Por Alejandro Calvillo, Sin Embargo, 03 de junio de 2021.

Primero. Se trata de la mayor empresa en el mundo productora de ultraprocesados. Nestlé, junto con un puñado pequeño de otras corporaciones globales como Coca Cola, Unilever, PepsiCo, entre otras, tienen la responsabilidad de haber invadido el mundo con productos comestibles ultraprocesados que son la principal causa de la pandemia de sobrepeso y obesidad global.

Segundo. La gran industria de los ultraprocesados, de lo que comúnmente llamamos comida chatarra y bebidas azucaradas, durante decenios ha negado su responsabilidad en esta pandemia manteniendo y publicitando el dogma de que “no hay alimentos buenos y malos”. Sin embargo, en documentos internos, reconoce lo contrario. Con todas sus diferencias, se trata de una práctica común a la industria de tabaco que negó durante años que el fumar fuera adictivo y causara un daño, teniendo documentos internos que reconocían el alto poder adictivo del tabaco y sus daños a la salud. Nestlé, como las demás corporaciones de los ultraprocesados, conoce bien su responsabilidad en la pandemia de sobrepeso y obesidad.

Tercero. El reconocimiento de Nestlé es justamente en el sentido de que la mayor parte de sus productos se exceden en contenidos de los tres ingredientes (azúcar, sal, grasa) que son la causa principal de las enfermedades crónicas no transmisibles, junto con el tabaco y el alcohol. El exceso de estos tres ingredientes (azúcar, sal, grasa) en los productos es lo que reporta el nuevo etiquetado a los consumidores en México. Nestlé reconoce en documento interno que la mayor parte de sus productos no cumplen con los criterios de salud por el alto contenido de azúcar, grasas y sodio que contienen, pero se opone al etiquetado frontal de México que permite al consumidor saber que un producto tiene exceso de estos ingredientes.

Cuarto. Nestlé es la corporación global que tiene una mayor gama de productos dirigidos a la infancia, son los productos que tienen mayores cantidades de azúcares, grasas y sal. Nestlé ha jugado un papel determinante en deformar el gusto de los niños desde muy temprana edad hacia productos altamente dulces e hiperpalatables que van desplazando o problematizan el desarrollo del gusto por frutas, verduras y cereales integrales. Reconoce en su documento interno que estos productos no son calificados como saludables, pero continúa defendiendo el uso de estrategias publicitarias altamente persuasivas, como los personajes en sus empaques, para atraer a las niñas y niños a su consumo.

Se puede decir que Nestlé ha sido la única corporación frente a la cual Naciones Unidas ha tenido que establecer un acuerdo internacional para detener sus prácticas. Se trata del Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna para detener las prácticas publicitarias y la introducción masiva en todo el mundo de sus sustitutos de leche materna. Esta práctica fue denunciada como criminal desde hace 80 años y a pesar del Código Internacional Nestlé sigue usándola.

Lo que tiene en común los productos de Nestlé con los de todas las otras corporaciones globales de alimentos y bebidas ultraprocesadas está en el diseño de sus productos. El diseño de estos productos busca que sean hiperpalatables, si es posible, adictivos. Para ello, añaden lo que se le ha llamado el Santo Grial de la Chatarra: azúcar, grasas y sal. A este Santo Grial de la Chatarra se le añade un coctel de ingredientes sintéticos para aumentar su atractivo, es decir, una serie de ingredientes cosméticos: colorantes, saborizantes, aromatizantes, textutizadores, con el fin de volverlos sensorialmente más atractivos.

El destacado periodista de investigación del New York Times, Michael Moss, premio Pullitzer, en su muy reconocido y premiado libro Sugar, Salt, Fat. How the Food Giants Hooked Us (Azúcar, Sal, Grasa. Como los Gigantes de los Alimentos nos Atraparon) escribió: “Casi todos los cientos de químicos, técnicos en alimentos, ejecutivos de marketing, presidentes de directorio y lobistas de la industria (de productos ultra-procesados) que entrevisté para mi libro, dejaron en claro que las compañías no van a renunciar de manera real al azúcar, grasa y sal en sus productos, sin antes dar una dura pelea”.  Moss describe en su libro como todos estos expertos participan en el diseño de los productos con el objetivo consciente de hacerlos adictivos, teniendo como base al Santo Grial de la Chatarra: azúcar, grasas y sal.

Los productos de Nestlé y estas otras corporaciones han invadido todos los rincones del planeta alterando las dietas y generando nuevos hábitos alimentarios. Nestlé es una de las corporaciones que tiene la mayor penetración geográfica llegando tanto a poblaciones en las riberas del río Amazonas y sus afluentes, hasta las recónditas aldeas de Nepal. En la foto inicial de este artículo se muestra un barco que comercializaba en las riberas del río Amazonas los productos de Nestlé. Un documental reciente de la BBC, sólo disponible ahora en el Reino Unido, muestra cómo esta estrategia de Nestlé fue la punta de lanza para deteriorar los hábitos alimentarios de los niños en esas comunidades apartadas y desarrollar un problema de obesidad y diabetes que no existía.

El Finantial Times informa que el documento interno de Nestlé circuló a inicios del año entre sus altos ejecutivos y que en él se afirma que la mayor parte de sus productos no pueden considerarse saludables bajo una “definición reconocida de salud”. Se trataba de cómo respondían sus productos frente al etiquetado frontal voluntario establecido en Australia que califica los productos en un ranking de 0 a cinco estrellas.

Otro documento interno de la empresa que se difundió públicamente, pero de Nestlé en México, fue una carta dirigida a sus proveedores para que se opusieran al etiquetado de advertencia establecido en México cuando estaba en consulta pública. La carta a sus proveedores ponía el énfasis en que la empresa ya no podría utilizar sus personajes dirigidos a los niños en los empaques de sus productos que tuvieran alguna advertencia, es decir, que tuvieran excesos de azúcar, grasas y sodio. Nestlé quería que sus proveedores, además de proveerlos de materias primas, fueran cómplices en sus estrategias de mercadeo de productos no saludables dirigidas a los niños.

Nestlé se había comprometido, hace años, ante la directora de la OMS y, después, ante la Secretaría de Salud de México, de no realizar publicidad a menores de 12 años de productos no saludables. A pesar de ese compromiso, que está documentado, ahora que se establece en México la prohibición de los personajes con el nuevo etiquetado en los productos con exceso de azúcares, grasas, sodio y con presencia de edulcorantes, Nestlé cabildea y mueve a sus proveedores en contra.

Han pasado más de 13 años desde que la Asociación Internacional de Bebidas y Alimentos, que reúne a todas estas corporaciones a escala global, el 13 de mayo de 2008, se dirigió a la Directora General de la Organización Mundial de la Salud: “La industria de alimentos y bebidas…está haciendo progresos significativos fortaleciendo la autorregulación publicitaria globalmente…nosotros aplicaremos nuestros compromisos individuales en publicidad (dirigida a la infancia) en una base global”. Han pasado más de 13 años y el compromiso quedó en palabras y las acciones de estas empresas, entre ellas Nestlé, se han dirigido a bloquear la posibilidad de que se regule la publicidad que dirigen a niños de productos no saludables.

La humanidad enfrenta un fenómeno que el director del Instituto Nacional de Salud Pública, el Dr. Juan Rivera Dommarco, describe como un cambio físico de la especie que no se había presentado en toda su existencia, refiriéndose al sobrepeso y la obesidad. Este cambio físico afecta ya casi a una tercera parte de la humanidad y, en países como México, a más del 70 por ciento de la población adulta. Señala el Dr. Rivera, como lo hacen instituciones internacionales y nacionales alrededor del mundo, la principal causa está en el abandono de las dietas tradicionales a cambio del consumo de productos ultraprocesados con altas cantidades de azúcares, grasas y sodio.

Es importante destacar que parte esencial de las políticas de salud pública se enfocan en reducir estos tres ingredientes en nuestra dieta, pero también deben incluir el recuperar el consumo de nuestros alimentos de verdad. Los ultraprocesados  podrán ser menos malos, si son bajos en azúcares, grasas y sodio, pero no serán productos saludables, recomendables. Lo que necesitamos son alimentos frescos, frutas, verduras granos y alimentos mínimamente procesados. Los alimentos que vengan de las cocinas, de nuestras culturas culinarias, elaborados con alimentos naturales, manteniendo gran parte de sus cualidades nutricionales. No productos comestibles provenientes de las fábricas, con un coctel de ingredientes sintéticos. Tenemos que recuperar, en cada rincón del planeta, la cultura alimentaria y culinaria que heredamos.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.