Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 16 de mayo de 2021.

HISTORIA EN BREVE

  • Los países desarrollados han administrado alrededor del 75 % de las vacunas contra el COVID-19, mientras que más de 100 países no han recibido ni una sola dosis
  • Liberar las patentes permitiría que se fabriquen versiones genéricas, lo que incrementaría los suministros y reduciría los costos y significaría que las vacunas puedan llegar a países de bajos y medianos ingresos
  • Dijo que no es una cuestión de propiedad intelectual, sino porque “hay un número limitado de fábricas de vacunas en el mundo” y “no es como si hubiera una fábrica de vacunas inactiva, con aprobación regulatoria, que fabrica mágicamente vacunas seguras”
  • Si compartieran la patente, varias fábricas de vacunas podrían producir cientos de millones de vacunas contra el COVID-19

Pero este malévolo personaje ha sido terco desde el comienzo de la pandemia al decir que la única forma de ponerle fin es vacunar a todo el mundo. En abril de 2020, en un blog afirmó, “necesitamos fabricar y distribuir al menos 7 mil millones de dosis de la vacuna o incluso hasta 14 mil millones, si es una vacuna multidosis” y también dijo, “sospecho que la vacuna contra el COVID-19 se convertirá en parte del programa de vacunación para los recién nacidos”.

Por casualidad, Gates también apoyó y participó en el Evento 201, que simuló una pandemia mundial a causa de un nuevo coronavirus y ¿cuál cree que fue la respuesta simulada? pues la misma que se convirtió en una realidad unos cuantos meses después. Desarrollar y distribuir medicamentos antivirales patentables y una nueva generación de vacunas.

Y ahora que las vacunas contra el COVID-19 son una realidad, Gates se niega a liberar las patentes, lo que permitiría que se fabriquen versiones genéricas, que, a su vez, incrementaría los suministros, reduciría los costos y significaría que las vacunas puedan llegar a países de bajos y medianos ingresos.

Después de todo, según Gates ese era el objetivo, así que es irónico que declarara para Sky News de Gran Bretaña que liberar las patentes de las vacunas contra el COVID-19 sería inútil, una declaración que para Krystal Ball, presentadora de The Hill’s “Rising With Krystal y el programa matutino de Saagar”, es una total mentira impulsada por una sola palabra: codicia.

Bill Gates mintió sobre las patentes de vacunas

De acuerdo con Ball, los países desarrollados han administrado alrededor del 75 % de las vacunas contra el COVID-19, mientras que más de 100 países no han recibido ni una sola dosis.

Y aunque hay varias razones por las que debería pensarlo dos veces antes de vacunarse, tales como el pasado criminal de los fabricantes de vacunas, falta de pruebas de seguridad a largo plazo o consentimiento informado e inconsistencias en los reportes de reacciones adversas y muerte, si retomamos el objetivo de Gates de vacunar a la población mundial, resulta evidente que no hay vacunas disponibles en gran parte del mundo.

A finales de abril de 2021, Estados Unidos liberó un embargo de materias primas necesarias para ayudar a fabricar vacunas contra el COVID-19 en la India, lo que incrementaría las tasas de vacunación. Luego, hubo comentarios de Gates, sobre si pensaba que serviría de algo liberar las patentes de las vacunas contra el COVID-19, a lo que respondió que no:

“en este caso, lo que está frenando las cosas, no es la propiedad intelectual, no es como si hubiera una fábrica de vacunas inactiva, con aprobación regulatoria, que fabrica mágicamente vacunas seguras. Se necesitan hacer ensayos sobre estas cosas y cada proceso de fabricación debe analizarse de manera muy cuidadosa.

Hay un número limitado de fábricas de vacunas en el mundo y a las personas les preocupa mucho la seguridad de las vacunas, así que mover una vacuna, digamos, de una fábrica [de Johnson & Johnson] a una fábrica en la India, es novedoso, pero eso solo puede suceder gracias a nuestras subvenciones y experiencia”.

Sin embargo, una investigación de Associated Press (AP) encontró tres fábricas en tres continentes que tienen la capacidad de producir cientos de millones de vacunas contra el COVID-19, “pero solo podría hacerlo si tuvieran los prototipos y los conocimientos técnicos”. Una de esas fábricas en Bangladesh, con “relucientes y novedosos equipos que se importaron de Alemania” y “pasillos impecables llenos de habitaciones herméticamente selladas”, pero solo trabaja al 25 % de su capacidad.

En Canadá, la compañía farmacéutica Biolyse tiene una historia similar y está tratando activamente que AstraZeneca y Johnson & Johnson compartan su fórmula para producir vacunas contra el COVID-19, para que de esa forma pueda comenzar a fabricar y enviar millones de dosis hacia el hemisferio sur, incluso pidieron al gobierno canadiense que les otorgara una autorización de emergencia para producir los productos patentados, pero sin éxito. En una declaración para The Guardian, el vicepresidente John Fulton dijo:

“Nos han ignorado por completo, tenemos esta capacidad de producción y no la aprovechan, si hubiéramos comenzado desde el año pasado, ya habríamos enviado millones de dosis, se supone que esto es como una guerra, en donde la unión hace la fuerza, pero parece todo lo contrario”.

De 2010 a 2019 todos los medicamentos nuevos se crearon gracias al financiamiento con impuestos de los contribuyentes

El objetivo de las grandes compañías farmacéuticas es mantener grandes ganancias, por lo que realizan un fuerte cabildeo en los Estados Unidos y la UE para proteger los monopolios de patentes con el fin de que no se puedan fabricar versiones genéricas de sus productos. Según Corporate Europe Observatory:

“Durante la pandemia, muchas compañías farmacéuticas se comprometieron a anteponer la salud mundial sobre las ganancias, pero después de una larga espera, los documentos que se publicaron en el Corporate Europe Observatory, revelan que la Federación Europea de Asociaciones e Industrias Farmacéuticas (EFPIA) presionó para evitar la aprobación de una herramienta que se diseñó para facilitar el acceso y precios equitativos para tratamientos pandémicos en Europa”.

Afirman que las patentes son necesarias para proteger sus derechos de propiedad intelectual para que puedan seguir investigando y produciendo tratamientos que salvan vidas, pero eso lo logran gracias a al dinero de los contribuyentes. Ya que un documento de trabajo que publicó Institute for New Economic Thinking, revela que los fondos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), un total de $ 230 mil millones de dólares, se destinaron a la investigación de cada uno de los medicamentos nuevos que se aprobaron en los Estados Unidos de 2010 a 2019.

De hecho, se crearon 22 000 patentes de investigaciones que financiaron los contribuyentes, lo que permitió la exclusividad de comercialización del 8.6 % de los nuevos medicamentos que se aprobaron durante el período de estudio. “También demuestra que hay mecanismos limitados para reconocer el valor que crean estas inversiones tempranas y garantizar rendimientos públicos apropiados”, señaló el documento.

Incluso la tecnología de ARNm que se utiliza en las vacunas contra el COVID-19 es el resultado de una investigación básica que realizaron los NIH y el Departamento de Defensa con fondos federales. “Esta es la vacuna del pueblo”, dijo Peter Maybarduk, director del programa Public Citizen’s Access to Medicines, para Scientific American. “Los científicos federales ayudaron a inventarla y los contribuyentes financian su desarrollo, así que debería ser patrimonio de la humanidad”.

En los primeros tres meses de 2021, la vacuna contra el COVID de Pfizer generó ganancias de $ 3.5 mil millones, y la compañía dijo que espera que la “demanda duradera” de la vacuna continúe durante años, tal y como sucedió con las vacunas contra la influenza y se estima que, a finales de 2021, esta vacuna alcance unos $ 26 mil millones en ganancias.

La gran influencia y poder de Gates han logrado darles preferencia a las ganancias que a la salud pública

COVAX de Gates, un programa codirigido por la OMS, Gavi (fundada por la Fundación Gates en asociación con la OMS) y la Coalición para la Innovación en la Preparación de Epidemias (CEPI), tiene como objetivo acelerar el desarrollo y la fabricación de vacunas contra el COVID-19, así como “garantizar un acceso justo y equitativo para todos los países del mundo”.

Y aunque suena bien en la teoría, en la práctica, como dijo Ball, es una burla. COVAX se comprometió que, para finales de 2021, tendría un total de 2270 millones de vacunas distribuidas en 92 países en condiciones de pobreza, hasta la fecha solo ha distribuido 38 millones de dosis. “De hecho, desde diciembre de 2020 quedó claro que jamás se produciría tal acceso equitativo, ya que COVAX limitó la ayuda. y hoy ese compromiso se ve más vacío que nunca”, señaló Corporate Europe Observatory, y agregó:

“38 millones de dosis, de las cuales no revelaron cuántas llegaron a los países más desfavorecidos, parece un número insignificante por no decir otra cosa, una catástrofe sería una descripción más apropiada. Pero no parece haber luz al final del túnel, ya que, por el momento, la predicción es que, en junio, COVAX alcanzará apenas el 20 % del objetivo que se fijó para 2021″.

Mientras tanto, Gates sigue mintiendo sobre las razones por las que cree que no se deberían compartir las fórmulas de las vacunas contra el COVID. Como informó Jacobin, podría decirse que Gates es el arma principal de las compañías farmacéuticas para mantener las ganancias por encima de la salud pública:

“Aunque para desarrollar las vacunas se utilizó una inversión pública incalculable, los accionistas de las compañías farmacéuticas privadas han amasado enormes fortunas mientras que su lanzamiento benefició de manera abrumadora al 16 % más rico de la población mundial; no se espera que en los próximos dos años muchos de los países en condiciones de pobreza alcancen niveles de vacunación efectivos, lo que se debe a que las vacunas no se suministran como deberían.

Gates, que ha hecho gran parte de su fortuna gracias a las leyes monopólicas de propiedad intelectual, ha sido un protagonista en la pandemia; ya que convenció a la Universidad de Oxford de incumplir su promesa original de una vacuna sin patente y terminó asociándose con AstraZeneca.

Podría decirse que más que cualquier otra figura, el multimillonario utilizó su influencia, poder y riqueza personal para garantizar que los intereses de las compañías farmacéuticas con fines de lucro prevalezcan por encima de la salud pública mundial”.

Gates tiene inversiones en acciones de vacunas contra el COVID

Mientras recomienda que las compañías de vacunas contra el COVID no liberen sus patentes, Gates tiene inversiones en al menos una de ellas, BioNtech. “En septiembre de 2019, Bill Gates gastó $ 55MM en una inversión de capital pre-ipo en BioNtech, que después se asoció con Pfizer para crear su vacuna de ARNm. La inversión inicial de Gates ahora vale más de $ 550 millones de dólares”, tuiteó el periodista independiente Jordan Schachtel en abril de 2021.

“En el cuarto trimestre de 2020, Gates inc. invirtió otros $ 85MM en acciones de BioNtech, ahora esa inversión vale unos $ 200MM. Me intrigan algunas críticas que afirman que Bill Gates es tan rico, que el hecho de que ganó $ 500MM no es gran cosa. Si no es una gran cosa, ¿por qué no intercede para que las compañías de vacunas en las que invirtió publiquen sus patentes por el bien de la salud pública?” añadió.

Es una buena pregunta, que solo tiene una respuesta: codicia. En 2000, cuando creó su Fundación Bill y Melinda Gates, pasó de ser un despiadado monopolizador de la tecnología a un santo y generoso filántropo. Pero cada vez aparecen más manchas en esa limpia imagen que quiere aparentar. Como dijo The New Republic:

“COVAX es un ejemplo de los compromisos ideológicos más profundos de Gates, no solo con los derechos de propiedad intelectual, sino también con la combinación de estos derechos con un mercado libre imaginario de productos farmacéuticos, una industria dominada por compañías cuyo poder proviene de monopolios impuestos por políticas.

Gates ha defendido la legitimidad de los monopolios del conocimiento de manera tácita y explicita desde sus primeras misivas de la era de Gerald Ford contra los aficionados al software de código abierto. En 1990, estuvo del lado de estos monopolios durante la crisis africana del SIDA.

Una postura que mantiene hoy en día al defender el status quo e interceder por aquellos que obtienen miles de millones de dólares por el control que tienen en las vacunas contra el Covid-19″.

Y lo más perturbador de todo podría ser que a pesar de todo su poder, nadie le pidió su ayuda. Nick Dearden, director ejecutivo de Global Justice Now, calificó la defensa de Gates de las patentes de vacunas como “repugnante” y agregó: “¿quién le pidió a este billonario que se metiera en asuntos de salud mundial? nadie”.

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