Por Corresponsal de IPS, IPS Noticias, 01 de septiembre del 2020.

Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma, dijo que la actual crisis generada por la pandemia covid-19 “ofrece la oportunidad de repensar radicalmente cómo se producen y se consumen los alimentos, y de colocar los sistemas alimentarios sostenibles en el centro de la recuperación verde”.

“Por ejemplo, reorientar el consumo reduciendo a la mitad el desperdicio de alimentos y catalizando un cambio hacia dietas más ricas en plantas, también es una poderosa herramienta para aprovechar la mitigación del clima. Depende de nosotros aprovechar esta oportunidad”, dijo la responsable.

“Reorientar el consumo reduciendo a la mitad el desperdicio de alimentos y catalizando un cambio hacia dietas más ricas en plantas, también es una poderosa herramienta para aprovechar la mitigación del clima. Depende de nosotros aprovechar esta oportunidad”: Inger Andersen.

Según el estudio del Pnuma y el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF en inglés), más de 90 por ciento de los compromisos asumidos con el Acuerdo de París no toman en cuenta todo el sistema alimentario.

El Acuerdo de París, de 195 países y adoptado en 2015, prevé compromisos nacionales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero hasta limitar el calentamiento del planeta, hacia el año 2050, por debajo de 1,5 grados centígrados con respecto a la era preindustrial.

Los sistemas alimentarios, que combinan todos los elementos y actividades relacionados con la producción, procesamiento, distribución, preparación y consumo de alimentos, representan hasta 37 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero.

Aunque 89 por ciento de los compromisos nacionales mencionan la producción agrícola, los planes tienen que ver principalmente con el uso de la tierra, mientras se ignoran otras acciones en el sistema, como disminuir la pérdida y el desperdicio de alimentos, o el cambio a dietas más sostenibles.

Esos cambios representarían una reducción de las emisiones en 12,5 gigatoneladas de dióxido de carbono (CO2), una cantidad equivalente a sacar de las carreteras a 2700 millones de autos, el doble de los que actualmente circulan en el mundo.

Una gigatonelada (Gt) equivale a 1000 millones de toneladas métricas.

El estudio divulgado en esta capital de Kenia sede del Pnuma indicó que reducir los cambios de uso del suelo y la conversión de hábitats naturales puede disminuir las emisiones en 4,6 Gt de CO2 por año.

Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, que representa ocho por ciento de todas las emisiones mundiales, podría disminuir anualmente las emisiones en 4,5 Gt de CO2.

Mejorar los métodos de producción y reducir las emisiones de metano del ganado podrían reducir las emisiones hasta 1,44 Gt por año, pero pueden lograrse reducciones mucho mayores, hasta ocho Gt de CO2, cambiando a dietas más saludables y sostenibles.

Esas dietas deberían contener una mayor proporción de alimentos de origen vegetal y una menor de los de origen animal.

Hasta el momento, ningún plan de acción climática nacional menciona explícitamente las dietas más sostenibles, solo once países mencionan en sus planes la pérdida de alimentos (en las fases de producción, transporte y almacenamiento), y ninguno considera el desperdicio (fase de consumo), asegura el informe.

El despilfarro de alimentos ha sido estimado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1300 millones de toneladas al año, aproximadamente una tercera parte de lo producido para consumo humano.

“Los primeros indicios apuntan a que se seguirá ignorando el consumo sostenible y la pérdida y el desperdicio de alimentos. Ninguna de las actualizaciones y revisiones (de los compromisos iniciales de 2015) las menciona en sus contribuciones o políticas y medidas de mitigación”, señaló el informe Pnuma-WWF.

El director del WWF, Marco Lambertini, insistió en que “se necesitan compromisos ambiciosos, con plazos concretos y cuantificables para la transformación de los sistemas alimentarios, si queremos lograr un futuro de 1,5 grados centígrados. No hacerlo es ignorar uno de los principales impulsores de la crisis climática actual”.

A-E/HM

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