Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 25 de febrero del 2021.

HISTORIA EN BREVE

  • El gobierno de Reino Unido otorgó importantes donaciones a varias empresas privadas que desarrollan pasaportes de vacunas y certificados digitales que demuestran el estado de vacunación de las personas
  • Muchas personas que creen que estas acciones son necesarias para proteger la salud y la seguridad pública, están de acuerdo con este movimiento que se dirige hacia un estado de vigilancia cada vez mayor
  • Aunque muchos países sugieren que la vacuna contra el COVID-19 no será obligatoria, otorgar privilegios especiales a las personas vacunadas, como el derecho a viajar, a asistir a eventos sociales o incluso ingresar a un lugar de trabajo, equivale a decir que las personas vacunadas serán una clase “más limpia”

Para un público cansado que anhela volver a la normalidad, los pasaportes de vacunas representan una estrategia tentadora que se disfraza como un mecanismo de libertad. Al demostrar que recibió la vacuna del COVID-19, tal vez pueda volver a abordar un avión y viajar sin problemas, asistir a un concierto o disfrutar de una comida en su restaurante favorito, tal como solía hacerlo.

Pero tener que presentar un documento para poder vivir su vida no se trata de libertad, es discriminación, e incluso un movimiento hacia el fascismo tecnocrático que prepara el escenario para una mayor vigilancia y perdida de su privacidad.

Sin embargo, la mayoría de las personas que creen que los pasaportes son necesarios para proteger la salud y la seguridad pública aceptan este movimiento que se dirige hacia un estado de vigilancia cada vez mayor.

Los pasaportes de vacunas están en desarrollo

Es probable que solo sea cuestión de tiempo antes de que se le pida que demuestre su estado de vacunación para poder continuar con su vida diaria. “Al parecer el gobierno desarrolla pasaportes de vacunas de forma sigilosa, además se asegura de que la tecnología esté a disposición de todas las personas”, escribió Lara Prendergast, editora asistente de The Spectator.

Prendergast hace referencia al gobierno del Reino Unido, el cual concedió importantes donaciones a varias empresas privadas que desarrollan dicha tecnología. Esto incluye más de 86 000 USD para la empresa Logifect, la cual planea lanzar una aplicación de pasaporte de vacunas en marzo del 2021, y más de 104 000 USD para las empresas iProov y Mvine, que desarrollan certificados digitales que mostrarán el estado de vacunación.

Como señaló Prendergast, “Lo más probable es que su teléfono sea su pasaporte de vacunación. De hecho, el estado de vacunación de todas las personas se registra de forma centralizada por el National Immunization Vaccination System que utiliza su número de identificación personal. Esta información se puede vincular con una aplicación”.

Los pasaportes de vacunas se están implementando muy rápido en todo el mundo, incluso en Dinamarca, que comenzará a emitirlos en febrero de 2021. Suecia, España, Italia, Chipre y Malta también han expresado su interés por los pasaportes de vacunas para reactivar el turismo, mientras que en los Estados Unidos analizan los planes para las identificaciones de vacunas. También se realizan esfuerzos internacionales.

El Proyecto Commons y el Foro Económico Mundial crearon la Common Trust Network, la cual desarrolló la aplicación CommonPass y que está destinada a actuar como un pasaporte de salud en el futuro.

La aplicación permite cargar información como el resultado de una prueba de COVID-19 o un comprobante de vacunación, para generar un código QR que deberá mostrar a las autoridades. La estrategia propuesta “para reabrir las fronteras” en todo el mundo implica lo siguiente:

  1. Cada nación debe publicar sus criterios de salud para ingresar al país y utilizar un formato estándar
  2. Cada país debe certificar instalaciones de confianza que realicen pruebas de laboratorio de COVID-19 para viajar al extranjero y administrar las vacunas que se encuentran en el registro de CommonPass
  3. Cada país aceptará el certificado del estado de salud de los visitantes extranjeros a través de aplicaciones y servicios creados en el esquema CommonPass
  4. Es necesario recopilar la información al momento de la muestra o de la vacunación por medio de un estándar internacional
  5. El esquema CommonPass se integrará en los procesos de facturación, así como en reservaciones de vuelos y hoteles

Tarde o temprano el esquema CommonPass se integrará con aplicaciones de salud personal que ya existen, como Apple Health y CommonHealth. Si desea viajar, se analizará su historial médico y se comparará con los requisitos de ingreso de un país. En caso de no cumplir con los requisitos estipulados, lo dirigirán a un centro de pruebas y vacunas.

La mayoría de las personas están a favor de la “tecnología que invade la privacidad”

A pesar de que los datos de mortalidad demuestran que el COVID-19 no es la pandemia mortal que se ha dicho, continúa la propagación del miedo, incluyendo las advertencias de que existe una cepa del SARS-CoV2 que mutó y que es más infecciosa. Aceptar la “tecnología que invade la privacidad” promete una ilusión de seguridad alta, a pesar del miedo que existe.

En el Reino Unido, investigadores de la Universidad de Bristol llevaron a cabo dos grandes encuestas sobre dichas tecnologías y obtuvieron muy buenos resultados. La primera aceptación pública que se analizó fue el rastreo de ubicación a través de su teléfono celular que le permitiría a las agencias de salud monitorear su contacto con otras personas para enfocarse en medidas de cuarentena y distanciamiento social.

Casi el 70 % de las personas encuestadas dijeron que aceptarían una aplicación de este tipo. Sorprendentemente, el 65 % también dijo que aceptarían dicha aplicación, incluso, si fuera un requisito del gobierno para localizar a quienes no cumplen las reglas de confinamiento, emitir multas y realizar arrestos.

Una segunda encuesta analizó la aceptación de los pasaportes de vacunas, en esta ocasión un 60 % dijo estar a favor y solo un 20 % se opuso por completo. El autor principal del estudio, el profesor Stephan Lewandowsky, describió el porcentaje de los que se oponían como “sorprendentemente bajo”, y agregó lo siguiente: “Es fascinante cómo las personas parecen ser cada vez más receptivas a que sus datos personales se utilicen para informarse a sí mismos y a otros sobre lo que pueden o no pueden hacer”.

Prendergast puso esta aceptación en un contexto más amplio para las personas británicas, quienes rechazan la idea de que un funcionario les pida este tipo de documentos.

“[Esto] explica porque hubo tanta reacción contra las tarjetas de identificación de Blair. Como dijo un periodista de la época:

‘Si alguna vez me piden que presente mi tarjeta de identificación como evidencia de que soy quien digo ser, cuando no he hecho nada malo y cuando solo salgo a caminar a respirar el aire fresco como cualquier otro inglés, entonces tomaré esa tarjeta de mi billetera y me la comeré’.

Ese periodista es ahora nuestro Primer Ministro. Sería un gran giro si Boris Johnson se convirtiera en el hombre que introduce un sistema de identidad de inmunidad en Gran Bretaña”.

Restricciones similares a las de una cárcel en las universidades de Estados Unidos

Las actividades sociales comunes de los estudiantes universitarios, como, por ejemplo, reunirse con amigos en su dormitorio o incluso salir de sus habitaciones para trabajar y hacer ejercicio, están desapareciendo a raíz de las restricciones. En un caso particular, al 7 de febrero de 2021, la Universidad de Massachusetts en Amherst se encontraba en un modo operativo de “alto riesgo” debido a un “aumento continuo de casos de COVID-19”.

Debido a esto, se emitió una orden que debía estar vigente durante un mínimo de 14 días, a través de la cual se estableció que todas las clases fueran remotas y que todos los estudiantes, ya sea que vivieran dentro o fuera del campus, se encerraran en sus residencias. Solo podían salir para obtener comidas, asistir a citas médicas o someterse a una prueba de COVID dos veces por semana.

De acuerdo con un comunicado de prensa de la universidad, la violación de estas órdenes daría como resultado una “acción disciplinaria”, que podría incluir la expulsión de las residencias estudiantiles o la suspensión. También se les informó a los estudiantes que, si decidían salir del campus para aislarse en casa, “sería muy poco probable que pudieran garantizar su regreso a la universidad”.

Incluso dentro de una residencia estudiantil, se les dijo a los estudiantes que permanecieran en sus habitaciones en todo momento, excepto cuando usaran el baño de su piso. Se permitía hacer ejercicio al aire libre o atender las necesidades inmediatas de una mascota solo con el cubrebocas puesto y respetando las órdenes de distanciamiento social.

Sin embargo, este no fue el caso de la Universidad de California en Berkeley, que prohibió el ejercicio al aire libre además de extender los confinamientos en los dormitorios a febrero del 2021. Los estudiantes pueden salir de sus habitaciones únicamente para obtener atención médica, realizarse las pruebas requeridas de COVID, usar un baño asignado o para obtener comida de un comedor al aire libre, y después “deben regresar de inmediato a su habitación”.

¿Está lo suficientemente limpio para viajar?

Aunque muchos países sugieren que la vacuna contra el COVID-19 no será obligatoria, otorgar privilegios especiales a las personas vacunadas, como la capacidad de viajar, asistir a eventos sociales o incluso ingresar a un lugar de trabajo, equivale a decir que las personas vacunadas serán una clase “más limpia”.

Similar a los primeros días de la pandemia, cuando el desinfectante de manos y las toallitas desinfectantes volaban de los estantes de las tiendas en un frenesí para eliminar el COVID. Ahora sabemos que la transmisión de COVID-19 por fómites, un término que se utiliza para superficies inanimadas y objetos que pueden transmitir un patógeno, ha sido exagerada.

Emanuel Goldman, profesor de microbiología en el Rutgers New Jersey Medical School, sugirió esto en julio de 2020, cuando afirmó que los estudios que sugerían que el SARS-CoV-2 se propagaba muy fácil por medio de superficies no eran reales.

“En mi opinión, la posibilidad de transmisión a través de superficies inanimadas es muy pequeña”, dijo Goldman. Y aunque la desinfección periódica de superficies, especialmente en hospitales, era una precaución razonable, en entornos públicos “esto puede llegar a extremos injustificables por los datos”. En febrero de 2021, un editorial de Nature apoyó el trabajo de Goldman y sugirió que los esfuerzos de desinfección costosos y tóxicos eran erróneos.

“Es raro contraer el coronavirus por medio de las superficies. La Organización Mundial de la Salud y las agencias nacionales de salud pública deben aclarar sus consejos”, dice el editorial. Tan sólo la Autoridad de Tránsito Metropolitano de la ciudad de Nueva York gasta un estimado de 380 millones de dólares anuales en saneamiento relacionado con el COVID. Cuando se le preguntó al gobierno de Estados Unidos si deberían enfocarse en fómites o únicamente aerosoles, respondió que continuarán su enfoque en fómites.

Al escribir en The Atlantic, Derek Thompson describe esto como un tipo de “teatro de la higiene”, en el que las personas en Estados Unidos pasan por los movimientos de limpiar diligentemente y, tal vez, desinfectar en exceso las superficies cuando el virus se propaga por el aire.

De hecho, gran parte de la respuesta a la pandemia de COVID-19 se ha visto envuelta en la teatralidad, incluyendo el uso obligatorio del cubrebocas, para los que la evidencia científica se ha descrito como “muy débil”. El teatro de la higiene, al igual que el teatro de los pasaportes de vacunas, ofrece una ilusión de seguridad, que no está basada en la realidad.

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