [con excepción de proyectos experimentales limitados], la contaminación a través de la polinización cruzada con maíz nativo está sucediendo, inadvertidamente, de cualquier maíz que está siendo importado desde los Estados Unidos.”

Aunque los detalles completos del plan no han sido develados, Wise afirma que alternativas “sustentables y culturalmente apropiadas” al glifosato están siendo desarrolladas activamente. “Un ensayo  experimental en el corazón del país del maíz industrial donde se encuentran las granjas más grandes, demuestra que al emplear una serie de aplicaciones de biofertilización y biopesticidas como un sustituto para el glifosato, los agricultores podrían obtener rendimientos comparables por costos mucho más bajos.”

A pesar de la incertidumbre sobre la manera en que los  transgenes del maíz GM o alternativas al glifosato podrían impactar los cultivos nativos y remodelar la agricultura local, una cosa es segura, comparte Mauricio Bellon, el ecológo humanista y profesor de investigación en el Centro Swette para los Sistemas Alimenticios Sustentables de la Universidad Estatal de Arizona: “La introducción de variedades transgénicas es erosión cultural. Amenaza las prácticas e instituciones que han sido mantenidas desde que se originó el cultivo.”

México es el mayor , más diverso y  con mayor  resistencia genética de maíz en todo el mundo, hogar de casi 60 razas nativas de maíz, además de su pariente silvestre, teocintle. Estas variedades – las cuales han sido preservadas a través de prácticas de la guarda de semillas durante múltiples generaciones – mantienen características genéticas que necesitarán ser reproducidas en cepas comerciales, ayudándoles a responder mejor a amenazas de pestes, enfermedad y volatibilidad del cambio climático. El maíz GM representa una amenaza existencial a aquellas variedades nativas, dado que su mezcla podría llevar a la creación de genes patentados, haciendo de ellos propiedad intelectual de compañías como Bayer.

“¿Qué sucede con los derechos de los agricultores si su cultivo está contaminado con semilla GM?” se pregunta Bellon. “Guardar semillas podría, teóricamente, convertirse en un actividad ilegal.” Sus preocupaciones alrededor de la legalidad de almacenar y compartir semillas están basadas en precedentes y evidencias, no sólo en los tratados de semillas mundiales, sino en regulaciones dentro de los Estados Unidos.

Además de sustentar características que son esenciales para la reproducción futura, Bellon recalca, la producción de siglos de antigüedad de México y prácticas culinarias revelan una profunda conexión que se extiende mucho más allá de la nutrición física al plano espiritual y al sustento cultural. El maíz no sólo es un alimento base de la dieta. Es una parte integral de la tierra y cultura mexicanas. “La invención del maíz por los mexicanos,” dijo Octavio Paz, poeta y premio Nobel, “sólo es comparable a la invención del fuego por el hombre.”

“Si este maíz es considerado una mercancía bajo la premisa de auto-suficiencia alimentaria, perderá su fuerza como un producto de especialidad: su valor [económico] más importante.”

 A pesar de su conexión única e integral al pasado, presente y futuro del maíz, no todo el mundo está de acuerdo con que las importaciones GM ponen en peligro los cultivos de México, o que mayores rendimientos beneficiarán a pequeños agricultores. Como director general del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas, la agencia del país dedicada a preservar y certificar variedades locales de plantas, Enriqueta Molina Macías supervisó el programa de Protección de Variedades Vegetales en México. Ella asegura que la modificación genética, y su potencial contaminación genética, no son lo que realmente amenaza a las especies nativas de maíz de México: “El maíz genéticamente modificado no ha sido autorizado para su uso comercial. La reducción de la presencia de razas nativas probablemente es causada por el uso de nuevas variedades de plantas, incluyendo híbridos con mejores rendimientos, mayor calidad industrial y mayor homogeneidad.”

Señalar únicamente al maíz GM, dijo, no mitiga la pérdida de biodiversidad, y de hecho, explicó, la orden del gobierno podría aumentar la amenaza. “Los agricultores que cultivan maíz nativo son parte de nuestra población rural más vulnerable,” dijo. “Si este maíz es considerado una mercancía bajo la premisa de autosuficiencia alimentaria, perderá su fuerza como producto de especialidad: su valor económico más importante].” Un aumento en los rendimientos locales podría bajar los precios y obligar a los agricultores locales a cultivar variedades de mayor rendimiento. El mayor contribuyente a la erosión de variedades nativas biodiversas, dijo, es la falta de políticas públicas orientadas a  apoyar a la mayoría de los agricultores de substinencia que cultivan el cultivo.

Pero, de acuerdo a López Zepeda de ANEC, el gobierno mexicano está extendiendo apoyo. Señaló los programas implementados bajo el presidente López Obrador que le paga a agricultores un precio mayor que los precios de mercado por sus cultivos y provee de subsidios financieros durante la producción a agricultores que trabajen en menos de cinco hectáreas (alrededor de 12 acres) Otros proyectos respaldados por el gobierno enseñan a los productores de maíz cómo realizar la transición del glifosato hacia métodos agrícolas agroecológicos y le paga a residentes rurales para cultivar proyectos agroforestales en su propiedad.

Estos proyectos son vistos con buenos ojos por  activistas de soberanía alimentaria y ambientales en ambos lados de la frontera que defienden el decreto, incluyendo una coalición de 80 organizaciones que firmaron una carta oponiéndose a la interferencia de E.U. a la eliminación gradual del glifosato y maíz GM en México. “Hacemos el llamado al Secretario Vilsack y Representante de Comercio Tai, como líderes clave en la nueva administración, a respetar la decisión de México de proteger tanto la salud pública como la integridad de la agricultura mexicana,” dijo Kristin Schafer, Directora Ejecutiva de la Red de Acción Plaguicidas de Norte América, una organización dedicada a reducir la proliferación de insumos sintéticos en el suministro de alimento, en una conferencia de prensa. “Es completamente inaceptable para las agencias públicas de E.U. estar haciéndole los mandados a corporaciones de pesticidas como Bayer, a quienes sólo les importa mantener sus beneficios.

En México, el apoyo incluye al movimiento nacional Sin Maíz, No Hay País, el cual le entregó a autoridades mexicanas una carta similar firmada por 335 organizaciones que les exigían “…no ceder al chantaje de asociaciones que en su afán de mantener sus ganancias y preservar su poder han cruzado los límites de la ética y salud, dañando seriamente la salud, economía y biodiversidad de la población mexicana,” y “… construir en conjunto un nuevo modelo de sistema agroalimenticio y nutricional.”

Aunque el presidente López Obrador está comprometido a reducir la dependencia de México al maíz extranjero, Wise explicó que la meta final es la elección. “Autosuficiencia no significa que cada bocado de alimento que comemos sea cultivado por nuestros agricultores. La soberanía alimentaria significa que podemos determinar dónde, cuándo y cómo conseguimos nuestros alimentos y cómo alimentamos a nuestra gente. Y eso puede venir del comercio. Esa es una elección – cuánto se comercia, cuánta es producción doméstica – una elección soberana que México debería de poder hacer.”

“Deberían observar las políticas públicas implementadas y decir, ‘tal vez necesitamos algunas del mismo estilo para apoyar a nuestro país.”

El objetivo final, añadió López Zepeda, es derribar el modelo de agronegocios corporativo por completo antes de que elimine a la agricultura como la conocen los agricultores mexicanos. Si bien admite que la batalla es cuesta arriba, la anima y le da fuerzas el hecho de que los campesinos están luchando en solidaridad con muchos otros agricultores alrededor del mundo que también creen en la biodiversidad. “Mundialmente, todos estamos peleando para evitar que se produzca maíz OGM. [Bayer y Monsanto] tienen una visión inhumana y deshumanizan la nutrición y a los campesinos. Son enemigos del pueblo. Son enemigos del planeta. Van a caer con la lucha de que vamos a continuar que vamos a seguirles dando. Vamos a defender y proteger la agricultura y mantenerla pura.”

Si bien la eliminación gradual tiene fuertes consecuencias a nivel comercial para los Estados Unidos, Wise dice que la administración de Biden no sólo debería respetar el derecho de México de hacer cambios ,sino considerar impulsar cambios similares. De hecho, varias ciudades estadounidenses incluyendo a Seattle, Miami, Austin, Los Ángeles Boston, San Francisco y Nueva York ya han limitado o prohibido el uso del glifosato.

“Nuestros suelos están agotados, estamos envenenando nuestras aguas,” dice. “Deberían observar las  políticas públicas implementadas y decir, ‘Tal vez necesitamos hacer algunas cosas del mismo tipo para apoyar a nuestro país.’ También nos enfrentamos a crisis ambientales y económicas en áreas rurales.Allí también debemos tomar medidas similares.”

El reportaje de Simran Sethi fue posible en parte por el Fondo de Periodismo Ambiental de la Sociedad de Periodistas Ambientales.

 Traducción al español por Mariana Escalante, Edición de Ercilia Sahores, Asociación de Consumidores Orgánicos.

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