Por Europa Press, Sin Embargo, 12 de enero del 2021.
Los estantes de los supermercados están cada vez más inundados de alimentos producidos mediante un procesamiento industrial extensivo, generalmente bajos en nutrientes esenciales, altos en azúcar, aceite y sal y susceptibles de ser consumidos en exceso. Son muy atractivos por la comodidad de las comidas en el microondas, el buen sabor de las patatas fritas o lo económico de un tentempié para llevar al colegio.
La investigación, realizada por el Departamento de Epidemiología y Prevención del IRCCS Neuromed, en Italia, ha confirmado ahora que estos alimentos son perjudiciales para la salud tras analizar los datos de más de veintidós mil ciudadanos que participan en el Proyecto Moli-sani.
Aquellos con mayor nivel de procesamiento industrial entran en la categoría de alimentos ultraprocesados -añade-. Según nuestras observaciones, las personas que consumen grandes cantidades de estos alimentos tienen un mayor riesgo de morir por enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares”.
El principal culpable podría ser el azúcar, que en los alimentos ultraprocesados se agrega en cantidades sustanciales. Pero la respuesta parece más compleja. “Según nuestros análisis -explica Augusto Di Castelnuovo, epidemiólogo del Departamento, actualmente en Mediterránea Cardiocentro en Nápoles- el exceso de azúcar juega un papel, pero representa sólo el 40 por ciento del aumento del riesgo de muerte. Nuestra idea es que un papel importante lo juega el propio procesamiento industrial, capaz de inducir modificaciones profundas en la estructura y composición de los nutrientes”.
“Los esfuerzos encaminados a llevar a la población hacia una dieta más saludable -comenta Licia Iacoviello, Directora del Departamento de Epidemiología y Prevención de Neuromed y profesora titular de Higiene y Salud Pública en la Universidad de Insubria en Varese- ya no pueden abordarse solo por las calorías contando o por vagas referencias a la dieta mediterránea”.
“Este estudio y otras investigaciones internacionales que van en la misma dirección, nos dicen que, en un hábito de nutrición saludable, los alimentos frescos o mínimamente procesados deben ser primordiales –prosigue–. Dedicar unos minutos más a cocinar un almuerzo en lugar de calentar un recipiente en el microondas o tal vez preparar un bocadillo para nuestros hijos en lugar de poner un snack preenvasado en su mochila: son acciones que nos premiarán con el paso de los años”.