Por Manu Ureste, Animal Político, 31 de agosto del 2020.

La minera canadiense Almaden Minerals quiere abrir una mina de oro y plata que consumirá más de 5 millones de litros de agua diarios en una comunidad indígena de Puebla que padece sequías severas.

Para conseguir tal cantidad de agua, lo equivalente a llenar 730 albercas olímpicas al año durante más de una década, la compañía promete que utilizará la lluvia que caiga del cielo.

Sin embargo, hidrólogos, ambientalistas, y organizaciones civiles, advierten que, en una región de sequías, no hay certeza de que lloverá lo suficiente para garantizar el abasto a la mina y a las comunidades de Ixtacamaxtitlán, municipio de la sierra norte de Puebla donde habitan más de 24 mil personas. Por lo que acusan a la compañía canadiense de que, en realidad, tomará el agua faltante del río Tecolutla y de sus afluentes, como el río Apulco, que fluye a escasos dos kilómetros de la mina.

Además, para la extracción de oro y plata, Almaden Minerals usará explosivos y químicos como el cianuro, y generará toneladas de residuos. Y esto, advierten los especialistas, detonará también el riesgo de que esos residuos se filtren y contaminen el río Apulco, afectando no solo a las comunidades cercanas a la mina, sino también a las más de 395 mil personas que viven en 13 municipios poblanos por los que pasa el río en dirección a la costa de Veracruz, hasta llegar al Golfo de México.

Organizaciones civiles como Poder, Fundar, y el Centro de Estudios de Desarrollo Rural, denuncian que, durante la primera fase de exploración del terreno, la minera ya provocó daños en manantiales naturales afectando a agricultores que viven del agua para subsistir.

Almaden Minerals responde que, a pesar de las sequías, la mina se abastecerá de la lluvia que almacenará en dos presas que construirá, y que incluso donará a las comunidades el agua que sobre del proyecto.

También subraya que no succionará agua de río alguno y que no abrirá pozos. Aunque en la Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto introdujo un matiz que los ambientalistas y académicos denuncian que es “la puerta de entrada” a utilizar agua del río: la minera admite que, además de la lluvia, se abastecerá “de flujos de agua subterránea”, aunque subraya que es agua que ya está acumulada en el lugar donde perforarán la mina.

En cuanto a las afectaciones ambientales, Almaden Minerals responde que almacenará los residuos en depósitos secos y filtrados, es decir, ya depurados de ácidos, para “reducir” la huella de contaminación.

La población de Ixtacamaxtitlán se encuentra dividida.

Por un lado, hay ciudadanos que están a favor de la minera, que prometió que dará empleo a 600 personas en comunidades pobres, y que para el final de los 11 años de vida del proyecto dejará en las arcas de Puebla y del municipio más de 2 mil millones de pesos por el pago de impuestos.

Y, por otro lado, están los que rechazan la mina por sus implicaciones ambientales en una zona marcada por la sequía, y quienes denuncian que la minera canadiense no hizo una consulta a los pueblos indígenas. Este grupo, además, critica que detrás de las acciones altruistas que presume la minera canadiense en la zona del proyecto, como como equipar escuelas, o donar sillas de ruedas, se esconden jugosas ganancias: más de 6 mil millones de pesos netos por la venta de toneladas de oro y plata.

Sequías extremas

Alejandro Marreros, del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (CESDER), explica que, en Santa María, a dos kilómetros y medio de donde se proyecta abrir la mina, los 600 habitantes de esta comunidad de Ixtacamaxtitlán se turnan el abasto de agua potable cada tres días.

“La lluvia aquí es de temporada, de solo cuatro meses al año, y por eso somos una zona con fuerte carencia de agua”, plantea el activista, cuya afirmación tiene sustento en lo reportado por diferentes fuentes oficiales.

Una de esas fuentes es el Atlas de Riesgo del municipio, que cataloga a Ixtacamaxtitlán de “riesgo alto” por “sequías de intensidad alta”.

Otra fuente que lo corrobora es el Monitor de Sequía de México, de la Conagua, que señala que en este municipio de la sierra norte de Puebla hay periodos que son “anormalmente secos”, como, por ejemplo, el que se registró de mayo a octubre de apenas el año pasado, y periodos de “sequías moderadas” y también de “sequías severas”, como las registradas en 2011 2009 y 2008.

Incluso, Almaden Minerals admite en la Manifestación de Impacto Ambiental que la disponibilidad de agua en la zona “es un tema crítico” y que la característica “más destacada” de las condiciones climáticas de Ixtacamaxtitlán es, precisamente, que la lluvia es “escasa”.

Ante estos datos, Marreros critica que es “un sinsentido” proyectar una mina a cielo abierto en una región de sequías que, según la propia empresa canadiense, requiere más de 5 millones de litros de agua… todos los días.

“Es una gran contradicción -insiste-. Por un lado, la comunidad no tiene agua para abastecerse con regularidad. Y, por otro, una minera nos dice que va a gastar millones de litros de agua a diario. Es absurdo”.

Sin embargo, Minera Gorrión, la empresa mexicana filial de Almaden Minerals, defiende que el proyecto es “robusto, moderno y realista”.

Cuestionado sobre cómo garantizan que habrá agua suficiente, David Santamaría, vocero de Minera Gorrión, explica que desarrollaron modelos de predicción de lluvias a partir de los registros del Servicio Meteorológico Nacional de seis estaciones regionales, con un periodo que va de 1943 a 2014, más otro análisis con datos obtenidos por una estación propia.

El resultado es que pronostican una precipitación media anual de 600 mm en Ixatacamaxtitlán, una media que, si bien está por debajo de la nacional de los últimos diez años, que es de 807 mm anuales, la minera cree que será suficiente para llenar las dos presas que construirán, si el gobierno de López Obrador le da luz verde al proyecto.

Almaden Minerals confía a tal punto en sus predicciones que, a pesar de los indicadores de sequías de la Conagua y del Atlas de Riesgo, promete que no solo tendrá agua suficiente para abastecer su mina, sino que, “en condiciones normales”, también será capaz de donar 2 millones de litros diarios a las comunidades.

Mientras que, “en condiciones de sequía”, la donación cae hasta los 500 mil litros; un tercio de una alberca olímpica para un municipio de 126 localidades y 24 mil 500 habitantes, aunque la minera precisa que “el área de influencia del proyecto” solo afectaría a 7 localidades donde habitan 1 mil 283 personas.

“Estamos preparados para mantener un proyecto en pie sin afectar los recursos (el agua) que se vayan donando a la población”, enfatiza el vocero de Minera Gorrión en una entrevista, que puedes leer íntegra aquí.

Contradicciones

No obstante, Alonso Gutiérrez, maestro en Ciencias de la UNAM que analizó la Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto, advierte en un estudio que puedes leer aquí que la minera promete cantidades de agua “sin sustento” y con datos y cálculos contradictorios.

Por ejemplo, en unas partes de la Manifestación la empresa dice que lloverá 600 mm al año en Ixtacamaxtitlán, y en otras, en cambio, toma como referencia el estado de Puebla, y dice que la precipitación media será de 981 mm. Otro ejemplo: en unas partes dice que las lluvias en Ixtacamaxtitlán son “escasas”, y en otras asegura que son “abundantes”.

El maestro Alonso Gutiérrez plantea que la minera tampoco tiene en cuenta otros factores clave que, además de las sequías, afectarían al almacenamiento del agua en las dos presas, como la evaporación, el desazolve, o las posibles filtraciones por fracturas.

“No explican qué modificaciones en el paisaje harán para dirigir el agua hacia las presas, ni el impacto que tendría la construcción de éstas y las posibles modificaciones en el entorno natural”, enfatiza el académico, que apunta que la construcción de dos presas, por sí mismo, requiere de una Manifestación de Impacto Ambiental aparte.

Otro punto polémico en la Manifestación es que Almaden Minerals promete que, a partir del quinto año del proyecto, reducirá el agua que utilizará para su proyecto. Aunque, al mismo tiempo, dice que aumentará la cantidad de oro y de plata que procesará.

Así lo expone: en los primeros cuatro años, gastará 0.7 metros cúbicos por tonelada para procesar 7 mil 650 toneladas de material. Es decir, gastará 5 millones 355 mil litros de agua diarios.

A partir del quinto año, Almaden Minerals dice que bajará su consumo de agua de 0.7 metros cúbicos a 0.4 por tonelada. Sin embargo, de 7 mil 650 toneladas diarias pasará a procesar 15 mil 300, casi el doble, por lo que su consumo diario pasará de algo más de 5 millones de litros a 6 millones 120 mil litros diarios.

Es decir, la mina gastará 785 mil litros más todos los días.

Aún así, Almaden Minerals insiste en entrevista en que usará menos agua y que, a partir del quinto año, “el consumo se vuelve más eficiente”.

Agua subterránea: ¿sí o no?

Para el académico Alonso Gutiérrez, “estos datos contradictorios” son los que le llevan a asegurar que la minera no dejará en manos de las lluvias de temporada un proyecto en el que Almaden Minerals ya invirtió 40 millones de dólares, y para el que prevé una inversión total de operación de 1 mil 100 millones de dólares, unos 22 mil millones de pesos.

“Es ridículo el argumento de que la actividad de una mina, que requiere de una inversión millonaria, vaya a depender de si un año llueve mucho o nada”, subraya Gutiérrez, que insiste en que, en una zona de sequías, es “absolutamente inviable que una mina pueda sostenerse solo de la lluvia”.

Alonso Gutiérrez no es el único que piensa así. Otros académicos de la UNAM y de la UAM, como Laura Pastrana Álvarez o Gibrán Mubarqui, organizaciones como la mencionada CESDER y el Consejo Tiyat Tali, e investigadores de Fundar y del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), también elaboraron estudios -cuyas conclusiones puedes consultar aquí- en los que advierten que la Manifestación de Impacto Ambiental de la minera está “plagada de errores y de contradicciones”.

La crítica de los académicos es que la minera se guarda un as bajo la manga: compensar las sequías con el agua subterránea del acuífero Tecolutla y sus afluentes.

La minera lo niega tajantemente, aunque en la Manifestación su postura es contradictoria: en el documento insiste en que la principal fuente de abasto del proyecto serán las lluvias, pero, en otras, admite que usará “los flujos de agua subterránea en el tajo”.

Cuestionado sobre esta contradicción, el vocero de la minera, David Santamaría, insiste en que el proyecto no explotará pozos, ni succionará río alguno. Lo que sí hará, precisa, es aprovechar los flujos de agua subterránea que se acumulan en la zona donde se abrirá el tajo de la mina.

Es decir, no abrirán pozos, pero sí utilizarán el agua subterránea que encontrarán a medida que vayan excavando para abrir la mina.

Esos flujos de agua subterránea son los denominados como “agua de laboreo” y su uso está permitido por la Ley Minera, insiste Santamaría, que recalca que “no será necesaria la gestión de concesiones para el aprovechamiento de agua subterránea”.

Sin embargo, para los académicos y ambientalistas entrevistados, este es un argumento “mañoso” para utilizar agua subterránea sin tener que solicitar una concesión a Conagua, tal y como obliga el decreto publicado el 6 de junio de 2016 en el Diario Oficial de la Federación (DOF) de aguas nacionales subterráneas del acuífero Tecolutla.

“Lo que establece el DOF es que no se puede utilizar agua subterránea del acuífero Tecolutla porque eso generaría un riesgo en la estabilidad y en el balance hídrico, y una sobreexplotación de todo el sistema de ríos, como el Apulco, que se nutren de éste. Y esto, a su vez, pondría en riesgo el abasto de agua para la población local”, advierte el maestro Alonso Gutiérrez.

“Si contaminas el río, lo contaminas todo”

Además del uso de agua subterránea, otro punto que preocupa es qué se va a hacer con las toneladas de residuos que a diario generará el proyecto.

De acuerdo con la Manifestación, una vez que se extraigan de la tierra los metales preciosos, se pasa al ‘lavado’ de los mismos con químicos tóxicos como el cianuro de sodio, para separar la tierra del oro y la plata.

Para hacer ese ‘lavado’, la minera utilizará un método conocido como filtrado de “jales secos”, que consiste en almacenar los residuos en depósitos llamados ‘tepetateras’, ya filtrados y depurados de ácidos. Y esto, subraya la minera, “permitirá reducir la huella del proyecto en un 50%”.

AdemásAlmaden Minerals señala que en la región del proyecto hay altas concentraciones de carbonato de calcio, lo que les permite asegurar que “la generación de drenaje ácido (hacia el subsuelo) es muy poco probable” debido “al alto potencial neutralizador” del calcio.

No obstante, los investigadores consultados de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) plantean que ninguna minera puede garantizar al 100% que sus residuos derivados no contaminarán el medio ambiente.

De hecho, para que se generen afectaciones graves, el investigador Gibrán Mubarqui advierte en un estudio que puedes leer aquí que no es necesario que ocurran escenarios catastróficos, como un derrame de químicos. Solo con las sequías y las tormentas extremas que se dan en Ixtacamaxtitlán, el riesgo de contaminación del río próximo a la mina es latente.

En época de sequías, explica el académico, el peligro es que en las tepetateras donde se depositaron los residuos, las partículas de polvo “se transportan fácilmente por el viento” y pueden llevar parte de esos residuos a los ríos.

Mientras que, ante posibles tormentas extremas, como las que se desataron en la zona en 1999, o ante algún evento ciclónico, como los de 2006, 2007 y 2008, se puede producir un desborde de las presas, lavando el material de residuos acumulado en las tepetateras, que llegaría al río próximo a la mina, y de ahí viajaría “con altas velocidades” cuenca abajo contaminando el afluente a su paso por 120 poblaciones habitadas por 130 mil personas, hasta llegar al mar en el Golfo de Veracruz.

“La preocupación es sencilla”, enfatiza el académico. “Si se contamina el acuífero Tecolutla, contaminas todo. Y no solo todos los ríos que dependen de ese acuífero, como el río Apulco, sino también todos los pozos de riego y los manantiales de la región de los que viven miles de personas”.

Desde octubre del año pasado, la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat) tiene en pausa el análisis de la Manifestación de Impacto Ambiental de Almaden Minerals, así como el permiso para iniciar los trabajos, debido a que organizaciones civiles que se oponen al proyecto interpusieron amparos y el caso aún está pendiente de resolución en un Tribunal Colegiado.

Pero el proyecto continúa vigente.

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.