Por Dr. Joseph Mercola, 18 de junio de 2019

Historia en breve

Los aditivos de nanopartículas en los alimentos pueden afectar negativamente al hígado, riñón, corazón, cerebro y tracto digestivo. También se han relacionado con la inflamación y pueden “preparar” el desarrollo de una enfermedad

Debido a la creciente preocupación por la seguridad, Francia recientemente prohibió el dióxido de titanio nanométrico en los alimentos, a partir del 2020. Mientras que en los Estados Unidos no existen regulaciones que rijan las nanopartículas en los alimentos

Los aditivos se utilizan en el procesamiento de alimentos para mejorar el sabor, la textura y la apariencia, así como para reducir el deterioro, evitar que las grasas y los aceites se pongan rancios, prevenir la fermentación y fortificar los alimentos con vitaminas y minerales sintéticos para reemplazar las propiedades naturales eliminadas durante el procesamiento

Pruebas alimenticias en Suiza encontraron dióxido de titanio nanométrico, óxido de silicio y talco en el 27 % de los productos alimenticios evaluados

Las nanopartículas también se utilizan en el embalaje y pueden migrar a los alimentos. La plata nanométrica, comúnmente utilizada como agente antimicrobiano en el envasado de alimentos, puede eliminar las bacterias intestinales beneficiosas y alterar el microbioma intestinal al ingerirse

La comida procesada es lo opuesto a una alimentación saludable por numerosas razones diferentes, entre las cuales encontramos la adición de productos químicos no regulados y, a menudo, no divulgados.

Además de los conservadores, emulsionantes, colorantes y saborizantes, que generalmente se encuentran clasificados, existen muchos otros que no necesitan ser divulgados, ya que se consideran como “auxiliares de procesamiento.”

Los aditivos se utilizan en el procesamiento de alimentos para reducir el deterioro, evitar que las grasas y los aceites se vuelvan rancios, evitar la fermentación y fortificar o enriquecer los alimentos con vitaminas y minerales sintéticos para reemplazar las propiedades naturales eliminadas durante el procesamiento.

También se añaden para mejorar el sabor, la textura y la apariencia, ya que numerosos alimentos procesados serían muy insípidos y suaves como el cartón sin la ayuda de estos químicos artificiales.

Pero a pesar del uso generalizado, numerosos aditivos alimenticios cuentan con perfiles de seguridad cuestionables, o ninguno en lo absoluto, ya que solo un pequeño porcentaje ha sido evaluado adecuadamente.

Las nanopartículas son un grupo de aditivos alimenticios no regulados en los Estados Unidos, los cuales se encuentran ganando el favoritismo de la industria alimentaria.

En las pruebas realizadas por el Instituto Adolphe Merkle de la Universidad de Friburgo y la Oficina Federal de Seguridad Alimentaria y Veterinaria en Suiza, se detectó dióxido de titanio nanométrico, óxido de silicio y talco en el 27 % de los productos alimenticios evaluados.

“Este conjunto de ingredientes, diseñados a escala casi atómica, puede causar efectos no deseados en las células y órganos, como en el tracto digestivo particularmente.

También existen indicaciones de que las nanopartículas pueden ingresar en el torrente sanguíneo y acumularse en otras partes del cuerpo. Se han relacionado con la inflamación, daño hepático, renal e incluso daño cardíaco y cerebral,” de acuerdo con The Guardian en un artículo reciente.

Nanopartículas: ¿Un peligro oculto en los alimentos procesados?

Las nanopartículas han ganado popularidad en la industria alimenticia por su capacidad para “mejorar” la textura, la apariencia y el sabor de los alimentos. El dióxido de silicio, por ejemplo, se añade a numerosas especias y sales como agente antiaglomerante, lo que significa que permite que fluyan con facilidad y no se aglutinen.

El dióxido de titanio (etiquetado como E171 en la Unión Europea) es un agente blanqueador utilizado en una amplia variedad de productos, desde chocolate y chicle hasta productos horneados, leche en polvo y mayonesa. Sin embargo, aunque el dióxido de titanio se consideró inerte durante mucho tiempo, las preocupaciones sobre el dióxido de titanio nanométrico han aumentado durante años.

Según The Guardian, “se ha demostrado que este pequeño aditivo de metal se acumula en los tejidos del hígado, el bazo, el riñón y el pulmón al ser ingerido por ratas, y también daña el hígado y el músculo cardíaco.”

Christine Ogilvie Hendren, directora ejecutiva del Center for the Environmental Implications of NanoTechnology en la Universidad de Duke, le explicó a The Guardian que ella enjuaga “todos sus alimentos a profundidad,” para eliminar las nanopartículas que existen en la superficie.

Christine K. Payne, profesora asociada de ingeniería mecánica y ciencia de los materiales de la Universidad de Duke, añadió: “Existen preocupaciones relacionadas a los niños pequeños ya que cuentan con una masa corporal muy pequeña y consumen muchos de estos productos”.

Francia prohibió el dióxido de titanio nanométrico

Debido a la creciente preocupación por la seguridad, Francia recientemente prohibió el dióxido de titanio nanométrico en los alimentos a partir del 2020. De acuerdo con Reuters, “la agencia de salud y seguridad del país explicó que no existían pruebas suficientes para garantizar la seguridad de la sustancia.”

Según Payne, sus estudios (los cuales se centran en la inhalación de nanomateriales) han revelado “muchos efectos moleculares y genéticos inesperados” incluso en niveles hasta 100 veces inferiores a los considerados seguros por las pruebas de toxicología convencionales. Payne le explicó a The Guardian lo siguiente:

“Lo que todos los laboratorios [que realizan este tipo de investigación] observan actualmente es que existen efectos por encima de la toxicidad, por lo que se puede trabajar con concentraciones no tóxicas, pero aún se observan respuestas al estrés oxidativo que pueden conducir a la inflamación.”

David Julian McClements, de la Universidad de Massachusetts, analiza el efecto de las nanopartículas en el tracto gastrointestinal humano, así como algunos de los posibles mecanismos de toxicidad de numerosas nanopartículas de calidad alimentaria, en su revisión de seguridad publicada en noviembre del 2017 (Is nano safe in foods?), con la conclusión de que “existe evidencia de que algunos de ellos podrían causar efectos dañinos.”

No todas las nanopartículas se añaden directamente al alimento como tal. También se utilizan en el embalaje y pueden migrar a los alimentos. Según McClements, dichas nanopartículas también pueden presentar riesgos para la salud.

La plata nanométrica, por ejemplo, la cual se utiliza normalmente como agente antimicrobiano en el embalaje de alimentos, puede matar las bacterias intestinales beneficiosas y alterar el microbiana intestinal al ingerirse.

Vínculo entre la inflamación intestinal y el dióxido de titanio nanométrico

La investigación publicada en mayo del 2019, encontró que el dióxido de titanio del tamaño de las nanopartículas administrado en el agua potable impactó la microbiota intestinal en ratones de una manera que podría desencadenar enfermedades inflamatorias del intestino o cáncer colorrectal. Según explican los autores: 

“Aunque el TiO2 [dióxido de titanio nanométrico] tuvo un impacto mínimo en la composición de la microbiota en el intestino delgado y el colon, encontramos que el tratamiento con TiO2 podría alterar la liberación de metabolitos bacterianos en vivo y afectar la distribución espacial de bacterias comensales in vitro al promover la formación de biopelículas.

También encontramos una expresión reducida del gen de la mucina 2 del colon, el cual es un componente importante de la mucosa intestinal, así como un aumento de la expresión del gen de la defensina beta, lo que indica que el TiO2 afecta significativamente la homeostasis intestinal.

Estos cambios se asociaron con la inflamación del colon, como se demostró en la disminución de longitud de las criptas, la infiltración de células T CD8 +, el aumento de macrófagos y el aumento de la expresión de citoquinas inflamatorias.

“Estos hallazgos demuestran colectivamente que el TiO2 no es inerte, sino que altera la homeostasis intestinal, que a su vez puede preparar al huésped para desarrollar la enfermedad.”

Wojciech Chrzanowski, profesor asociado y experto en nanotoxicología del University of Sydney’s School of Pharmacy y el Sydney Nano Institute, le mencionó a Science Daily:

“Existen cada vez más pruebas de que la exposición continua a las nanopartículas crea un impacto en la composición de la microbiota intestinal, y dado que esta protege nuestra salud, cualquier cambio en su función influye en la salud general.

“Este estudio presenta evidencia fundamental de que el consumo de alimentos que contienen el aditivo alimenticio E171 (dióxido de titanio) afecta a la microbiota intestinal, así como a la inflamación intestinal, lo que podría provocar patologías como las enfermedades inflamatorias intestinales y cáncer colorrectal.”

El dióxido de titanio nanométrico altera la homeostasis intestinal

Otro estudio publicado recientemente en la revista Environmental Science: Nano buscó determinar si el dióxido de titanio nanométrico podría afectar la función de la barrera intestinal, cuyo objetivo es proteger al cuerpo de amenazas externas, en tal caso, de qué manera.

Para hacerlo, los investigadores cultivaron dos tipos de células colorrectales para “reconstituir un epitelio intestinal secretor de moco in vitro, “que luego fue expuesto a tres agentes diferentes: dióxido de titanio nanométrico, anatasa pura (forma mineral del dióxido de titanio), o mezcla de anatasa y rutilo (dos formas minerales de dióxido de titanio). Según informaron los autores: 

“Se utilizaron dos escenarios de exposición: Exposición aguda durante 6 a 48 horas después de la diferenciación celular (21 días después de la siembra), o exposición repetida durante el curso de la diferenciación celular, es decir, dos veces por semana durante 21 días después de la siembra.

Las células epiteliales expuestas repetidamente a TiO2 desarrollaron un perfil inflamatorio, junto con un aumento de la secreción de moco. La integridad epitelial no se modificó, pero se alteró el contenido de las bombas de flujo xenobiótico de la familia de casetes de unión de ATP (ABC).

En conjunto, estos datos demuestran que el TiO2 desajusta moderada pero significativamente numerosas características que contribuyen a la función protectora del intestino.”

Todas las nanopartículas se unen a las bacterias intestinales

Según un estudio publicado el año pasado, todas las nanopartículas que existen en los alimentos pueden unirse a todos los tipos de bacterias intestinales, aunque en grados diferentes, lo que altera el ciclo de vida y la actividad de las bacterias dentro del cuerpo.

Aunque los autores sugieren que estas características pueden causar que las nanopartículas sean utilizables en la medicina (podrían utilizarse para impulsar el microbioma intestinal hacia una dirección positiva), también pueden causar muchos problemas. Como se señaló en Medical News Today, el cual informó los siguientes hallazgos del equipo:

“En comparación con las partículas más grandes derivadas de los mismos materiales, las nanopartículas cuentan con un área de superficie mucho más extensa en relación con su tamaño, y son capaces de cruzar barreras biológicas. Dichas barreras incluyen la capa de moco que recubre los tejidos, como el intestino.

Por ello, es probable que su destino en el intestino humano varíe mucho de aquellas contrapartes a gran escala derivadas de los mismos materiales. Según los autores del estudio, “por lo tanto, es importante garantizar que cualquier ingrediente alimenticio habilitado para nano sea seguro para su aplicación alimenticia”

La inhibición de infecciones es un posible resultado que podría ser beneficioso, como por el H. pylori. El equipo lo descubrió al experimentar con nanopartículas de sílice en cultivos celulares.

Sin embargo, una perspectiva potencialmente inquietante que surgió en otros experimentos fue que la unión a las nanopartículas podría causar que algunas bacterias hostiles fueran menos visibles por el sistema inmunológico. Tal resultado podría aumentar las respuestas de la inflamación, entre otras cosas.”

Las pruebas de seguridad quedan rezagadas con respecto a la identificación de nuevos ingredientes

Como se señaló en un artículo del 2018 en la revista Nanotechnology Reviews, “Existe un desequilibrio entre el aumento de la investigación para identificar nuevas aplicaciones de nanopartículas y su seguridad.”

Además, los autores señalan que “se ha observado que las personas perciben los riesgos de nanotecnología de igual forma que los alimentos modificados genéticamente, lo que reduce así el consumo de dichos alimentos”, y que, mientras “existen numerosos estudios sobre el uso de la nanotecnología en los alimentos y el efecto de las nanopartículas en la salud humana,” se han realizado pocos estudios de la evidencia existente.

Para llenar este vacío, los autores “presentan y analizan diferentes estudios sobre el uso y la seguridad de las nanopartículas en los alimentos.” Este es un buen documento de consulta si se quiere obtener una descripción general de su uso y posibles toxicidades.

De modo problemático, “después de años de investigación, solo hemos concluido que los materiales a nanoescala muestran propiedades y comportamientos inesperados muy diferentes,” afirman los autores, y añaden que “este comportamiento inesperado es lo que desarrolla las preocupaciones de su toxicidad”. La cuarta sección de “Nanotoxicity”, presenta lo siguiente:

“Las nanopartículas cuentan con la propiedad única de una mayor área de superficie por unidad de volumen. Esto hace que se comporten de manera completamente diferente a sus contrapartes en masa. Las nanopartículas cuentan con mayores probabilidades de reaccionar con diversas entidades biológicas, como lípidos y proteínas o células en general.

Las nanopartículas pueden atravesar la membrana celular al ingresar en diversos órganos y activar respuestas inflamatorias u otras respuestas inmunitarias.

Para prever las consecuencias desconocidas del uso de nanopartículas, se necesitan realizar estudios nanotoxicológicos. Una prueba de toxicidad común involucra células u organismos sometidos a una dosis específica de sustancias químicas (nanopartículas, en caso de estudios nanotoxicológicos), así como la medición de la respuesta celular durante un período de tiempo.

La relación dosis-respuesta de estos experimentos determina la mejor dosis y los límites aceptables para los productos químicos. Sin embargo, a diferencia de los productos químicos convencionales, las nanopartículas contienen formas, áreas de superficie y cargas eléctricas superficiales completamente diferentes a sus contrapartes voluminosas.

Estos pueden difundir, añadir, sedimentar y cambiar las propiedades físicas y químicas de los medios en los que se encuentran.

La deducción principal que obtenemos es que los ensayos in vitro convencionales pueden malinterpretar los resultados y los regímenes de dosis-respuesta. “Estos ensayos convencionales no consideran el comportamiento anómalo de las nanopartículas en el medio ambiente y la absorción celular.”

Según los autores, numerosos factores pueden afectar la toxicidad de las nanopartículas, incluyendo la dosificación, la reactividad química, la distribución de la carga, el tamaño y la forma de la partícula, así como el área de su superficie. Otros factores influyentes abarcan el hecho de que “la interacción entre la nanopartícula y la membrana biológica puede ser física o química.”

Las interacciones físicas entre una nanopartícula y una membrana biológica suelen desencadenar “la interrupción de las membranas y su actividad, el plegamiento de proteínas, la adición y diversos procesos de transporte,” mientras que las interacciones químicas producen principalmente “una generación de especies reactivas de oxígeno (ROS) y daño oxidativo.”

Las múltiples rutas de exposición complican aún más la situación al tratar de identificar los riesgos para la salud. De manera similar, la ruta que utiliza una nanopartícula para ingresar a una célula determinada también puede influir en su potencial tóxico en la célula, ya que diferentes rutas de ingreso generan mayor o menor estrés.

“El hecho de que sus partículas puedan distorsionar la organización de los lípidos y la estructura general de la membrana es una prueba como tal de que las nanopartículas pueden afectar a la biología en general,” explican los autores, y añaden que “Existe una necesidad urgente de información para comprender las interacciones y procesos de las nanopartículas biológicas.”

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos no regula las nanopartículas en los alimentos

Aunque la Unión Europea ha solicitado que los nano ingredientes diseñados se encuentren indicados claramente en la etiqueta de los alimentos, no existen dichas reglas en los Estados Unidos.

Cuando se solicitó mayor información, la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos, le explicó a The Guardian que “no existen disposiciones específicas en la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos, que regule los nanomateriales en los alimentos.”

Muchas personas no comprenden que los aditivos alimenticios no se encuentran obligados automáticamente a obtener la aprobación previa para la comercialización por parte de la FDA, o que los elementos bajo la designación de “generalmente reconocido como seguro” (GRAS) se encuentran exentos del proceso de aprobación.

El inconveniente del programa GRAS es que los productos químicos pueden ser evaluados por un experto contratado por la industria, y si dicha persona determina que el producto químico cumple con las normas de seguridad federales, puede considerarse como GRAS sin la participación de la FDA. No es necesaria una evaluación objetiva independiente de un tercero.

Como resultado, ahora contamos con muchos de los supuestos químicos GRAS en nuestro suministro alimenticio que nunca han existido en el suministro anteriormente.

Los peligros de los aditivos alimenticios se amplifican al utilizarse de manera combinada

Algo que añade una mayor complejidad a un tema ya complicado es la investigación que demuestra que al combinar aditivos alimenticios, los efectos en la salud pueden ser más graves de lo que se consideró anteriormente.

En el 2015, el “mayor proyecto de investigación de Dinamarca sobre los efectos de las combinaciones químicas en los alimentos” dirigido por el Instituto Nacional de Alimentos, concluyó que incluso pequeñas cantidades de productos químicos pueden amplificar los efectos adversos de los otros compuestos al combinarse. Según lo informado por el Instituto:

“Un proyecto de 4 años que se completó recientemente sobre los efectos de las combinaciones en los alimentos, señaló que, al combinar dos o más productos químicos, a menudo se producen efectos aditivos.

Esto significa que los efectos pueden predecirse por la información de los químicos individuales, pero también que pequeñas cantidades de químicos juntos pueden desarrollar efectos negativos significativos.

“Nuestra investigación demuestra que, de hecho, con pequeños golpes se derrumban grandes robles cuando se trata de la exposición química.

Continuar con este conocimiento ofrece un profundo impacto en la manera en la que deberíamos evaluar el riesgo que representan los productos químicos disponibles en los alimentos que consumimos,” explica Anne Marie Vinggaard, profesora del Instituto Nacional de Alimentos.”

Aunque esta investigación no aborda los aditivos de tamaño nanométrico, es lógico que tienden a ser más reactivos e impredecibles que sus contrapartes convencionales más voluminosas, cuando se combinan con otros aditivos, nanométricos o no, el riesgo de toxicidad aumenta significativamente.

Evite los alimentos procesados para evitar numerosos peligros potenciales

La industria alimenticia ha alterado drásticamente nuestra alimentación, y dichas modificaciones afectan directamente el peso y la salud en general. Una gran parte del problema se deriva de los procesos utilizados para fabricar los alimentos, ya que el procesamiento destruye los nutrientes más valiosos.

Asimismo, elimina gran parte del sabor original de los alimentos y se utilizan nutrientes sintéticos, saborizantes, colorantes y muchos otros aditivos, para solucionar todos los inconvenientes. Muchos de estos químicos añadidos pueden causar estragos metabólicos, ya que el cuerpo no sabe cómo lidiar con ellos.

El uso excesivo de azúcar refinada y fructosa procesada es otro factor que los convierte en la antítesis de una alimentación saludable. Prácticamente todos los alimentos procesados contienen azúcar añadida, incluyendo la fórmula infantil y los alimentos para bebés comercialmente disponibles.

La mayoría de los alimentos procesados también se encuentran repletos de ingredientes transgénicos o glifosato, el cuál es el herbicida más utilizado en la historia de la agricultura.

Si le preocupa su salud, es recomendable adquirir un buen libro de cocina y preparar los alimentos desde cero con ingredientes enteros y orgánicos. Para obtener una guía detallada de cómo seleccionar alimentos para toda la familia, consulte mi plan de nutrición gratuito.

Una alimentación rica en alimentos procesados desarrolla obesidad y un gran número de problemas de salud crónicos. De hecho, muchas de las enfermedades principales que afectan a la población estadounidense se encuentran relacionadas con la alimentación, incluyendo las enfermedades cardíacas, la diabetes y el cáncer. La solución de estas enfermedades no radica en los medicamentos, sino en la alimentación diaria.