Por Isaías Campaña C., Alainet, 24 de febrero del 2021.

La gran amenaza del cambio climático

La pandemia del COVI-19 llegó a contagiar a cerca de 112 millones de personas y las muertes están al borde de 2,5 millones en el mundo, hasta el 23 de febrero de 2021 (JHU, 2021). La invasión del coronavirus a nivel global obligó al confinamiento de la población y a la paralización de las actividades productivas, provocó la mayor recesión de la economía mundial desde la crisis financiera de 1929 y lanzó a la desocupación y a la pobreza a millones de personas.

En Estados Unidos, la pandemia causó el fallecimiento de más de medio millón ciudadanos, mucho mayor que los soldados muertos en las guerras de Corea, Vietnam, Afganistán e Irak, que se estima en alrededor de 98.300 caídos en combate. De nada sirvieron las gigantescas inversiones que realizan las potencias mundiales en ojivas nucleares, misiles balísticos intercontinentales, tanques, cañones, portaviones, aviones furtivos, la “Madre de todas las bombas” que se arrojó en Afganistán, para enfrentar al coronavirus.

La realidad superó a la ficción. En países de economías avanzadas, ciudades con intensas actividades comerciales, financieras y turísticas, la pandemia las transformó en metrópolis fantasmas. Miles de personas murieron en residencia de la tercera edad, muchos ciudadanos morían en calles o espacios públicos, hospitales saturados de pacientes, funerarias colapsadas, cruceros varados con miles de turistas y fallecidos que no podían atracar en puertos. ¿Quién no tuvo un familiar, un amigo, un conocido, enfermo o fallecido del coronavirus?

En enero de 2021, se empezó a vacunar a personas que estuvieron en la primera línea de combate al COVI-19 y autoridades gubernamentales, se estima que a finales del año se vacune a la mayoría de la población mundial. Las actividades económicas progresivamente empezaran a reactivarse y se prevé que en poco tiempo se vuelva a una nueva normalidad especialmente en países de economías avanzadas. No obstante, las naciones en desarrollo, sin mayores recursos económicos y con una significativa población vulnerable, tendrán que esperar más tiempo para inmunizar a su población.

La pandemia del coronavirus relegó a un segundo plano el problema del cambio climático, pero una vez que se supere deberá ser abordado por los estados, Naciones Unidas y organismos multilaterales de desarrollo porque a mediano plazo podría causar efectos más devastadores. Si hay el compromiso de los países desarrollados y de las economías emergentes, el calentamiento global por sus dimensiones quede durar decenas de años en mitigarlas.

Causas del cambio climático

El cambio climático es originado por los seres humanos, a través de las diversas actividades productivas que generan gases de efecto invernadero que se concentran en la atmósfera, especialmente el dióxido de carbono (CO2), que no permiten que las radiaciones solares vuelvan al espacio y causan el progresivo aumento de la temperatura de la tierra y de los océanos. El fenómeno del cambio climático se evidencia en eventos meteorológicos extremos, en algunos lugares extremadamente fríos y otros con elevadas temperaturas.

Las potencias económicas y militares como Estados Unidos, China, Rusia, con sus estrategias geopolíticas, tratan de mantener sus áreas de influencia en las diversas regiones, por medio de asociación de estados, acuerdos comerciales, tratados de libre comercio, para mantener su hegemonía a nivel mundial.

En la competencia por el predominio económico a escala global, las empresas multinacionales explotan recursos naturales no solo en sus países de origen sino también en diversas regiones del planeta. El desarrollo acelerado de la agricultura, ganadería, industria, construcción, generación de electricidad, transporte terrestre, marítimo y aéreo, se basó fundamentalmente en la utilización de combustibles fósiles.

Las empresas multinacionales con el fin de alcanzar altas tasas de rentabilidad, devastaron bosques, destruyeron ecosistemas, vida silvestre y en general biodiversidad, así como contaminaron ríos, lagos y océanos. Las actividades productivas, que utilizan como energía petróleo y carbón, son responsables de las emisiones de gases contaminantes a la atmosfera y generadoras del efecto invernadero, que provoca el calentamiento de la tierra y de los océanos.

China es el principal emisor de gases de efecto invernadero con 12.399 millones de toneladas, equivalente a 26,1% a nivel mundial, esto es, más de 50.000 millones de toneladas cada año. El segundo mayor emisor de dióxido de carbono (CO2) es Estados Unidos con 6.018 millones de toneladas, contribuye con el 12,6% (Friedrich, 2020).

El tercer lugar le corresponde a la Unión Europea con la emisión de CO2 equivalente a 3.572 millones de toneladas, que representa el 7,5% a escala planetaria. El cuarto país en el ranking de la contaminación es India con 3.366 millones de toneladas de CO2, contribuye con el 7,1%. Los cuatro países en conjunto generan más del 53% de la emisión de gases de efecto invernadero en todo el mundo (Ibídem).

Según las estimaciones del Banco Mundial: “Los desastres naturales tienen un costo de alrededor de USD 18.000 millones anuales para los países de ingreso bajo y mediano, solo en daños a la infraestructura de transporte y de generación de energía…También provocan trastornos generalizados a las familias y las empresas, que se traducen en un costo de al menos USD 390.000 millones al año” (BM, 2020).

María Gálvez del Castillo en un artículo titulado “Costo del Cambio Climático en Latam y el Caribe”, publicado en la revista Forbes, afirma que el “Banco Mundial cifra ya en 520.000 millones de dólares el costo de los desastres climáticos, en 26 millones las personas empujadas a la pobreza y en 7 millones las muertes prematuras. Además, alertan que 43 millones de habitantes del mundo se podrían convertir en migrantes climáticos” (Gálvez, 2019).

Las secuelas del cambio climático

En determinados países son cada vez más frecuentes los ciclones, tormentas, sunamis, inundaciones, nevadas que causan destrucción de cultivos, viviendas, infraestructura vial y generan miles de muertes cada año.

En India, en 2019, las lluvias monzónicas provocaron inundaciones en el estado de Maharashtra, siendo la ciudad de Mumbai la más afectada, donde perdieron la vida decenas de personas. En Bahamas, el paso del huracán Dorian provocó graves inundaciones, alrededor de 13.000 viviendas quedaron destruidas o seriamente dañadas. En Estados Unidos, intensas lluvias causaron la crecida y desborde del río Mississippi provocando la destrucción de cultivos y viviendas (Voanoticias, 2019).

El cambio climático ha causado el drástico aumento de la temperatura alcanzando records históricos en el norte de Siberia, Alaska, Groenlandia y en el Océano Ártico, generando el deshielo de los glaciares y la subida del nivel de los mares.

Septiembre de 2020, fue el más caluroso desde que se tienen registros sobre el cambio climático, según el reporte del programa europeo Copérnicus que empezó a finales de 1970. En Siberia, las elevadas temperaturas causaron incendios que provocaron la destrucción de bosques en una superficie de más de 4 millones de hectáreas y biodiversidad. En California, en varios lugares cercanos a la ciudad de los Ángeles, se produjeron decenas de incendios en una superficie estimada en 18 kilómetros cuadrados que obligaron a evacuar a más de 100 mil personas y a cortar el servicio eléctrico para evitar su propagación.

En Brasil, se registraron incendios dantescos en El Pantanal, una llanura extensa de bosque, que devastaron una superficie de 19.000 kilómetros cuadrados que representa el 10% del bosque de la zona y amenazaron la supervivencia de los nativos (France 24, 2020). En Australia, se generaron más de 15.000 incendios en todos los estados, en una superficie de 11,5 millones de hectáreas, dejaron como saldo cerca de 3.000 millones de animales que murieron o quedaron desplazados (CNNespañol, 2020).

Los incendios en diversas partes del mundo echan más combustible al fuego, fenómeno que a su vez contribuye a aumentar la temperatura a escala global y a alterar los ciclos de las lluvias.

Las altas temperaturas han causado la desertificación de extensos territorios, la desaparición de ríos, lagos, el caudal de los ríos disminuye sustancialmente, fenómenos que afectan a las actividades agrícolas y ganaderas. El cambio climático y los conflictos armados han causado la migración de decenas de miles de personas en Medio Oriente, África y Centro América y constituye la mayor amenaza para la supervivencia de la humanidad.

En países de Centro América, Guatemala, El Salvador, Honduras, son frecuentes los ciclones, tormentas, inundaciones, que destruyen cultivos, viviendas y generan pérdidas de ingresos a productores, junto con los altos niveles de desempleo, pobreza y gobiernos acusados de corrupción, son factores que han motivado a que miles de migrantes hayan tratado reiteradamente de llegar a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida.

En el llamado Triángulo Norte de Centroamérica, la tasa de homicidios se ubica entre las más altas de América Latina causada principalmente por las mega pandillas. Se estima que los Maras Salvatucha es la pandilla más grande del mundo. En 2019, Honduras registra una tasa de homicidios de 41,2 por cada 100.000 habitantes, El Salvador 36 por 100.000 habitantes y Guatemala 21,5 por 100 mil habitantes (Insight Crime, 2020).

Honduras, en 2020, azotada por tormentas, ciclones, inundaciones, sequías, altos niveles de desempleo y pobreza, así como con crónica corrupción, miles de personas -hombres, mujeres, niños-, utilizando diversos medios de transporte o simplemente caminando, durmiendo en espacios públicos en condiciones precarias, trataron de atravesar Guatemala y México, para llegar a Norteamérica, pero el gobierno de Donald Trump con su política anti migratoria y represiva impidió ese cometido.

El gobierno de Donald Trump firmó acuerdos bilaterales con los gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras, donde se comprometen a contener la llegada de migrantes a la frontera estadounidense, si no aceptaban se iba a imponer altos aranceles. El presidente Trump no consiguió alcanzar un acuerdo con el gobierno de México, pero se llegó a un entendimiento que obliga al presidente Manuel López Obrador a trasladar tropas a su frontera para impedir el flujo de migrantes (France 24, 2019).

Con la ilusión de que el gobierno Joe Biden permita la entrada de migrantes a Estados Unidos, se inició la primera caravana de 2021, integrada por alrededor de 9.000 personas, en su mayoría hondureños, familias enteras, incluyendo menores de edad, pero, una vez que atravesaron la frontera con Guatemala, fueron duramente reprimidos por miles de policiales y militares que utilizaron palos y gas que los obligaron a regresar a su país de origen.

Los retos de Ecuador frente al calentamiento global

Ecuador, que tiene una superficie territorial relativamente pequeña, genera 40,7 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), que representa el 0,11% a nivel mundial, por las emisiones de los sectores de transporte, industria, agricultura, entre otros. El parque automotor es el que más contamina en las ciudades y carreteras por la ausencia de centros de revisión vehicular en la mayoría de cantones, la falta de control de las emisiones y la deficiente calidad de la gasolina y el diésel.

En la Capital de la República, en las mañanas se observa una densa capa gris que cubre la mayor parte de la ciudad producto de la emisión de gases contaminantes que emiten los vehículos que circulan. En parterres, paradas de buses, fachadas de casas y edificios, pasos a desnivel, se visualiza el hollín que dejan impregnado los tubos de escape de buses, busetas, articulados, volquetas que afecta a la salud de la población. Los ciudadanos se movilizan con resignación en medio de este ambiente.

En Quito, las aguas servidas y desechos tóxicos de empresas industriales van a parar en el río Machángara. En las quebradas del río botan basura y materiales de construcción, en las orillas se observa espuma gris, agua turbia, plásticos, palos, llantas y un olor nauseabundo producto de la contaminación. El cauce se une con el río San Pedro, cuyas aguas fluyen al río Guyllabamba, que a su vez alimentan el Esmeraldas que finalmente desemboca en el Océano Pacífico. El mismo fenómeno de la contaminación se da en mayor o menor intensidad en Guayaquil, Manta, Esmeraldas y otras ciudades.

En medio de la pandemia, a principios de abril de 2020, se produjo uno de los mayores derrames de petróleo en la Amazonía, 15.000 barriles, que contaminaron los ríos Coca y Napo que son fuentes de alimentos para las poblaciones indígenas y habitantes de la zona y compromete el acceso al agua potable a 120.000 personas. Los poliductos pasan por una zona peligrosa, conocida por sus actividades sísmicas y volcánicas. El deslizamiento de tierra entre las provincias de Sucumbíos y Napo causó la ruptura del Sistema de Oleoductos Transecuatoriano (SOTE) y el Poliducto Shushufindi-Quito (DW, 2020).

Actualmente, alrededor del 68% de la Amazonía, 12 millones de hectáreas, está en concesión para la industria petrolera, se estima que hay más de 4.000 pozos de petróleo. Según datos del Ministerio de Ambiente, analizados por Amazon Frontines, sugiere que se produjeron 1.169 derrames reportados oficialmente entre 2005 y 2015, de los cuales el 81% fueron en la Amazonía (Ibídem).

Desde 1970, se ha registrado el deshielo de volcanes y montañas. El volcán Chimborazo, el más alto del mundo desde el centro de la tierra, en los últimos 60 años ha perdido más del 70% del casquete glaciar y el Cotopaxi en 50 años alrededor del 55%, lo que ha disminuido el caudal de los ríos. Además, se ha intensificado las radiaciones solares en determinados meses del año y se empezó a alterar los ciclos de precipitaciones que afectan los rendimientos de la agricultura y ganadería.

Las secuelas del cambio climático no tienen fronteras. Ecuador es extremadamente vulnerable por su deteriorada economía y la falta de institucionalidad. En la línea de mitigar los efectos del cambio climático, se debería progresivamente sustituir el transporte vehicular que consumen combustibles fósiles por vehículos eléctricos, reemplazar las plantas generadoras de electricidad que demandan derivados del petróleo por paneles solares, desarrollar programas masivos de reforestación y establecer un impuesto al consumo de combustibles fósiles como ya lo tienen Colombia y México.

El cambio climático debe ser abordado por el conjunto de países, especialmente los estados de economías avanzadas que son los mayores emisores de gases de efecto invernadero. Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2019, el gasto militar en el mundo alcanzó a USD 1,4 billones, cifra que representa el 2,2% del Producto Interno Bruto mundial.

Estados Unidos se ubicó en el primer lugar en gastos militares con USD 732.000 millones, seguido de China que asignó 261.000 millones, luego India que destinó 71.100 millones, Rusia que desembolsó 65.100 millones y Arabia Saudita que erogó 61.900 millones (Sahin Tuba, 2020).

En el conjunto de países de Sur América, en 2019, Ecuador se ubica en segundo lugar, después de Colombia, en gastos militares con relación al tamaño de la economía, que representa el 2,3% del PIB, USD 2.486 millones, le sigue Uruguay con 2,0%, Chile 1,8%, Guyana 1,7%, Brasil, 1,5, Bolivia 1,4%, entre otros (SIPRI, 2020).

Si se llegara a establecer un consenso entre los estados desarrollados y países en desarrollo para que el 50% de los gastos militares se destinen a la lucha contra los efectos del cambio climático, podría representar un gran avance para la humanidad.

Bibliografía

https://www.alainet.org/es/articulo/211093

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.