Por CLOC-Vía Campesina, Biodiversidad LA, 31 de agosto del 2020.

Constantemente pensamos en la necesidad de que los alimentos sean producidos del modo más natural posible, para que sean bien nutritivos, frescos, sanos, económicos, deliciosos, bonitos, entre otros aspectos que buscamos a la hora de consumirlos. Nuestro trabajo se enmarca en los aspectos mencionados, a la par de que producimos alimentos para el resto de la humanidad; luchamos para producir los alimentos que necesitan nuestras familias, creemos que una alimentación saludable depende de una agricultura con prácticas agroecológicas. En los territorios hemos luchado por asumir nuestro importante rol como población campesina, pero hay factores que nos dificultan el pleno desarrollo de nuestro ejercicio. Aquí queremos comentar algo de lo que nos trunca y pone en riesgo nuestra existencia y cómo, desde nuestros pequeños territorios, en toda la Latinoamérica hemos logrado mantenernos.

Queremos insistir en que ahora estamos frente a un encontronazo de modelos económicos en el mundo rural. El contraste entre el modelo dominante, basado en las agroexportaciones, las políticas neoliberales y el libre comercio, versus el modelo de soberanía alimentaria que como CLOC-LVC defendemos.

Nosotros y nosotras identificamos que nuestra propuesta económica se enmarca en el concepto de soberanía alimentaria. Con lo que implica desarrollarla vemos la posibilidad de seguir existiendo, mejorar nuestras condiciones de vida y la de quienes trabajan en la ciudad; también vemos que con la práctica de la soberanía alimentaria, podemos enfriar el planeta, enaltecer y valorar el trabajo y poder de decisión de nosotras, las mujeres; garantizar la permanencia de la juventud en el campo; distribuir mejor los alimentos que producimos y con ello combatir el hambre; garantizar los derechos de nuestros niños y niñas; y cultivar la paz en nuestros territorios, entre muchas otras necesidades importantes.

“El concepto de soberanía alimentaria fue desarrollado por Vía Campesina y llevado al debate público con ocasión de la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996, y ofrece una alternativa a las políticas neoliberales. Desde entonces, dicho concepto se ha convertido en un tema mayor del debate agrario internacional, inclusive en el seno de las instancias de las Naciones Unidas.”

Para nosotras y nosotros “la soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a producir sus propios alimentos, nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, también abarca el derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. “Algunas experiencias locales que hemos tenido en materia de soberanía alimentaria con la agroecología son:

Organizaciones como la ATC en Nicaragua; Fensuagro, Anzorc, Fenacoa en Colombia, el FNCEZ en Venezuela, el MST y MPA en Brasil; y sólo por citar algunas de las tantas, han creado estrategias para la recuperación de tierras, ya que en Latinoamérica la mayor parte de la tierra se encuentra en manos de terratenientes y la que tienen los campesinos está siendo usurpada por proyectos minero-energéticos o por la invasión de monocultivos de la agroindustria como es el caso de la soya.

Las estrategias exitosas de recuperación de la tierra se enmarcan en establecer asentamientos campesinos para ocupar las tierras baldías; en el caso de las tierras que poseemos campesinos y campesinas, y que se nos pretende quitar por los megaproyectos hemos logrado crear, en Colombia, mecanismos legales para constituir los resguardos indígenas, zonas de reserva campesina. Luchamos en todo el continente para constituir zonas donde podamos ejercer con libertad las actividades correspondientes a producir alimentos, sin afectar nuestras tradiciones ni la economía local. Para que podamos seguir produciendo alimentos es necesario tener la tierra pero esta tenencia es muy desigual en nuestro continente (“El uno por ciento de fincas en América Latina concentra 60% de la tierra”).

Las estrategias para poder garantizar la tenencia de la tierra en manos campesinas han servido para disponer de recursos hídricos, proteger las semillas y la biodiversidad, frenar el saqueo de corporaciones multi y transnacionales.

Con la tierra que tenemos en las manos nos hemos garantizado el derecho como campesinos y campesinas a producir nuestros alimentos y con ello hemos logrado concientizar a la población en general para poder identificar las ventajas que tiene nuestra producción campesina agroecológica y la importancia de consolidar relaciones económicas soberanas. Los logros que hemos tenido hasta el momento se pueden demostrar mediante la aplicación de metodologías de intercambios de saberes a partir del diálogo de campesinas o campesinos o viceversa, diálogos que permiten crear estrategias de autodeterminación de los pueblos a partir del trato entre iguales a la hora de consolidar prácticas agroecológicas, aplicar tecnologías acordes a las necesidades de los territorios, construir estrategias en materia de políticas públicas que garanticen nuestros derechos e incluso espacios de participación en la ONU para la Declaración Mundial de los Derechos Campesinos. http://www.fao.org/family-farming/detail/es/c/1197484/

La aplicación de tratados de libre comercio internacional atentan directamente contra nuestra soberanía, hacen que los alimentos que producimos entren en una competencia desleal en el mercado, posicionan nuestros alimentos en una lógica mercantil que desconecta las relaciones entre quienes producimos y consumimos los alimentos y además que no garantiza una distribución equitativa. Este manejo mercantil de la alimentación es en parte precursora del hambre en nuestras comunidades. Las prácticas que nos han resultado favorables consisten en fortalecer la economía local y nos ayudarían aun más si al momento de comprar se redujera el consumo de alimentos ultra procesados y superempacados, y aumentara el consumo de frutas, verduras, tubérculos, granos. Todo lo fresco en mercados locales. Esto sin lugar a dudas mejorará la salud. Algo importante es tener en cuenta que al escoger los productos, no siempre su calidad se mide por su tamaño o color. Hoy la clasificación de calidad que se le aplica a los alimentos hace que entre el 50 y el 60 por ciento de lo que producimos los campesinos sea desechado, subvalorado o sobrevalorado. En este aspecto de la sobrevaloración no somos los campesinos y campesinas quienes recibimos los beneficios, sino los canales de intermediación. Nosotros y nosotras hemos intentado garantizar, desde varias acciones en el territorio, en el espacio político y económico, la participación de los pueblos en la definición de la política agraria. Fomentar condiciones para el buen vivir en el campo y la ciudad, ha provocado y provoca la persecución, exilio, la desaparición y lamentablemente la muerte de muchos de nuestros líderes que luchan por aspectos tan necesarios y básicos como lo es el cumplimiento de los derechos humanos. Para evitar esta tragedia hemos emprendido varias acciones en muchos espacios de participación. Algo muy importante es que divulguemos lo que ocurre con este flagelo, que todos tengamos entendimiento de lo que esta pasando en nuestros territorios.

En nuestro quehacer desde el territorio identificamos acciones importantes para ir construyendo soberanía alimentaria y lo necesario que hay que seguir trabajando:

* Cambiar las políticas públicas que gobiernan nuestro sistema agrario y alimentario.

* Reclamar el derecho a la tierra, las semillas y los bienes comunes.

* Oponernos a la mercantilización y las patentes de los bienes comunes.

* Crear un sistema de producción agroecológica que asegure alimentos sanos para todas las personas, conservando la biodiversidad y los recursos naturales.

* Cambiar la forma en que se distribuyen los alimentos, promoviendo mercados locales, diversificados, basados en la solidaridad y en precios justos.

* Mejorar las condiciones sociales y el trabajo en el sistema agrario alimentario.

Nuestro sistema alimentario y las formas de vida rural están bajo el ataque del capital financiero internacional y las corporaciones transnacionales, que cuentan con el apoyo de gobiernos, acuerdos de libre comercio e instituciones financieras internacionales como la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Cuando los pueblos rurales perdemos nuestras tierras y territorios, éstos caen en las manos del agronegocio y otros acaparadores de tierra.

Por otro lado, nos enfrentamos al cambio climático, se elevan las temperaturas y el nivel del mar, existen grandes contaminaciones de la tierra y las aguas, baja la fertilidad de los suelos, hay poca disponibilidad de agua, disminuye la biodiversidad, se incrementan los eventos climáticos extremos que ocasionan severos daños a las comunidades y los ecosistemas incrementando la vulnerabilidad de las poblaciones más empobrecidas, en particular de las mujeres indígenas y rurales.

Para mantenernos en nuestro rol de campesinos y campesinas hemos tenido que enfrentar los agrotóxicos, los transgénicos, el monocultivo, los agronegocios, la sustitución de insumos, la agricultura orgánica neoliberal que mantiene el monocultivo, las leyes, tratados de semillas y su mercantilización, el verticalismo y la privatización de los conocimientos, la propiedad intelectual sobre la vida, el acaparamiento de tierras y los grandes latifundios privados, el patriarcado y otras formas de explotación, el ataque a la naturaleza desde la mal llamada agricultura inteligente.

“Desde la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo CLOC-Vía Campesina, promovemos la agroecología como el único camino, pertinente, viable y éticamente admisible para lograr la soberanía alimentaria, con la unión de las fuerzas, voluntades y capacidades de todos nuestros pueblos.”

La agricultura campesina agroecológica que practicamos es una pieza clave en la construcción de la soberanía alimentaria y la defensa de la Madre Tierra, principios éticos de vida basados en la justicia social y en la dignidad de los pueblos.

Nuestra agroecología es sumamente política, no es complaciente ni con las estructuras de poder ni con el monocultivo, más bien desafía al poder, y coloca a las comunidades locales en el centro de la producción de alimentos, en armonía con la Madre Tierra.

Buscamos practicar una agroecología campesina basada en sistemas locales de semillas, que es comprobadamente mejor para la Madre Tierra, ayuda a enfriar el planeta, y ha demostrado ser más productiva por unidades de área que el monocultivo industrial, ofreciendo el potencial para alimentar al mundo con alimentos sanos y saludables, producidos de forma local, mientras que a su vez garantiza una vida con dignidad para el campesinado y para las generaciones futuras de los pueblos del campo.

Nuestra propuesta es continuar promoviendo la agroecología entre todas las organizaciones de la CLOC mediante programas de formación, visitas de intercambios, producción y distribución de materiales educativos y la identificación y documentación de casos exitosos. Promovemos programas, escuelas e institutos de formación agroecológica (IALAs) y programas de campesino-a-campesino. Trabajamos en la defensa y el fortalecimiento de los sistemas de semillas campesinas locales, luchamos por la tierra y el agua; exigimos a los gobiernos la adopción de políticas públicas que favorezcan la agroecología y la soberanía alimentaria.

Las mujeres, hombres, ancianos y jóvenes campesinos, indígenas, jornaleros, trabajadores rurales sin tierra, y otros pueblos del campo estamos comprometidos con la lucha por la defensa y recuperación de nuestra tierra y territorios, que nos permiten preservar nuestro modo de vida, nuestras comunidades, y nuestra cultura.

Los pueblos indígenas, y todas nuestras tradiciones y culturas campesinas históricamente nos han enseñado el respeto a la Madre Tierra, por lo cual nos sentimos desafiados con la recuperación de nuestros saberes ancestrales de la agricultura y con la apropiación de los valiosos principios de la agroecología (que de hecho proviene en gran parte de nuestro conocimiento acumulado), para que así podamos producir en armonía cuidando a nuestra Madre Tierra.

Existen muchísimas experiencias en practicas locales que ayudan a construir el camino de la soberanía alimentaria desde la producción campesina agroecológica. En la mayoría de estas actividades logramos:

* Aumentar el reciclado de biomasa y optimizar la disponibilidad y el flujo balanceado de nutrientes.

* Asegurar condiciones del suelo favorables para el crecimiento de las plantas, particularmente a través del manejo de la materia orgánica y aumentando la actividad biótica del suelo.

* Minimizar las pérdidas provocadas por flujos de radiación solar, aire y agua mediante el manejo del microclima, cosecha de agua y el manejo de suelo a través del aumento en la cobertura.

* Diversificar específica y genéticamente el agroecosistema en el tiempo y el espacio.

* Aumentar las interacciones biológicas y los sinergismos entre los componentes de la biodiversidad promoviendo procesos y servicios ecológicos claves.

La soberanía alimentaria con agroecología es nuestra propuesta como comunidades organizadas y campesinas para mejorar las condiciones de vida en campo y ciudad, pues contribuyen, con soluciones contundentes y económicas, a superar los desafíos que tenemos como humanidad.

Referencias:

– Escuela Campesina Multimedia.

https://agroecologia.espora.org/

– El 1% de fincas en América Latina concentra el 60% de la tierra.

https://www.telesurtv.net/news/El-1-de-fincas-concentra-mas-del-60-de-la-tierra-en-A.-Latina-20161206-0033.html

– La agroecología como patrimonio de los pueblos rurales y ancestrales.

https://cloc-viacampesina.net/la-agroecologia-como-patrimonio-de-los-pueblos-rurales-y-ancestrales/

– Soberanía alimentaria con base en la agroecología.

https://cloc-viacampesina.net/soberania-alimentaria-con-base-en-la-agroecologia/

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