Por Braulio Carbajal, La Jornada, 21 de diciembre del 2020.

En su informe Frente a dos pandemias. Cómo las grandes empresas de alimentos socavaron la salud pública en la era del Covid-19, la organización civil detalla cómo firmas como Coca-Cola, McDonald’s, Nestlé y PepsiCo, entre otras, aprovecharon la pandemia para comercializar sus productos de manera agresiva y tratar de influir en las políticas alimentarias alrededor de mundo.

En el caso concreto de México, señala el documento, las grandes corporaciones intentaron posponer, con el argumento de la crisis económica por la pandemia, la entrada en vigor del nuevo etiquetado frontal que mediante octágonos negros advierte al consumidor sobre los altos contenidos en grasas, azúcares, calorías y sodio en alimentos y bebidas procesadas.

Las empresas trabajaron entre bastidores para bloquear las políticas alimentarias, incluso usaron el Covid-19 como pretexto para retrasar la puesta en marcha de un nuevo etiquetado de advertencia México, apuntó el informe elaborado con datos de 18 países, donde encontró más de 280 ejemplos de acciones negativas de la industria.

En México, la iniciativa privada, encabezadas por el Consejo Coordinador Empresarial, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales, y por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) alzaron la voz para posponer el nuevo etiquetado; sin embargo, el gobierno comenzó su aplicación desde el primero de octubre, con sanciones para quienes incumplan a partir del primero de diciembre.

Además de tratar de frenar la nueva norma, las grandes empresas, señala el documento, emprendieron en México y en otros países múltiples estrategias de comercialización de comida chatarra y bebidas azucaradas durante la pandemia, apelando a sentimientos como la nostalgia y la comodidad, mientras personas de todo el mundo permanecían en cuarentena en casa.

Otras acciones cuestionables de la industria durante la pandemia, señala el informe, son posicionar los alimentos y bebidas ultraprocesados como “productos esenciales”, cuando no saludables, o llevar a cabo acciones filantrópicas mientras se ejerce presión activa contra las políticas de alimentación saludable.

Además de donar alimentos y bebidas chatarra a poblaciones vulnerables, incluidos niñas y niños en programas escolares y otras poblaciones de bajos ingresos, lo que contribuye a empeorar las condiciones de salud como obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

“Estos mensajes engañosos ayudaron a posicionar los productos alimenticios y las bebidas no saludables como seguros y vitales para el consumo doméstico”, advierte el organismo.

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