Por Dr. Joseph Mercola, Mercola, 27 de agosto del 2020.

HISTORIA EN BREVE

  • Se ha demostrado que el ajo tiene propiedades antivirales y antibacterianas, mientras ayuda a reducir los efectos del resfriado común
  • Los compuestos del ajo podrían influir en la función cognitiva, mejorar el control de la glucosa y reducir el riesgo de accidente cerebrovascular e insuficiencia renal

En las investigaciones sobre el ajo (Allium sativum) se ha observado que diferentes culturas han utilizado el ajo de manera muy similar. Algunas referencias se encuentran en tablillas de arcilla sumerias que datan de 2 600 a. C. En el antiguo Egipto, la clase trabajadora consumía ajo para ayudar con el trabajo pesado, mientras que, en los primeros Juegos Olímpicos en Grecia, los atletas usaban ajo para mejorar su resistencia.

En la antigua China, el ajo se utilizaba para la digestión y la diarrea. En la India, se utilizó para la cicatrización general de heridas y aliviar la fatiga, los problemas digestivos, la artritis, las enfermedades cardíacas y los parásitos. Al observar sus usos históricos en todo el mundo, los investigadores explicaron lo siguiente en el Nutrition Journal:

“Tres tradiciones médicas antiguas en la India (Tibbi, Unani y Ayurveda), utilizaban el ajo como pilar de la eficacia curativa de las plantas. El principal texto médico de la India, el Charaka-Samhita, recomienda el ajo para tratar las enfermedades cardíacas y la artritis.

En otro antiguo libro de texto medicinal de la India, el Bower Manuscript (~ 300 d.C.), el ajo se usaba para la fatiga, las enfermedades parasitarias, los trastornos digestivos y la lepra.

Con el inicio del Renacimiento en Europa, se prestó cada vez más atención a los usos medicinales del ajo. Un destacado médico del siglo XVI, Pietro Mattiali de Siena, prescribió ajo para los trastornos digestivos, la infestación de gusanos y los trastornos renales, así como para ayudar a las madres durante las complicaciones en el parto. En Inglaterra, el ajo se usaba para el dolor de muelas, el estreñimiento, la hidropesía y la peste”.

Los compuestos de ajo podrían inhibir el SARS-CoV-2

Los científicos de Vietnam han estado tratando de validar las propiedades del ajo, tal cómo identificar los componentes activos y sus mecanismos de acción. En un estudio publicado a principios de la pandemia de COVID-19, los investigadores evaluaron 17 compuestos organosulforados que se encuentran en el aceite esencial de ajo.

El estudio incluyó un acoplamiento molecular para analizar cómo el ajo podría inhibir la enzima convertidora de angiotensina 2 del receptor del huésped (ACE2). Este receptor se identificó como un agente importante para que el SARS-C0V-2 infecte células humanas. Los 17 compuestos organosulforados incluidos en el estudio constituían el 99.4 % del aceite esencial de ajo.

La actividad más fuerte para combatir el SARS-CoV-2 se encontró en dos compuestos organosulforados, el disulfuro de alilo y el trisulfuro de alilo, que representan el 51.3 % del aceite esencial de ajo. Los investigadores escribieron que los resultados del estudio de laboratorio “sugieren que el aceite esencial de ajo es una valiosa fuente natural para combatir los virus, que ayuda a prevenir la invasión del coronavirus en el cuerpo humano”.

En un estudio más reciente, investigadores de Turquía también escribieron sobre el efecto que tiene el ajo para liberar la hormona leptina del tejido adiposo. Esta hormona ayuda a regular la saciedad, pero también contribuye a estimular las citoquinas inflamatorias. Concluyeron que el ajo:

“Podría ayudar a prevenir la infección por COVID-19 al estimular las células del sistema inmunológico y reprimir la producción y secreción de citoquinas proinflamatorias, así como una hormona leptina derivada del tejido adiposo que tiene una naturaleza proinflamatoria”.

También se han estudiado los efectos que tiene sobre los niveles de leptina y su posible impacto para combatir la obesidad. En 2018, los investigadores analizaron el efecto de una bebida preparada con dátiles, vinagre y jugo de ajo y encontraron que las personas que consumieron 500 mililitros al día durante 10 semanas perdieron un promedio de 9.5 libras (4.3 kilogramos) y redujeron su porcentaje de grasa corporal y niveles séricos de leptina.

A pesar de la evidencia de que el ajo tiene propiedades antivirales y antibacterianas naturales, algunos están ignorando que ayuda a prevenir el COVID-19, ya que buscan inventar soluciones químicas y desarrollar una nueva vacuna.

La Organización Mundial de la Salud advierte: “El ajo es un alimento saludable que podría tener algunas propiedades antimicrobianas. Sin embargo, no existe evidencia de que el ajo pueda ayudar a proteger a las personas del nuevo coronavirus”.

El ajo es un antiviral natural

Los investigadores han sugerido que utilizar un extracto de ajo al preparar hamburguesas podría ayudar a reducir el crecimiento de staphylococcus aureus en las hamburguesas. El extracto se podría utilizar como aromatizante, pero también tiene propiedades antibacterianas frente a algunas bacterias gram positivas y gram negativas.

No es la primera vez que se analiza el ajo por sus efectos antivirales. En un estudio de 1985, los científicos analizaron sus efectos para combatir los virus de la influenza B, herpes simple y Coxsackie, al reconocer su uso histórico para tratar diversas enfermedades infecciosas. Las pruebas de laboratorio mostraron que ayuda a combatir la influenza B y el herpes simple.

En un ensayo en humanos que involucró a 146 personas, los investigadores separaron al grupo para recibir un placebo o un suplemento de ajo una vez al día durante 12 semanas. Esto se llevó a cabo durante la temporada de influenza y las personas completaron un cuestionario para evaluar su salud y los síntomas del resfriado a diario.

Los datos demostraron que las personas en el grupo de intervención tenían menos probabilidades de enfermarse y si se resfriaban se recuperaban más rápido. Las que tomaban el placebo tenían más probabilidades de enfermarse más de una vez en un período de 12 semanas.

En una revisión de la literatura, se encontró que, además de reducir la presión arterial alta, prevenir la diabetes y combatir el cáncer, el ajo podría combatir diferentes tipos de virus, incluyendo la gripe, el resfriado común, el VIH, el herpes (tipo I y II) y el rinovirus.

Se realizó otro estudio para probar el efecto de las tabletas de ajo para prevenir enfermedades respiratorias agudas en los niños. El estudio se llevó a cabo durante un período de cinco meses y arrojó resultados que demuestran que la tasa de infección se redujo hasta 2.4 veces en las personas tratadas en comparación con los controles.

Los investigadores pasaron a una segunda etapa en la que compararon a 42 niños de 10 a 12 años con 41 niños que recibieron un placebo y 73 que fueron tratados con benzimidazol. Los resultados demostraron que el ajo fue mejor que el placebo en la misma proporción y 1.7 veces mejor que el benzimidazol. Los investigadores concluyeron:

“Los resultados de este estudio han demostrado que las tabletas de ajo en polvo Allicor son efectivas para prevenir infecciones respiratorias agudas en niños y sin efectos secundarios. Además, en un estudio controlado con placebo, el tratamiento para prevenir la dificultad respiratoria aguda con benzimidazol resultó ser muy ineficaz, por lo que es importante desarrollar nuevos medicamentos eficaces, útiles y seguros a base de ajo”.

El ajo crudo beneficia al cerebro

El ajo podría proteger la salud cerebral, al combatir los cambios relacionados con la edad en la salud intestinal, que están relacionados con la función cognitiva. Esto es de acuerdo con investigadores de la Universidad de Louisville que presentaron su estudio en la reunión de la American Physiological Society de 2019.

Una gran diversidad de microbiota intestinal se relaciona con una buena salud. Sin embargo, esta diversidad puede disminuir con el envejecimiento. Los investigadores utilizaron ratones de 24 meses, lo cual equivale de 56 a 69 años de edad humanos. Algunos de los ratones recibieron sulfuro de alilo, un compuesto del ajo, mientras que otros recibieron un placebo.

Los investigadores descubrieron que los ratones que recibieron el compuesto de ajo tenían una mejor función de la memoria y una mayor expresión del factor natriurético derivado de las neuronas (NDNF), que es un gen necesario para consolidar la memoria.

Esta relación entre las bacterias intestinales y la salud neurológica no es una novedad. Los investigadores han descubierto que las personas con demencia tienen una diversidad de microbiota intestinal diferente en comparación con otras.

Los investigadores también han destacado los beneficios del extracto de ajo añejado (AGE) para la salud del cerebro. En un estudio de 2017 de Tailandia, se demostró su efecto antiinflamatorio y mejoró la memoria a corto plazo en ratas con Alzheimer.

El ajo favorece la salud del corazón y los niveles de azúcar en sangre

Con la edad, las arterias se endurecen. En cierta medida, esto les sucede a casi todas las personas. La rigidez arterial conduce a una mala circulación sanguínea en la microvasculatura del sistema renal y el cerebro. Esto puede aumentar el riesgo de accidente cerebrovascular e insuficiencia renal. En un metanálisis acerca de los efectos del consumo de ajo, los investigadores encontraron que ayuda a optimizar los niveles de colesterol y a reducir el riesgo de eventos coronarios.

Además, Greger señala que las propiedades anticoagulantes del ajo son tan importantes que la Sociedad Americana de Anestesiología recomienda que las personas eviten el ajo una semana antes de una cirugía.

Sin embargo, si tiene una cirugía y quiere seguir consumiendo ajo, es importante que esté bien cocido, ya que la cocción desactiva la propiedad anticoagulante. Greger sugiere añadir ajo crudo al pesto, la salsa y otros complementos.

El ajo crudo también afecta los niveles elevados de azúcar en la sangre, que es un síntoma de la diabetes tipo 2. De acuerdo con “The National Diabetes Statistics Report 2020”, el 13 % de la población de los Estados Unidos padece diabetes, mientras que esta cifra alcanza un 26.8 % en las personas mayores de 65 años. Una organización con sede en el Reino Unido informa lo siguiente:

“Los científicos descubrieron que consumir suplementos de ajo de forma moderada podría ser bueno para las personas con diabetes, mientras que el ajo crudo o cocido o el extracto de ajo añejado puede ayudar a regular la glucosa en la sangre y detener o disminuir los efectos de algunas complicaciones de la diabetes, así como combatir infecciones, al reducir el colesterol malo e incrementar el flujo sanguíneo”.

Sin embargo, advierten que no se deben tomar cantidades excesivas y que las personas deben consultar con sus médicos sobre esta y otras medidas para mejorar la salud.

Cómo cultivar ajo

Puede disfrutar de los beneficios de cosechar su propio ajo sin pesticidas ni otras toxinas químicas. Es necesario cultivar una cabeza de ajo al aire libre, ya que la planta necesita el frío para producir el bulbo. Las plantas de ajo solo necesitan un lugar soleado y un suelo fértil.

Los bulbos se plantan en otoño antes de la primera helada. Puede utilizar una o dos cabezas de ajo de buena calidad. Sepárelos y siembre los dientes grandes.

Entiérrelos con el lado puntiagudo hacia arriba con 8 centímetros de profundidad y 15 centímetros de distancia. Riegue el área y cubra con 10 centímetros de paja. El verano siguiente, mantenga el área sin hierba y riéguela hasta la época de la cosecha.

Sin embargo, si lo que busca son los escapos, entonces un recipiente dentro de casa será suficiente. Estas son las copas verdes y rizadas que brotan del diente de ajo después de plantar. Si le interesa obtener una cabeza de ajo, recórtela para que la planta ponga toda su energía en producir la cabeza.

Los escapos verdes tienen un suave sabor a ajo y se pueden comer crudos, salteados o cocidos. Puede notar un bulto en el medio de los escapos. Esta es la flor que también es comestible. Estos están disponibles en el mercado de agricultores a principios de la primavera, pero si planta sus propios bulbos, podrá disfrutar del ajo durante todo el año.

Puede plantar de tres a cuatro dientes en una maceta pequeña y cosechar los escapos en unos 10 días. Si desea cosecharlos en casa, es importante plantar los dientes en sucesión, ya que las hojas no vuelven a crecer después de cortarlas.

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