Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 15 de noviembre del 2020. .

HISTORIA EN BREVE

  • La ciencia no respalda las recomendaciones universales sobre el uso de tapabocas
  • Un artículo de revisión de políticas publicado en mayo de 2020 en ‘Emerging Infectious Diseases’, la revista de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), no encontró evidencia que respalde el uso de tapabocas como medida de protección en entornos comunitarios
  • Un metaanálisis y una revisión científica recientes —que se enfocaron en estudios controlados aleatorizados en lugar de estudios observacionales— encontraron que utilizar tapabocas no redujo los casos de influenza o enfermedades similares a la influenza, en comparación con no utilizar tapabocas, ya sea en la población general o entre los trabajadores sanitarios
  • Un estudio en los Estados Unidos encontró que, en comparación otros estados del país, los estados que exigen el uso de tapabocas solo experimentaron una reducción del 2 % en las tasas de pruebas positivas por COVID-19
  • Otra investigación demuestra que las medidas sobre el uso de tapabocas no han influido en las tasas de infección después de todo, ya que sin importar qué tan estrictas sean o si las personas cumplen con ellas, los casos han aumentado y disminuido más o menos al mismo tiempo

 En mi opinión, esto se debe a que las personas detrás de la ciencia que impulsa estas nuevas medidas no están preparadas para hacer este tipo de recomendaciones, además, los medios de comunicación hacen un horrendo trabajo.

Y al final, solo tenemos al Dr. Anthony Fauci con declaraciones como “los datos sobre el uso de tapabocas hablan por sí mismos”, pero no dice que casi todos los estudios que se han publicado hasta la fecha demuestran que el uso universal de tapabocas no evita que las enfermedades virales se propaguen. Creo que una investigación periodística sería la respuesta, el problema es que los medios de comunicación dejaron de hacer su trabajo hace mucho tiempo.

Una cosa es cuando alguien decide confiar en la opinión al momento de tomar alguna decisión sobre su persona. Y otra muy diferente es basarse en una opinión para crear órdenes de salud pública. Pero cuando hablamos de la salud de miles de millones de personas, las decisiones deberían basarse en la ciencia, lo que significa revisar cada parte de la literatura científica.

Un periodista investiga

En el siguiente video, Robert F. Kennedy Jr., fundador de Children’s Health Defense, entrevista al periodista de investigación Jeremy Hammond, quien ha escrito una gran cantidad de artículos sobre política exterior, finanzas, vacunas, y su trabajo más reciente habla sobre las medidas de respuesta a una pandemia.

En la entrevista, revisan una variedad de preguntas, que incluyen: ¿Cómo surgió el SARS-CoV-2? ¿Es posible que sea el resultado de una investigación de ganancia de función? ¿Cuál es el objetivo final de las medidas globales como el confinamiento y el uso de tapabocas? ¿Quieren proteger la salud pública o hay un plan oscuro detrás de todo esto?

Con respecto al uso de tapabocas ¿qué dice la ciencia sobre su efectividad contra las enfermedades virales? ¿Podría el uso de tapabocas tener algún efecto dañino para la salud? ¿Debería el uso de tapabocas también ser obligatorio en niños sin importar que representan un vector significativo de propagación y que su riesgo de sufrir una enfermedad grave por COVID-19 o morir a causa de esta enfermedad es casi nula?

¿Cuáles son las principales consecuencias económicas y sociales del uso de tapabocas? ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en estas medidas sobre el uso de tapabocas obligatorio que socavan la libertad de las personas?

Como señala Kennedy, la táctica más común en estos casos es el consenso científico, ya que, de alguna manera, la ciencia es inequívoca y no suele cuestionarse. Es importante comprender que esto es no tiene sentido. La ciencia está en constante cambio, por esta razón es muy raro llegar a un consenso científico sobre algo, porque una investigación rara vez es unilateral.

¡Es ridículo decir que existe consenso científico sobre este tema cuando gran parte de la evidencia contradice sus argumentos!

Todo esto no es más que gaslighting, un término que se utiliza para describir un tipo de manipulación psicológica que consiste en presentar información falsa de manera sistemática para hacer dudar a la víctima de sí misma. Con el tiempo, la víctima se vuelve incapaz de distinguir entre lo que es cierto y falso y comienza a dudar de sus propias percepciones.

El video está disponible solo en inglés

Pero la ciencia establece algo diferente

Con respecto al uso universal de tapabocas, la conclusión, dice Hammond, es que la ciencia no respalda estas recomendaciones. Bajo ciertas condiciones y en ciertos entornos, puede tener algo de utilidad; pero, en general, no existe evidencia que demuestre que utilizar tapabocas todo el tiempo y en todos lados ayude a reducir las tasas de infección y salve vidas.

Hammond señala que incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su guía del 5 de junio sobre el uso de tapabocas de 2020, señaló que no hay evidencia directa de que su uso en personas sanas sea una medida eficaz contra las enfermedades respiratorias. De acuerdo con la OMS:

“Los metaanálisis en las revisiones sistemáticas de la literatura han reportado que el uso de respiradores N95 comparados con los tapabocas médicos no está relacionado con ningún riesgo significativo de los resultados clínicos de enfermedades respiratorias, influenza o infecciones virales confirmadas por laboratorio…

En la actualidad, no existe evidencia directa (de estudios sobre el COVID-19 y en personas sanas) de que el uso del tapabocas en personas sanas sea una medida eficaz para prevenir la infección con virus respiratorios, incluyendo el COVID-19″.

En aquel momento, la OMS recomendó que los tapabocas de tela “solo deberían ser utilizadas por personas infectadas en entornos comunitarios y no como una medida de prevención”.

Sin embargo, al igual que Fauci, la OMS ha cambiado su postura en una serie de medidas, y en su actualización del 20 de octubre de 2020, la OMS recomendó a las personas utilizar el tapabocas “como parte de una estrategia integral de medidas para evitar la transmisión y salvar vidas”.

Y, a pesar del hecho de que no existen normas de calidad para los tapabocas de tela, a menos que pertenezca a uno de los grupos de alto riesgo, este es el tipo de tapabocas que le recomienda utilizar. Los tapabocas de grado médico solo se recomiendan para personas mayores de 60 años, personas con enfermedades de riesgo, quienes se sienten enfermos o quienes cuidan a un familiar enfermo.

La revisión de las políticas no encontró evidencia para el uso universal de tapabocas

Un artículo de revisión de políticas publicado en mayo de 2020 en Emerging Infectious Diseases, la revista de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), no encontró evidencia que respalde el uso de tapabocas como medida de protección en entornos comunitarios. De acuerdo con los autores:

“Aunque los estudios mecanicistas respaldan los beneficios de lavarse las manos o utilizar tapabocas, la evidencia de 14 ensayos controlados aleatorizados sobre estas medidas demostró que no produce efectos sustanciales en la transmisión de la influenza confirmada por laboratorio.

Los tapabocas médicos desechables (también conocidos como tapabocas quirúrgicos) son dispositivos que se diseñaron para que el personal médico los utilizara con el fin de proteger las heridas de los pacientes de la contaminación accidental, así como para protegerse a sí mismos de salpicaduras o fluidos corporales…

Existen pocas pruebas sobre su eficacia para prevenir la transmisión del virus de la influenza, ya sea cuando la persona está infectada o cuando lo utilizan personas que no están infectadas para evitar la exposición.

Nuestra revisión sistemática no encontró ningún efecto significativo de los tapabocas en la transmisión de la influenza confirmada por laboratorio… En esta revisión, no encontramos evidencia que respalde el efecto protector de las medidas de protección personal o medidas ambientales para reducir la transmisión de la influenza”.

En abril de 2020, el servidor medRxic publicó otro metaanálisis y revisión científica dirigidas por el respetado investigador Thomas Jefferson, cofundador de Cochrane Collaboration, las cuales se enfocaron en estudios controlados aleatorizados en lugar de estudios observacionales y encontraron que, en comparación con no utilizar tapabocas, ya sea en la población general o entre los trabajadores sanitarios, utilizarlo no redujo los casos de influenza o enfermedades similares a la influenza.

En un estudio sobre los trabajadores en cuarentena, su uso aumento el riesgo de contraer influenza, pero redujo el riesgo de ILI. También encontraron que no había diferencias entre los tapabocas quirúrgicos y los respiradores N95.

Jefferson también escribió un artículo interesante para el Center for Evidence-Based Medicine (CEBM) que se publicó el 23 de julio de 2020, en el que ofrece una breve reseña de estos estudios. En este artículo, también lamenta que la política trate de ocultar la falta de evidencia científica.

Los responsables de las políticas se basan en pruebas poco sólidas

En un artículo de opinión que se publicó el 28 de octubre de 2020 en del Wall Street Journal, Joseph Ladapo, profesor asociado de la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA, señala que “una de las características distintivas de la política contra la pandemia de COVID-19 ha sido que los líderes políticos y funcionarios de salud no han podido anticiparse a las consecuencias imprevistas de sus acciones”, y eso incluye medidas como el uso de tapabocas obligatorio.

“Es importante considerar la evidencia científica y cómo ha ido evolucionando este debate. Se han realizado varios ensayos aleatorizados sobre el uso de tapabocas comunitario o doméstico”, escribe Ladapo.

“La mayoría de los ensayos han demostrado que utilizar tapabocas tiene poco o ningún efecto sobre la transmisión de virus respiratorios… En marzo, cuando Anthony Fauci dijo que ‘utilizar tapabocas puede hacer que la gente se sienta un poco mejor’, pero ‘no brinda la protección que la gente piensa’, su declaración reflejaba el consenso científico y coincidía con las directrices de la Organización Mundial de la Salud.

Pero las recomendaciones cambiaron, casi de la noche a la mañana. ¿Por qué? El riesgo de transmisión asintomática. Los funcionarios de salud dijeron que era necesario hacer más estrictas las medidas sobre el uso del tapabocas. Esta justificación me parece deficiente dado que la propagación presintomática de virus respiratorios no es un fenómeno nuevo en la salud pública…

El público asume que a lo largo de esta pandemia se han realizado investigaciones que respaldan las medidas sobre el uso de tapabocas. Los legisladores y los medios de comunicación hacen referencia a evidencia poco sólida, como un estudio que incluyó a un estilista que dio positivo en la prueba del COVID-19 en Misuri o un campamento de verano en Georgia con un brote.

Aunque estos casos son importantes, en realidad no nos dicen nada sobre la experiencia de otros estilistas u otros campamentos de verano que adoptaron prácticas similares o diferentes sobre el uso de tapabocas.

Otro ejemplo de evidencia poco sólida son los vídeos que muestra las microgotas que se esparcen por el aire mientras la gente habla, y aunque es una línea de investigación bien intencionada, ha avivado los temores sobre las interacciones humanas habituales”.

Y ya que hablamos de los videos que muestran cómo se dispersan las microgotas al hablar, déjeme decirle que, para cada uno de esos videos, hay otro con un contrargumento. Por ejemplo, el siguiente video muestra cómo los vapores de un cigarrillo electrónico se filtran a través de un tapabocas. Si el vapor puede filtrarse, los virus en el aire también.

La pregunta aquí es si los tapabocas reducen la tasa de infección

Ladapo nos ayuda a responder esta pregunta con un estudio que se publicó Health Affairs en junio de 2020, el cual demostró que en comparación con los estados del país que no aplicaron el uso de tapabocas, los estados que exigen el uso de tapabocas experimentaron una reducción de tan solo el 2 % en las tasas de pruebas positivas por COVID-19.

Con el tiempo, incluso “las pequeñas reducciones pueden hacer una gran diferencia”, señala. Tal vez sí, tal vez no. Considere lo que Jefferson señala en su artículo de CEBM:

“El Instituto de Salud Pública de Noruega informó que, si los tapabocas funcionaran, cualquier diferencia en las tasas de infección sería pequeña cuando las tasas de infección son bajas: es decir, si asumimos que 20 % son asintomáticos y usar tapabocas reduce el riesgo en un 40 %, entones 200 000 personas necesitarían utilizarlo para prevenir una nueva infección por semana”.

De cualquier manera, incluso si los tapabocas ayudaran a reducir un poco las tasas de infección, es algo completamente diferente a sugerir que estas medidas de uso de tapabocas obligatorio le pondrán fin a la pandemia.

“Si nos basamos en la evidencia científica disponible, la conclusión más razonable es que las medidas sobre el uso de tapabocas tienen, por mucho, un pequeño efecto en el curso de esta pandemia. Pero esto no es algo que verá en las noticias por cable”, escribe Ladapo.

“Afirmar que no utilizar tapabocas es la causa del aumento en el número de casos tampoco ha sido respaldado por los datos de Gallup, que muestran que el porcentaje de personas que viven en Estados Unidos que reportan usar tapabocas ha sido alto y relativamente estable desde junio.

Los funcionarios de salud y los líderes políticos le han dado al uso de tapabocas un papel protagonista que no está respaldado por las investigaciones empíricas”.

Y aunque nos gustaría creer en este argumento a favor del uso de tapabocas, es importante recordar que cuando la ciencia está bien hecha, debe ser reproducible y en este caso, otras investigaciones encontraron que las medidas sobre el uso de tapabocas no parecen influir en las tasas de infección.

En su artículo “These 12 Graphs Show Mask Mandates Do Nothing to Stop COVID,” Yinon Weiss señala que “sin importar qué tan estrictas sean las medidas sobre el uso de tapabocas, ni el nivel de cumplimiento de la población, todos los casos se reducen y aumenta casi al mismo tiempo”.

Para ver todos los gráficos, consulte el artículo de Weiss o el hilo de Twitter. Estos son algunos de los puntos más importantes:

Casos de COVID-19 en Austria
Casos de COVID-19 en Alemania
Casos de COVID-19 en Belgica
Casos de COVID-19 en Italia
Casos de COVID-19 en España
Casos europeos de COVID-19

Los tapabocas no nos protegen de esta cruda realidad

Quizás la recomendación menos científica de todas es el uso de tapabocas obligatorio cuando visitamos lugares públicos. Un estudio de rastreo de contactos que analizó 318 brotes de COVID-19 que involucraron al menos a tres personas encontró que solo un incidente se puede rastrear hasta la transmisión al aire libre.

“Al enfocarnos en la atención desmesurada y científicamente injustificada sobre el uso de tapabocas, el uso obligatorio de tapabocas tiene el objetivo involuntario de aceptar la verdad inevitable”, escribe Ladapo en su artículo de opinión del Washington Street Journal.

“En países con transmisión comunitaria activa y sin inmunidad colectiva, el confinamiento no ha ayudado a detener la propagación de COVID-19, así que lo más sostenible y sensato que podemos hacer es aprender a vivir con el virus.

Dejar a un lado el uso de tapabocas obligatorio y adaptarnos a esta nueva realidad de propagación vírica nos ahorrará tiempo y recursos que ayudarán a proteger a las personas más vulnerables…

Hasta que se acepte esta nueva realidad de propagación vírica en Estados Unidos, los líderes políticos seguirán justificándose por mantener cerradas las escuelas y los negocios, lo que evita que los jóvenes tengan la oportunidad de construir su futuro y los priva de las actividades cotidianas que hacían que la vida valiera la pena”.

Las revistas científicas se niegan a publicar un estudio que muestra la ineficacia de los tapabocas

La evidencia más reciente, que nos ayudaría a terminar con todo este debate sobre el uso de tapabocas, es un ensayo controlado aleatorizado danés de 6000 personas que tenía como objetivo demostrar la eficacia del uso de tapabocas contra la infección por COVID-19. Pero parece que no se obtuvieron los resultados que esperaban porque los investigadores no pudieron publicar su trabajo.

Según los investigadores, el estudio se publicará tan pronto como “alguien se atreva a hacerlo”. Y si consideramos que el argumento en contra del uso de tapabocas ha carecido de evidencia, entonces si este ensayo específico de COVID-19 demuestra que funciona, ¿por qué las revistas se negarían a publicarlo?

Un hilo de Twitter por Alex Berenson, un exreportero del New York Times habla sobre esta controversia. Una traducción superficial del estudio, que actualmente solo está disponible en alemán, revela que el estudio descubrió que cuando las personas no utilizan el tapabocas de forma correcta, se tocan la cara y no se lavan las manos podrían exponerse decenas de millones de contaminaciones todos los días.

Por esta razón, el uso universal de tapabocas puede producir más daños que beneficios. Está claro que este tipo de información debería difundirse al público en general, pero las revistas médicas no permiten que eso suceda. Según informa el CEBM, hay varios ensayos registrados en los que se busca evaluar la efectividad de varios tapabocas contra el COVID-19. El tiempo dirá cuáles serán los resultados y si alguna vez los conoceremos.

Peligros relacionados con el uso de tapabocas que se mantiene en secreto

Kennedy y Hammond también analizan la evidencia que sugiere que el uso crónico de tapabocas tiene sus riesgos y puede provocar otros efectos dañinos, como:

Daño pulmonar y consecuencias patológicas por inhalar fibras del tapabocas. Un artículo que aún no se ha sometido a revisión por pares sugiere que las fibras del tapabocas pueden representar un riesgo para la salud cuando se inhalan. De acuerdo con los autores:

“Si inhala incluso un pedazo muy pequeño de fibra o si hay residuos por la fabricación, el empaque o la manipulación del tapabocas, entonces, no solo existe la posibilidad de inhalar materiales extraños, sino también de que lleguen a partes profundas del tejido pulmonar, lo que podría tener consecuencias patológicas…

Si continúa todo este movimiento de uso universal del tapabocas, entonces cientos de millones personas estarán bajo un riesgo constante de inhalar fibras, desechos ambientales y biológicos. Esta situación debería ser alarmante para los médicos y epidemiólogos que conocen los gajes del oficio”.

Intensificar los ataques de asma: los plásticos con los que se fabrican los tapabocas representan otro problema potencial. Por ejemplo, los tapabocas quirúrgicos están hechos de plásticos como el polipropileno, que provoca asma. Si tiene asma, utilizar tapabocas podría empeorar su condición.
Dentistas de todo el mundo han advertido sobre los problemas de higiene dental (caries, recesión de la línea de las encías y mal aliento potente) que se relacionan con el uso de tapabocas. El Dr. Rob Ramondi, dentista y cofundador de One Manhattan Dental dijo para New York Post:

“Personas que siempre han estado sanas y nunca habían tenido problemas dentales presentan inflamación y caries. Alrededor del 50 % de nuestros pacientes se han visto afectados por este problema”.

Quejas relacionadas con la hipoxia como fatiga, dolores de cabeza, dificultad para respirar y ansiedad.
Mayor riesgo de infección. Según el Dr. Russel Blaylock, los tapabocas “representan graves riesgos para la salud de las personas sanas”, ya que pueden provocar una concentración de virus en las fosas nasales donde pueden “entrar en los nervios olfativos y viajar al cerebro”. Tocarse la cara y el tapabocas con mucha frecuencia, también puede aumentar el riesgo de infección.

La mayoría de las personas que dan positivo a la prueba del COVID-19 también son las que más utilizan tapabocas

Para concluir, un análisis reciente de los CDC revela que el 85 % de los pacientes que dieron positivo a la prueba del COVID-19 reportaron que utilizaron su tapabocas “con frecuencia” o “siempre” durante las dos semanas antes de realizarse la prueba. No es un ensayo controlado aleatorizado, que es el estándar de oro, pero nos dice que, en general, los tapabocas no parecen ofrecer una muy buena protección. Si lo hicieran, la infección no afectaría a las personas que los utilizan.

Mientras tanto, las medidas sobre el uso de tapabocas obligatorio nos despojan de nuestra soberanía personal y nuestra humanidad. Como señaló Hammond, no parece importarles si estas medidas tienen sentido o no, más bien parece que lo que quieren es enseñarnos a seguir órdenes.

Todo esto se trata de obedecer, por desgracia, hay algunos que no saben mucho sobre ciencia e incitan el uso de la tecnocracia al tratar de hacer quedar mal a quienes no obedecen.

Es probable que en un futuro remplacen está medida de tapabocas obligatorio por la de vacuna obligatoria. Para entonces, es posible que muchos estén dispuestos a hacer casi cualquier cosa, solo para dejar de utilizar el tapabocas.

Lo invito a leer sobre las muchas preguntas relacionadas con las vacunas para el COVID-19 antes de tomar una decisión. En general, parece que la mejor opción es dejar de utilizar el tapabocas.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.