Por Sharon Lerner, The Intercept, 29 de abril de 2019, Traducción no oficial del original en inglés

Mientras que gran parte del mundo lucha por limpiar la contaminación del compuesto industrial tóxico PFOS, Brasil sigue sumándose al desastre ambiental masivo con la producción, uso y exportación a gran escala de sulfluramida, un plaguicida que se degrada en PFOS.

Al compuesto se le ha relacionado con bajo peso al nacer, respuesta inmunitaria debilitada, efectos sobre el hígado, colesterol alto, disfunción tiroidea, cáncer y otros problemas de salud, por lo que ya no se fabrica ni se utiliza en la mayoría de los países. El producto químico, que se eliminó gradualmente en los Estados Unidos antes del año 2015, fue desarrollado originalmente por 3M y fue un componente crítico de Scotchgard y de la espuma contra incendios.  En los 182 países firmantes del Convenio de Estocolmo, un tratado internacional (no firmado por los Estados Unidos) que rige los contaminantes persistentes, el uso del PFOS ha sido severamente restringido desde 2009.

Sin embargo, el Convenio de Estocolmo eliminó varios vacíos legales para el uso de PFOS, incluyendo uno para su uso contra plagas de hormigas cortadoras de hojas. La sulfluramida se fabrica a partir de PFOS y se descompone en esa y otras sustancias químicas en algunas semanas. Brasil, el único país que se rige por el tratado que tiene licencia para producir el plaguicida, ha podido exportarlo sin notificar a la convención pues el tratado restringe el PFOS, pero no hace mención de la sulfluramida, que ahora se utiliza ampliamente en Uruguay, Brasil, Argentina, Paraguay, Colombia y Venezuela, entre otros países.

Esta semana, los delegados del Convenio de Estocolmo se reúnen en Ginebra para discutir si se deben cerrar estos vaciós para la prohibición del PFOS. Los defensores ambientales están presionando para que se nombre la sulfluramida en el tratado, lo cual requeriría que Brasil informe de sus ventas fuera del país y que ponga un límite de cinco años al vacío legal que permite su uso para controlar plagas de hormigas cortadoras de hojas.

Se espera que los fabricantes de plaguicidas de Brasil contraataquen. Abraisca, una asociación comercial que representa a los principales fabricantes del plaguicida en Brasil, insiste en que la sulfluramida es necesaria “para garantizar la seguridad de las personas y el medio ambiente”. Mientras que las organizaciones ecologistas señalan que hay maneras de controlar la plaga de hormigas cortadoras de hojas que no involucran la generación de residuos tóxicos persistentes, el grupo industrial ha argumentado que no hay alternativas efectivas a la sulfluramida. Abraisca no respondió a las solicitudes de comentarios.

“La sulfluramida es el pequeño  sucio secreto de Brasil.”

En los últimos años, a medida que el PFOS se ha ido eliminando en la mayor parte del mundo, la industria brasileña de sulfuramidas ha florecido. En 2008, el país fabricó unas 30 toneladas del plaguicida. Para 2015, la producción había aumentado entre 40 y 60 toneladas, según la mayoría de los cálculos recientes.

Mientras que el lenguaje del tratado de Estocolmo permitía específicamente el uso del producto químico sólo para controlar dos especies de hormigas cortadoras de hojas, productos que contienen sulfluramida como Mirex-S, Atta Mex-S y Dinagro-S están ahora disponibles en tiendas y en línea para combatir todo tipo de insectos en Brasil, según Zuleica Nycz, coordinadora de seguridad química y salud ambiental del grupo brasileño Toxisphera.

Sin embargo, los consumidores no están muy conscientes de los riesgos de este compuesto ampliamente restringido. En muchos hogares es posible que se encuentren rociando el producto químico, que los vegetales absorben del suelo, en sus huertos caseros sin darse cuenta de sus peligros, según Joe DiGangi, asesor principal del grupo ecologista internacional IPEN.

“La sulfluramida es el pequeño sucio secreto de Brasil”, dijo DiGangi, quien asistirá a la reunión de Ginebra.

No es de extrañar que, a medida que ha aumentado el uso de la sulfuramida, se haya producido una explosión paralela de contaminación por PFOS en el país. Entre 2004 y 2015, la producción de sulfluramida en ese país dio pie a la liberación al medio ambiente de hasta 487 toneladas métricas de PFOS, una porción considerable de la contaminación global de la sustancia química. Mientras tanto, el PFOS, que persiste indefinidamente en el medio ambiente, se ha detectado cada vez más en suelos, plantas, aguas costeras y ríos en Brasil.