Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 08 de marzo del 2021.

HISTORIA EN BREVE

  • Al considerar que hay 28 especies de coronavirus alfa y beta que pueden afectar a los humanos, la probabilidad de que el brote de coronavirus relacionado con el SARS se haya originado en Wuhan es de 17 640 a 1
  • Hasta la fecha, no se ha presentado evidencia sólida que respalde la teoría de que se trata de una enfermedad zoonótica natural
  • Mientras tanto, existen al menos cuatro teorías distintas que hablan sobre el origen del virus en un laboratorio, incluyendo la teoría de pase seriado (que propone que el virus se creó mediante el paso seriado a través de un huésped animal o cultivo celular). También hay evidencia que sugiere manipulación genética
  • Una tercera teoría es que el SARS-CoV-2 es el resultado del desarrollo de una vacuna y la cuarta teoría es que se originó en minas de Mojiang, donde los mineros contrajeron un precursor del SARS-CoV-2 y, una vez dentro de sus cuerpos, mutó a SARS-CoV-2

Al principio de la pandemia de COVID-19, muchos científicos sospecharon que el SARS-CoV-2 podría haberse originado en un laboratorio de bioseguridad, muy probablemente en Wuhan, China, donde comenzó el brote en diciembre del 2019. El Dr. Jonathan Latham, biólogo molecular y virólogo, y la Dra. Allison Wilson, bióloga molecular, fueron algunos de los expertos que propusieron las teorías de un origen de laboratorio.

Latham y Wilson argumentan que aunque el virus podría tener su origen en murciélagos, el mecanismo de transmisión del murciélago al humano no fue natural, además ya han presentado tres teorías diferentes que argumentan que el virus podría haber sido creado en un laboratorio del cual se escapó.

El 16 de febrero del 2021 se publicó un artículo en el portal Independent Science News, en el que estos dos científicos revisaron una vez más la evidencia sobre el origen del virus en un laboratorio, así como las razones por las que no es posible que su origen sea zoonótico.

Razones por las que no es posible que sea una enfermedad zoonótica

De acuerdo con Latham y Wilson, además de que Wuhan no es una ciudad en donde se suelan preparar platillos culinarios exóticos que involucren animales como murciélagos, la ciudad como tal se encuentra en el centro de China, por lo que sería muy raro que se propague un virus zoonótico en este lugar, ya que “no tiene factores culturales, geográficos o climáticos que la predispongan”. Wuhan tampoco es una ciudad conocida por el contrabando de animales exóticos.

También se sabe que es difícil encontrar murciélagos en Wuhan, razón por la que los investigadores del Instituto de Virología de Wuhan (WIV) tuvieron que viajar varios cientos de kilómetros para recolectar muestras de coronavirus de murciélagos.

Además, Latham y Wilson citan investigaciones que demuestran que “cuando los investigadores del WIV necesitaban estudiar una población china que no estuviera expuesta de forma rutinaria a los coronavirus de murciélagos (como grupo de control), elegían a los residentes de Wuhan”. Zheng-li Shi, jefa de investigación de coronavirus en el WIV, incluso admitió que “jamás habría esperado que sucediera algo así en Wuhan, el centro de China”.

Latham y Wilson también señalan que según los cálculos que consideran el tamaño de la población de Wuhan, la población global y el hecho de que los animales que portan los coronavirus se encuentran prácticamente en todo el mundo, entonces la probabilidad de que una persona de Wuhan sea el paciente cero es de aproximadamente 1 en 630.

“En realidad es muy, pero muy poco probable que se origine una pandemia zoonótica natural en Wuhan. Sin embargo, ninguna de las personas que han comentado sobre este brote han mencionado la escala de esta improbabilidad”, escriben Latham y Wilson.

Otra coincidencia que apunta a un origen de laboratorio, es el hecho de que el WIV no solo tiene la colección más grande de coronavirus de murciélago en el mundo, sino que los investigadores del WIV también señalaron un coronavirus específico de 28 especies relevantes, “y curiosamente es de la misma especie que surgió en Wuhan”, señalan Latham y Wilson. También agregan lo siguiente:

“Entonces, esta es la coincidencia más curiosa de todas: el coronavirus pandémico (SARS-CoV-2) que surgió en Wuhan forma parte de la especie más estudiada por el Instituto de Virología de Wuhan”.

El derrame zoonótico del SARS-CoV-2 no fue aleatorio

Latham y Wilson analizan a detalle la investigación que se realiza en el WIV y la comparan con la evolución natural de los coronavirus. Hay cuatro tipos básicos de coronavirus: coronavirus alfa, beta, gamma y delta.

De estos cuatro, solo dos se relacionan con el origen del SARS-CoV-2: las versiones alfa y beta, de las cuales hay 28 especies. Se sabe que en el pasado han ocurrido derrames de coronavirus alfa y beta “aparentemente aleatorios”. Por otro lado, existen muy pocos coronavirus gamma y delta, y se sabe que ninguno afecta a los humanos.

También se sabe que seis de los 28 coronavirus alfa y beta afectan a los seres humanos: HCoV-NL63, HCoV-229E, MERS, SARS, HCoV-OC43 y HCoV-HKU1. El SARS-CoV-2 se convirtió en el número siete. Cuando ubicamos estos seis virus en el árbol evolutivo del coronavirus, nos damos cuenta de su distribución, lo que es una indicación de que los derrames zoonóticos previos sí han sido aleatorios.

Pero este no es el caso del SARS-CoV-2. Cuando coloca el SARS-CoV-2 en este árbol evolutivo, su ubicación no es aleatoria como las demás. Más bien, surgió del SARS original (como su nombre lo dice). Latham y Wilson explican:

“Desde una perspectiva zoonótica, no parece haber nada especial sobre estos coronavirus relacionados con el SARS. En consecuencia, la aparición de un segundo virus pandémico de la misma especie de coronavirus constituye una segunda coincidencia sorprendente.

De nuevo podemos calcular su probabilidad. Si cada especie de coronavirus alfa y beta tiene la misma probabilidad de propagarse a los humanos, lo cual coincide con nuestra teoría, entonces la probabilidad de que un virus de las especies de coronavirus relacionado con el SARS comience una pandemia zoonótica es de 1 en 28.

(Y si hay especies de coronavirus sin descubrir, casi con certeza, el número será aún mayor). Entonces, si consideramos los detalles del programa de investigación del coronavirus en el WIV es muy probable que todo se trate de una fuga de laboratorio”.

La investigación de Zheng-li giró en torno al virus pandémico

Latham y Wilson revisaron 18 publicaciones de Zheng-li que describen su investigación sobre los coronavirus similares al SARS. Señalan que, si bien Zheng-li recopiló una gran variedad de virus de murciélagos, su enfoque de investigación específico fue el potencial de derrame zoonótico de una sola especie, los coronavirus relacionados con el SARS (uno de los seis coronavirus alfa y beta que se sabe que infectan a los humanos).

“Y aunque la mayoría de las teorías sobre un posible escape del laboratorio han mencionado que el SARS-CoV-2 surgió a una distancia muy cercana al WIV y que los investigadores del WIV trabajaron en los coronavirus de murciélagos, ninguna ha mencionado que la coincidencia es mucho más profunda que eso.

Con su investigación molecular de alto riesgo, Zheng-li Shi se enfocó en la especie particular de coronavirus responsable de la pandemia”, dicen Latham y Wilson y agregan que.

“Si aceptamos las suposiciones hechas anteriormente como razonables, la probabilidad de que Wuhan sea el sitio de un brote natural de coronavirus relacionado con el SARS se obtiene al multiplicar 1 en 630 por 1 en 28, entonces la probabilidad de que el brote de coronavirus relacionado con el SARS se haya originado en Wuhan es 17 640 a 1″.

También descartan el argumento de que esto no es más que evidencia circunstancial que podría deberse a pura casualidad. La evidencia circunstancial no es una “categoría especial de evidencia”, señalan; sino que, “toda la evidencia de causalidad se compone de coincidencias”.

“Todo lo que puede hacer un observador es sumar las coincidencias hasta suponer que se ha superado el umbral de la duda razonable. Las conclusiones son siempre provisionales, pero en ausencia de evidencia que demuestre lo contrario, cualquiera que esté abierto a la persuasión debe en este punto concluir que una probabilidad de 17 640 a 1 excede por mucho ese umbral. En este punto, una fuga de laboratorio debería ser la hipótesis por defecto”.

El WIV tenía en su poder un virus muy parecido al SARS-CoV-2

Desde el comienzo del brote, también descubrimos que el WIV tenía una muestra de virus conocida como RaTG13 que, hasta ahora, es el virus conocido que más se parece al SARS-CoV-2, y aunque Zheng-li negó que hayan realizado investigaciones con el RaTG13, las publicaciones científicas revelan que este virus ha sido objeto de estudio desde el año 2017.

Además de todo esto, jamás se ha presentado una teoría zoonótica importante, lo que la hace mucho menos plausible que cualquiera de las teorías del origen de laboratorio. Si bien se han propuesto posibles especies intermedias, no se ha encontrado ninguna que sea portadora del SARS-CoV-2 o de un precursor de este virus.

La base científica de la teoría del origen zoonótico gira en torno a dos artículos poco sólidos que se publicaron en las revistas PLOS Pathogens y Nature.

Y parece que ambas revistas permitieron que se hicieran cambios en los datos y no notificaron sobre estas correcciones. Los autores parecen haber cambiado el nombre de las muestras, no atribuyeron las muestras correctamente y produjeron un perfil genómico que no coincide con las muestras en el artículo. También faltan algunos datos.

Una investigación descubrió que el RaTG13, el cual es un 96 % idéntico al SARS-CoV-2, en realidad es btCoV-4991, un virus que se encontró en muestras recolectadas en el año 2013 y sobre el cual ya se habían realizado estudios en el 2016. Además, según Wilson y Latham, hay al menos “cuatro teorías distintas sobre el origen de laboratorio”, las cuales son:

1.La teoría de pase seriado, que propone que el virus se creó mediante el paso seriado a través de un huésped animal o cultivo celular.

2.Evidencia de manipulación genética, que incluye la estructura quimérica del virus y la presencia de un sitio de escisión de furina. Aunque la mayoría de la secuencia genética viral se parece a la del RaTG13, su dominio de unión al receptor es casi idéntico al de un coronavirus de pangolín, mientras que el sitio de división de la furina no se ha visto en ningún otro coronavirus parecido al SARS.

También se ha señalado que el virus, que está muy adaptado a las células pulmonares humanas, parece haber evolucionado en ausencia de anticuerpos del sistema inmunológico, lo que sugiere una mutación dentro de un cultivo celular.

Se revisó evidencia que sugiere que el SARS-CoV-2 se creó mediante el pase seriado de un virus predecesor a través de ratones transgénicos con receptores ACE2 humanos. Las investigaciones han demostrado que los ratones transgénicos con receptores ACE2 humanos son muy susceptibles al SARS-CoV-2, mientras que los ratones normales no lo son.

3.La teoría de una falla en el desarrollo de una vacuna.

4.La teoría de las minas de Mojiang, que propone que en el año 2012 un precursor del SARS-CoV-2, posiblemente el RaTG13, se encontraba en estas minas y enfermó a seis mineros, algunos estuvieron enfermos durante varias semanas. Una vez que el virus entró en sus cuerpos mutó a SARS -CoV-2. El WIV recibió muestras de cuatro de los mineros hospitalizados.

“Hasta la fecha, existen afirmaciones contradictorias sobre los resultados de esas pruebas y no se han hecho publicaciones formales. Sin embargo, la teoría de las minas de Mojiang, propone que cuando llegaron las muestras al WIV contenían un virus humano altamente adaptado que de alguna forma se filtró del laboratorio”.

“Nuestra predicción, con base en la evaluación de las probabilidades, es que ni China, ni la OMS, ni nadie, encontrará un origen zoonótico natural convincente para el origen de esta pandemia, por la sencilla razón de que no existe”, escriben Wilson y Latham.

La investigación de la OMS sobre el origen de COVID-19 no es más que un fraude

A pesar de que no existe evidencia sólida que respalde la teoría del origen zoonótico, la comisión de investigación de la Organización Mundial de la Salud, encargada de identificar el origen del SARS-CoV-2, declaró de forma oficial que el WIV y otros dos laboratorios de bioseguridad nivel 4 en Wuhan no tuvieron nada que ver con el brote de COVID-19.

También descartó la teoría del origen de laboratorio para futuras investigaciones.

Según el equipo de la OMS y sus homólogos chinos, el SARS-CoV-2 pudo originarse en el mercado de Wuhan por los envíos de alimentos congelados desde otras áreas de China donde residen murciélagos portadores de coronavirus o que incluso se originó en otro país, posiblemente de Europa. Como resultado, el equipo de la OMS está considerando expandir su alcance en busca de otros países como posibles fuentes del virus.

Como se señaló en un artículo de opinión del Wall Street Journal, elaborado por el Dr. Scott Gottlieb, “Al inclinarse por esta teoría tan improbable, este importante proyecto de la OMS por descubrir en dónde se originó el virus ha perdido toda su credibilidad”.

Las conclusiones de la OMS tienen problemas muy evidentes. Para empezar, no se realizó una investigación sólida. El equipo de la OMS no estaba equipado ni preparado para realizar un examen forense de las prácticas del laboratorio; por lo que se basaron en información que les dio el equipo chino.

En segundo lugar, permitieron que China eligiera a los miembros del equipo de investigación de la OMS, que incluyó al Dr. Peter Daszak, quien tiene estrechos vínculos profesionales con el WIV y quien desde el principio declaró que la teoría del origen de laboratorio le parecía “una tontería”.

Además de que fue el cerebro detrás de la publicación de una declaración científica que señalaba que estas investigaciones no eran más que una “teoría conspirativa”. Después, los medios de comunicación se basaron en este “consenso científico” que se fabricó para “desacreditar” las teorías y las pruebas que demuestran que es muy probable que este virus pandémico se haya originado en un laboratorio.

No hay evidencia sólida que respalde la hipótesis de que los alimentos son una vía de transmisión

Incluir a Daszak en este equipo prácticamente garantizó el rechazo de la teoría del origen de laboratorio desde el principio, y con base en justificaciones poco sólidas por parte de Ben Embarek, científico de zoonosis y líder del equipo, nos queda claro que nunca tuvieron la intención de buscar evidencia que pudiera implicar al WIV o a cualquier otro laboratorio de Wuhan.

Por ejemplo, Embarek afirma que los representantes del WIV “son los más aptos para descartar las afirmaciones y dar respuestas” sobre la posibilidad de una fuga de laboratorio. Sin embargo, los principales sospechosos de una investigación no son la fuente más confiable de evidencia para descartar una acusación en su contra.

Embarek también declaró que los accidentes de laboratorio son “extremadamente raros”, por lo que es “muy poco probable que algo pueda escapar de un lugar así”. Este es otro argumento poco convincente que se contradice con todos los datos disponibles.

En el año 2014, el Grupo de Trabajo de Cambridge declaró que solo en Estados Unidos, “los incidentes de bioseguridad que involucran patógenos regulados ocurren en un promedio de más de dos veces por semana” y que un laboratorio de virología de Beijing liberó por accidente el virus del SARS original en no menos de cuatro ocasiones distintas. Tres de esos cuatro casos provocaron brotes. Los brotes de la influenza H1N1 de 1977 en la Unión Soviética y China también fueron el resultado de una fuga de laboratorio.

En tercer lugar, varios organismos científicos, incluyendo la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos y la Comisión Internacional de Especificaciones Microbiológicas para los Alimentos, descartaron por completo la historia del origen de los alimentos congelados, ya que no hay evidencia sólida que sugiera que los alimentos, el empaque de los alimentos o la manipulación de alimentos podrían ser una vía importante de transmisión.

No les conviene aceptar la teoría del origen de laboratorio

Si existe tanta evidencia que apunta hacia el origen de laboratorio, ¿por qué las principales autoridades de salud y los científicos lo descartan? ¿Por qué todos insisten en que el SARS-CoV-2 es un fenómeno natural? La respuesta es muy simple… dinero.

En caso de que la pandemia de COVID-19 se reconozca de manera oficial como el resultado de un accidente de laboratorio, podría provocar la prohibición de las investigaciones de ganancia de función que permiten la creación de estos patógenos nuevos. Esta prohibición significaría que decenas de miles de investigadores perderían sus trabajos. Se mancharía la reputación de muchas personas prestigiosas.

Además de que los culpables podrían enfrentar cargos criminales bajo la Ley Antiterrorista de Armas Biológicas de 1989, y algunos países podrían considerarse financieramente responsables de la destrucción económica que causó la pandemia en todo el mundo. Lo que podría convertirse en un grave problema. Así que ofrecen muchos incentivos para ocultar la verdad.

Como dijo el microbiólogo de Rutgers y miembro fundador del Cambridge Working Group, Richard Ebright:

“Para una parte considerable de virólogos que realizan investigaciones de ganancia de función es muy importante evitar restricciones en el financiamiento de la investigación, evitar la implementación de normas apropiadas de bioseguridad y evitar la implementación de una supervisión adecuada de la investigación”.

Antonio Regalado, editor de biomedicina de la revista MIT Technology Review, fue aún más contundente, al afirmar que si se descubría que el SARS-CoV-2 se creó en un laboratorio, “destrozaría por completo la credibilidad científica”. Hay pocas dudas de que esta es la razón por la que la teoría del origen de laboratorio ha sido considerada como una teoría conspirativa difundida por los negacionistas de la ciencia.

El 15 de febrero del 2021, AP News publicó un artículo en el que los tres autores identifican a varios profesores y organizaciones como “fuentes” de desinformación sobre el origen del SARS-CoV-2.

Entre ellos están Francis Boyle, experto en armas biológicas que redactó la Ley de lucha contra el terrorismo de armas biológicas de 1989; Luc Montagnier, un virólogo de renombre mundial que ganó el premio Nobel por su descubrimiento del VIH; y el Centro de Investigaciones sobre Globalización. El resto son personas y organizaciones de las que jamás escuché hablar y eso que el año pasado me la pasé escribiendo cientos de artículos sobre el COVID-19.

Según AP, las personas y organizaciones de esta lista no tienen formación en virología (aparentemente, los virólogos ganadores del premio Nobel no son lo suficientemente buenos) y por lo tanto no tienen la experiencia para hablar sobre el tema de los orígenes virales. Sin embargo, no mencionan a los muchos que han presentado evidencia sólida sobre el origen de laboratorio y que tienen todas sus acreditaciones en orden.

También vale la pena señalar que el artículo de AP se realizó en colaboración con el Atlantic Council, que forma parte del grupo tecnocrático que está utilizando la pandemia para promover su agenda del Gran Reinicio. Eso nos deja claro que este artículo solo es propaganda globalista.

Si el SARS-CoV-2 en realidad fue el resultado de un derrame zoonótico, la forma más fácil y efectiva de anular las “teorías conspiratorias” sobre el origen de laboratorio sería presentar evidencia sólida que respalde su teoría. Hasta ahora, eso no ha sucedido, y como lo señalaron Latham y Wilson, es muy probable que nadie encuentre evidencia sólida que respalde la teoría de un origen zoonótico natural, por la sencilla razón de que no existe.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.