Por Fabrizio Lorusso, Biodiversidad LA, 29 de agosto del 2019.

¿Qué tienen en común la construcción de la presa El Zapotillo en Jalisco, que desató la lucha para salvar de la inundación el pueblo de Temacapulín, y el avance del corredor eólico del Istmo, junto a las consecuentes resistencias de las comunidades de Unión Hidalgo y San Dionisio del Mar? ¿O cuál es la relación entre la situación de agravio en el tema del agua en la zona conurbada de Zacatecas y Guadalupe y la contaminación del Río Santiago en las cercanías de Guadalajara? ¿Y entre las diferentes formas de resistencia y alternativas, como por ejemplo el caso del proyecto de ecoturismo comunitario en Tlacotlapilco, Hidalgo, y el de la protección de ecosistemas comunitarios en Capulálpam en la Sierra Zapoteca de Oaxaca?

El volumen Despojo, conflictos socioambientales y alternativas en México, coordinado por Darcy Tetreault, Cindy McCulligh y Carlos Lucio (ed. UAZ-Porrúa, 2019)** ofrece pistas para entender estas y otras cuestiones. Se trata de una excepcional colección de textos teóricos y estudios de casos concretos, que presentan un panorama de las luchas y las alternativas generadas alrededor de conflictos socioambientales y luchas por los bienes comunes en diferentes estados del país. Pero también trata de explicarlas y conectarlas.

El íncipit del capítulo dos, de Humberto Márquez Covarrubias, titulado “El poder de los monopolios. México atrapado en las redes del capital rentista”, es elocuente al señalar que: “En la modernidad tardía, el tren del progreso va dejando tras de sí un esplendor compuesto por cráteres mineros a tajo abierto, elevadas cortinas hidroeléctricas, fastuosos centros comerciales, nuevas reservas privadas de gran turismo, naves industriales del moderno trabajo esclavo e incongruentes complejos habitacionales, entre otras cosas. La expansión delirante no conoce fronteras”.

El libro no es, entonces, tan solo un exhaustivo recuento de experiencias organizativas de movimientos sociales y organizaciones para la defensa del medioambiente y los derechos humanos, sino que constituye una herramienta preciosa para el análisis y la interpretación crítica de los fenómenos que sacuden las entrañas de México, así como del resto de América Latina, y que son responsables de una parte significativa de las violencias que experimentamos, incluyendo la que generalmente el discurso oficial y mediático común atribuye “al narco” o a la pelea “dentro del crimen organizado”.

Conflicto armado en México y pillaje

Como también lo ha mostrado el periodista Jesús Lemus en su magistral investigación de campo a lo largo y ancho de la geografía mexicana, titulada México a cielo abierto. De cómo el boom minero resquebrajó al país (Grijalbo, 2018), la interconexión cambiante y los equilibrios de poder, conflicto y cooperación entre autoridades públicas, crimen organizado y otros acores privados (empresas multinacionales y nacionales, poderes fácticos, grupos armados, etc…) es la norma en la extracción de recursos, especialmente hidrocarburos, minerales y metales, pero también en la apropiación de tierras, aguas, bosques, calles, plazas, enclaves estratégicos y corredores, rentas de todo tipo, concesiones y licencias.

Por lo tanto, el conflicto armado no internacional que ha cobrado 250mil vidas y 40mil desapariciones de personas en los últimos 12-13 años ha sido entendido, asimismo, por algunos estudiosos, por ejemplo Andreas Schedler, como una “guerra civil económica” para el acaparamiento de rentas y recursos cada vez más desregulados o cooptados por actores poderosos con beneplácito del Estado. De hecho, dentro del boom primario exportador de commodities y materias primas en América Latina, y también en México, se incluye también el negocio ilícito del narcotráfico y el pillaje que protagoniza, siendo las drogas un producto codiciado en el Norte, que deja enormes riquezas, junto con otros giros ilegales como el tráfico de armas, personas y desechos tóxicos y el lavado de dinero, por mencionar algunos ejemplos ligados a la expansión del crimen transnacional globalizado.

Visiones del “desarrollo” y acumulación por desposesión

En un constante diálogo teórico-práctico, entre categorías de las ciencias sociales y vivencias de la gente, en el libro de Tetrault, McCulligh y Lucio son puestos en tela de juicio los conceptos hegemónicos de desarrollo, modernización y progreso (¿De qué tipo? ¿Para quién? ¿A qué precio?), que siempre acompañan la retórica motivacional y publicitaria de megaproyectos energéticos, mineros, inmobiliarios e infraestructurales ecológica y socialmente inviables, y son actualizados y recontextualizados conceptos heredados del marxismo y de los estudios críticos como acumulación, despojo, división internacional del trabajo, extracción de renta y explotación.

También es explícita y fructífera la referencia a la “acumulación por desposesión” del geógrafo inglés David Harvey. Esta expresión actualiza el concepto de acumulación originaria de Karl Marx: la acumulación ya no se puede llamar tan solo “primitiva” o “originaria”, ya que “la acumulación basada en la depredación, el fraude y la violencia” no se ha extinguido y sigue practicándose con viejos y nuevos métodos, y tampoco es, como sostenía Rosa Luxemburgo en La acumulación del capital, algo “exterior” al sistema capitalista o patológico. Es, más bien, normal o consustancial a cómo funcionan las cosas hoy en día.

Además, la lucha contra el despojo ya no es propiamente “de clase”, sino que trasciende la dialéctica clásica entre “dueños de los medios de producción” y “proletariado” para extenderse e interpretarse como producto de complejas contradicciones en distintos niveles, significadas y enfrentadas por múltiples actores sociales, nuevas “sociedades en movimiento”, como las define Raúl Zibechi, en las que “se ponen en movimiento relaciones sociales diferentes y diversas” distintas de las hegemónicas, y que pueden tener carácter y proyección local y regional o hasta global, así como bases étnicas e identitarias, rurales o urbanas, teniendo en común la oposición y la organización contra la expropiación física y simbólica tanto de recursos, bienes comunes y riquezas, como de formas y proyectos de vida, tradiciones y pertenencias.

Expulsiones, formaciones predatorias, migraciones, desapariciones

Despojo significa expulsiones, así como privilegio significa mayores desigualdades. Conflictos socioambientales, por otro lado, no debería significar violencia, pero en los hechos así es, ya que no hay canales institucionales razonables para canalizar el conflicto, o bien, esos canales están sesgados a favor de una de las partes, normalmente la más poderosa o privilegiada.

En la era actual, en que domina el modelo del capitalismo neoliberal de tipo altamente financiarizado, especialmente después de la crisis global de 2007-2009, la selección “adaptativa” y sistémica, dictada por la economía y las finanzas a las sociedades civiles y políticas, ha reforzado sus mecanismos a través de formaciones predatorias, tendencias subterráneas y expulsiones de números crecientes de personas hacia los márgenes del sistema. Al respecto, Adolfo Gilly habla específicamente de la “unificación financiera del mundo” dentro del “tiempo del despojo” que subsume “naturaleza, conocimientos y trabajo humano en los circuitos de valorización” para caracterizar nuestra época, en la que la socióloga Saskia Sassen (2015) identifica por lo menos cuatro dinámicas:

(1) contracción o reorganización brutal de economías con aumento de expulsiones (migrantes, precarizados del trabajo, desempleados permanentes, apátridas, desplazados forzados, etc…);

(2) la mercantilización global de las tierras (y, me permito agregar, también del agua) y el land grabbing como modalidades del despojo y la acumulación originaria;

(3) la expansión de unas finanzas globales más complejas, desreguladas y fuera de control a casi toda la esfera económica (y humana), cuyo corolario fue la crisis de esta última década;

(4) el deterioro medioambiental y la explotación de recursos que genera sistemas muertos, expulsados del ecosistema, como las tierras y las aguas muertas o la tierra desertificada, en donde la minería de tajo abierto, y el fracking son sólo dos ejemplos de cómo empujar poblaciones, territorios y ecosistemas hacia el margen sistémico.

Predomina, entonces, la lógica de los beneficios y de la libertad extrema para perseguirla, así como la indiferencia radical por el medio ambiente, como estamos atestiguando en el caso de la criminal quema de la Amazonía o de las posturas de suicidio ecológico de Donald Trump.

En el sur global se dan formas de expulsión como el desplazamiento o la desaparición forzada de personas, que desafían las mismas definiciones tradicionales de la ONU. En el norte el encarcelamiento masivo es una forma de “internación de masas humanas” incluso con fines de lucro por crímenes que a pocos quilómetros de distancia no lo son, como la posesión de marihuana

Expoliación (o despojo) y destrucción son rasgos centrales del capitalismo actual, junto al empobrecimiento y exclusión de masas crecientes de población que ya no cuenta en su calidad de trabajadora o consumidora y, como sucede con varios actores económicos antes relevantes como la pequeña burguesía o la burguesía nacional tradicional, tampoco tiene mayor valor para el sistema en general.

Según Sassen, las formaciones predatorias, que también actúan en pro de despojos y expoliaciones, son la “combinación de capacidades sistémicas y de élites,cuyo factor habilitador es la finanza, que empuja al sistema hacia una concentración cada vez más aguda”, con formas más extremas que antes. Por ejemplo, las utilidades corporativas en EEUU aumentaron, incluso tras la crisis de 2009, pero los impuestos sobre las mismas bajaron, así que es una ayuda de tipo sistémico la que recibieron. Es “una interacción compleja de estos actores con sistemas reorientados con el fin de atribuirles el poder de concentrar elevadas cantidades de riqueza”.

Estas formaciones, en el contexto delineado por Sassen y otros autores, son las que actúan en la economía del despojo en México, expulsando poblaciones y ecosistemas, pero acumulando recursos a la vez para su propio beneficio.

Conflictos y alternativas desde los márgenes sistémicos

El margen sistémico, como lo define Sassen, es un concepto distinto de la frontera geográfica y caracterizado por condiciones generales extremas, en que se desenvuelve “la dinámica clave de la expulsión de los diversos sistemas en juego: la economía, la biosfera, el social”. “Las características extremas de las condiciones presentes en los márgenes hacen visibles tendencias que, si observadas en las respectivas formas generales, aparecerían menos excepcionales y entonces más difíciles de captar”: son estas tendencias que Sassen describe como “conceptualmente subterráneas”, o sea no visibles utilizando las categorías comunes de significación”. Hoy, “el margen sistémico es el espacio de la expulsión, a diferencia de la época keyenesiana en que fungía como espacio de inclusión, no porque aquella fuera una época ideal, sino porque los elementos constitutivos del sistema tenían que ver con la producción y el consumo masivo. En nuestra época los elementos constitutivos ya no son esos” y el patrón de acumulación ha cambiado.

El libro coordinado por Tetreault y sus colegas cuenta con una sección sobre formas de resistencias y alternativas que van reconfigurando la visión del desarrollo en comunidades que adoptan modelos distintos del dominante, con mayores o menores grados de autonomía. Esta sección contiene un acercamiento a los motivos y a los mecanismos que permiten el nacimiento de los movimientos sociales y las construcciones de alternativas en México, mediante una mirada contrastiva de diferentes organizaciones. Se da cuenta también de un problema fundamental en el estudio de los movimientos que tiene que ver con las razones o factores por los cuales en algunos casos sí se logran articular acciones colectivas, imaginarios y participación alrededor de una causa, y en otros, al contrario, esa articulación no se da, o bien, tarda años en desarrollarse o resulta ser débil y presa fácil de los intereses poderosos detrás de los megaproyectos o la explotación de bienes comunes. Es el caso, por ejemplo del capítulo sobre el agua contaminada y sobreexplotada en Zacatecas, un tema vital que, sin embargo, no ha despertado suficientes consciencias y oposiciones concretas, organizadas. Es un caso de conflicto latente que no explota.

Por otro lado, también se analizan las diferencias entre movimientos que sí pudieron conformarse y seguir un camino de lucha pero a partir de precondiciones distintas (contextos geográficos y culturales, tradiciones organizativas, creencias, ruralidad o urbanidad, grado y tipo de cohesión social, experiencias preexistentes basadas en autonomías indígenas, usos y costumbres, etc…). Por lo tanto, la radicalidad, los objetivos, el tipo de tejido social que van recreando y sus evoluciones resultan ser muy distintas y emblemáticas de la diversidad regional de México y sus luchas.

No son pocas, en efecto, las luchas locales, descritas en este libro, que pueden identificarse, ligarse y crear ecologías de saberes y apoyos con otras a nivel regional, nacional e internacional, como ha pasado con el neozapatismo o la solidaridad hacia las acciones globales por Ayotzinapa, sólo por mencionar dos ejemplos notorios. Autonomías, defensa de bienes comunes y estrategias comunitarias de lucha se retroalimentan de imaginarios, narrativas, prácticas y experiencias de otros movimientos históricos y, cada vez más, contemporáneos y conectados en redes. Los artículos del volumen publicado por la Autónoma de Zacatecas y Porrúa cumplen con la doble función de describir y explicar los fenómenos objeto de estudio, interconectándolos con las tendencias micro y macro, a la vez que ponen a disposición de los actores comprometidos con luchas sociales y del público en general una muestra relevante de acciones y estrategias valiosas para vislumbrar distintos horizontes de futuro.

*Colaboración con EPIKEIA, revista del departamento de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Iberoamericana León, y SoyBarrio.

** Libro presentado en la Universidad Iberoamericana León el 28 de septiembre de 2019 a las 17 hs. Jornadas de Relaciones Internacionales del Depto. de Ciencias Sociales y Humanidades

Autores citados:

Gilly, A. y Roux, R. (2015). El tiempo del despojo. Siete ensayos sobre un cambio de época, México: Ítaca.

Lemus, J. (2018). México a cielo abierto. De cómo el boom minero resquebrajó al país, México: Grijalbo.

Harvey, D. (2005). El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión, Socialist Register, 99-130.

Sassen, S. (2015). Espulsioni. Brutalità e complessità nell’economia globale, (Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global), Turín: Einaudi.

Sassen, S. (2008). Sociologia della globalizzazione (Sociología de la globalización), Bolonia: il Mulino.

Schedler, A. (2015). En la niebla de la guerra. Los ciudadanos ante la violencia criminal organizada, México: CIDE.

Tetrault, D. McCulligh, C. y Lucio, C. (2019). Despojo, conflictos socioambientales y alternativas en México, México: Univ. Aut. De Zacatecas-Porrúa.

Zibechi, R. (2017). Movimientos sociales en América Latina El “mundo otro” en movimiento, Documento Web: https://cga.libertar.org/wp-content/uploads/2017/07/Raul-Zibechi-Movimientos-sociales-en-Am%C3%A9rica-Latina-El-%E2%80%9Cmundo-otro%E2%80%9D-en-movimiento-1.pdf y https://youtu.be/xHsZ3m7Z2SI

 

Fuente: Desinformémonos

A favor de la salud, la justicia, las sustentabilidad, la paz y la democracia.