Por Europa Press, Sin Embargo, 20 de abril del 2021.

El ejercicio y una dieta saludable en las primeras etapas de la vida reducen la ansiedad en la edad adulta y provocan un aumento de la masa muscular y cerebral, según un estudio de la Universidad de California-Riverside (Estados Unidos) realizado en ratones.

Por el contrario, los investigadores advierten de que, cuando los ratones se alimentaron con dietas de estilo “occidental”, esto es, ricas en grasa y azúcar, no solo engordaron, sino que se convirtieron en adultos que preferían los alimentos poco saludables.

Así, aunque la dieta y el ejercicio se recomiendan sistemáticamente como formas de promover la salud, este estudio es el primero que examina los efectos combinados y duraderos de ambos factores cuando se experimentan en las primeras etapas de la vida.

“Cada vez que uno va al médico preocupado por su peso, casi sin falta, le recomiendan hacer ejercicio y comer menos”, ha expresado el líder del estudio y estudiante de doctorado en fisiología de la UCR, Marcell Cadney. “Por eso es sorprendente que la mayoría de los estudios solo analicen la dieta o el ejercicio por separado. En este estudio, quisimos incluir ambos”, añade.

Estos resultados se han publicado recientemente en la revista Physiology and Behavior. Para obtenerlos, los investigadores dividieron a los ratones jóvenes en cuatro grupos: los que tenían acceso al ejercicio, los que no lo tenían, los que se alimentaban con una dieta estándar y saludable y los que seguían una dieta occidental.

Los ratones empezaron a seguir sus dietas inmediatamente después del destete y continuaron con ellas durante tres semanas, hasta que alcanzaron la madurez sexual. Tras ocho semanas adicionales de “lavado”, durante las cuales todos los ratones se alojaron sin ruedas y con la dieta sana, los investigadores realizaron análisis de comportamiento, midieron la capacidad aeróbica y los niveles de varias hormonas diferentes.

EL EJERCICIO EN LA INFANCIA AUMENTA LOS NIVELES DE LEPTINA

Una de ellas, la leptina, es producida por las células grasas. Ayuda a controlar el peso corporal aumentando el gasto energético y señalando que se necesita menos comida. Así, el ejercicio en la infancia aumentó los niveles de leptina en la edad adulta, así como la masa grasa en los ratones adultos, independientemente de la dieta que siguieran.

Anteriormente, el equipo de investigación había descubierto que comer demasiada grasa y azúcar en la infancia podía alterar el microbioma de por vida, aunque luego se coma más sano. En el futuro, el equipo planea investigar si la grasa o el azúcar son más responsables de los efectos negativos que midieron en los ratones alimentados con dietas occidentales.

En conjunto, ambos estudios ofrecen oportunidades decisivas para intervenir en los hábitos de la infancia. “Nuestros hallazgos pueden ser relevantes para comprender los efectos potenciales de las reducciones de actividad y los cambios dietéticos asociados a la obesidad”, ha asegurado el fisiólogo evolutivo de la universidad, Theodore Garland.

En otras palabras, empezar con la salud en los primeros años de vida es extremadamente importante, y las intervenciones pueden ser aún más críticas tras la pandemia. “Durante los cierres de COVID-19, especialmente en los primeros meses, los niños hacían muy poco ejercicio. Para muchos que no tenían acceso a un parque o a un patio, la escuela era su única fuente de actividad física”, ha recordado Cadney. “Es importante que encontremos soluciones para estos niños, que posiblemente incluyan una atención adicional cuando se conviertan en adultos”, ha aseverado.

Dado que también se ha demostrado que el ejercicio reduce la ansiedad en la edad adulta, Cadney cree que los niños que se enfrentan a estos problemas pueden tener que enfrentarse a problemas de salud física y mental únicos cuando se conviertan en adultos en la próxima década.

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