Por Ángeles Mariscal, IPN Noticias, 21 de enero del 2020.

Cientos de militares de la Guardia Nacional vigilan los ríos, las rejas, los lugares por donde antes, con cierto esfuerzo, pudieron entrar.

Él es originario del departamento de Copán, en Honduras. A sus 21 años, decidió intentar de nuevo llegar a Estados Unidos, vía México, porque en su país de origen la única alternativa que por el momento tiene, son las actividades agrícolas, “que no dan ni para comer”.

Como él, migrantes que ya han cruzado en ocasiones anteriores la frontera con México, lo intentan de nuevo. Algunos, como Cristian, para mejorar su economía; otros, como Brayan (nombre ficticio que él se puso para evitar ser reconocido), huye de la violencia que existe en su país.

“Es la primera vez que intento pasar, ¿sabe?, porque yo definitivamente no quiero unirme a las pandillas, y allá en mi tierra a veces no es que uno quiera, es que si no te unes, cuando ellos te escogen, pues si te niegas llega la amenaza de muerte. Yo por eso salgo”, señala Brayan, mientras empujan para llegar a la reja de la frontera del Suchiate, esperando, de alguna manera, poder entrar.

En la mañana del 20 de enero, una gran caravana atraviesa por el río Suchiate. Sin embargo, muchas personas estuvieron días al borde de la frontera, esperando salir de Centroamérica. Más de 500 caminan por el río.

Entre los grupos viajan los dos jóvenes con Rosalba, una mujer que hereda de sus antepasados los rasgos de la cultura maya, que tuvo ramificaciones hasta Honduras. Ella no habla, tiene la mirada profunda, y la enfoca en su objetivo. Mira más allá de la reja que ahora la separa de México.

Cientos, miles de hondureños, casi todos jóvenes, se encuentran ahora en la frontera entre México y Guatemala. Son los rostros de la migración, algunos lo intentan por primera vez, muchos ya tienen un camino recorrido, son “viejos-nuevos migrantes”.

Lo intentarán una y otra vez, porque la situación en su país no ha cambiado; y allá: “¿Pues qué futuro tenemos? ninguno”, señalan, mientras esperan el momento y las condiciones para entrar a México, en su ruta hacia Estados Unidos.

México ofrece programas sociales, pero de vuelta en sus países

Unos 3 000 migrantes hondureños, de la caravana que salió de la capital de ese país este 2020, permanecen varados en la frontera con México, en los cruces fronterizos de Chiapas y Tabasco. El despliegue de elementos de la Guardia Nacional les impide la entrada masiva.

Otros 1 087 migrantes de la caravana, de acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM), han entrado de manera regulada, entregándose a los agentes migratorios, e iniciado trámites para permanecer en este país, y posteriormente continuar su ruta rumbo a Estados Unidos.

Sin embargo, a decir del INM, la mayor parte de ellos serán deportados a Honduras. De acuerdo a los migrantes y organizaciones no gubernamentales, lo que el gobierno mexicano les ha ofrecido es inscribirse a los programas “Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro”, pero en su país de origen, no en México.

Las cifras que hasta el momento permiten cuantificar el número de migrantes que se encuentran en la frontera, las ha dado el gobierno de Guatemala, ante quien tienen que hacer el registro de entrada y paso.

Ese país indicó que salieron de Honduras 4 006 migrantes, los días 15, 16 y 17 de enero. Estos migrantes se dirigieron a las fronteras de Guatemala con el estado de Tabasco; y de Guatemala con el estado de Chiapas. En ambos lugares, los migrantes se encontraron con fuertes dispositivos de contención, conformados principalmente por militares integrantes de la Guardia Nacional.

“Hay capacidad para aplicar la ley, por donde lleguen (los migrantes) el gobierno mexicano tiene gobernabilidad y seguridad para tener en las fronteras de nuestro país la seguridad del territorio (…) es una migración como establece la ley, regular, segura y ordenada, no es que entran y se les da un boleto de metro. Tienen que hacer una serie de requisitos, esperar los términos de ley para que la autoridad migratoria decida lo procedente”, señaló Roberto Garduño, comisionado nacional del INM, mientras supervisa en colaboración con la Guardia Nacional, los operativos de contención de la frontera.

El sábado 18 de enero, por la mañana, en ambos puntos fronterizos -el conocido como El Ceibo, en Tabasco, y Suchiate, en Chiapas-, los migrantes intentaron abrir las rejas que dividen la frontera, a fin de entrar de manera masiva.

Fueron repelidos por la Guardia Nacional, que mantuvo cerradas las puertas y lanzó gases contra quienes se encontraban en las primeras filas. Después de unas dos horas de confrontación, los migrantes desistieron.

Entonces el General de la Guardia Nacional en frontera sur, Vicente Antonio Hernández, les dijo que para entrar deberían hacerlo por la vía formal. Decenas de migrantes, sobre todo mujeres y niños, lo hicieron.

Ingreso anterior

El domingo 19, el INM informó que habían ingresado de esta manera 1 087 migrantes. En un comunicado la dependencia señaló que “a ellos (los migrantes) el gobierno mexicano les ha dicho claramente: pueden acceder a a los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, que se aplican en esta región».

Organizaciones no gubernamentales que integran el Colectivo de Observación y Monitoreo de Derechos Humanos en el Sureste Mexicano, dieron a conocer que el acceso a estos programas que se está ofreciendo a quienes se han entregado al INM, es solo para sus países de origen.

“Han pasado hondureños de 20 en 20, (dicen) que les van a ofrecer trabajo, pero es en su país de origen. Que les van a ofrecer trabajo en el país de origen está muy crítico, por la economía, porque lo que es para la comida todo está muy caro y el sueldo es muy poco, es muy poco la paga del mes. Por eso es que tomamos este tipo de decisiones de venir hasta acá (…) lo que están haciendo (el gobierno mexicano) es burlarse de nosotros. Lo que queremos nosotros es seguir todos unidos”. Así lo explicó Josué, hondureño que espera poder entrar a México, trabajar algún tiempo, y continuar su viaje hasta llegar a Nueva York, en Estados Unidos.

El INM, en su comunicado, informó que en relación a los 1,087 que han ingresado y han sido llevados a estaciones migratorias, “en la mayoría de los casos y una vez revisada la condición migratoria particular, se procederá al retorno asistido a sus países de origen en caso de que la situación así lo amerite”.

Activistas que apoyan a migrantes y solicitantes de refugio, denunciaron que a los migrantes que se han entregado a los agentes del INM prácticamente se les está exigiendo que regresen a Honduras, poniendo en riesgo a quienes han manifestado que la deportación significa poner nuevamente en riesgo su vida, por la amenaza que corren miles de jóvenes amenazados por las pandillas.

“Porque no todos migran por razones económicas, muchos lo hacen para huir de las condiciones de violencia de su país”, expresó una asistente del albergue ubicado en la pequeña ciudad de Tecún Umán, ubicada en la frontera, del lado de Guatemala.

Mientras los migrantes de la caravana 2020 buscan la manera de entrar, el INM y la Guardia Nacional, mantienen los operativos de contención a lo largo de los ríos Suchiate, Hondo y Usumacinta, así como tareas de supervisión en los puentes fronterizos de Ciudad Hidalgo y Talismán.

Además, se mantienen operativos en las comunidades de la frontera sur de México, como El Ceibo, Tenosique, El Triunfo, Reforma y Escárcega, reconoce la dependencia.

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