UMSA, Universidad Mayor de San Andrés, advierte al Gobierno sobre riesgo de transgénicos a la salud

El Instituto de Ecología pide que se revisen las políticas oficiales de los cultivos transgénicos. El Gobierno acaba de autorizar nuevas semillas genéticamente modificadas.

Por Leny Chuquimia, Página 7, 24 de marzo de 2019

La Universidad Mayor de San Andrés  advierte, mediante misiva dirigida  al Presidente, sobre  los riesgos  del uso de  glifosato en la producción de soya transgénica en el país.  La alerta llega tras un nuevo estudio  científico de EEUU que ratifica la relación de ese herbicida con el cáncer. El Gobierno autorizó hace unos días  cultivos de otras variedades genéticamente modificadas.

“El artículo científico que adjuntamos da evidencias muy fuertes de que el glifosato incrementa el riesgo de cáncer en un 41%. Con base en este nuevo estudio nos parece ineludible que el Gobierno nacional revise su política en relación con: el uso y promoción de la soya transgénica, el uso del glifosato (que lamentablemente va aparejado de forma obligada a la soya transgénica) y dé un apoyo contundente y de gran magnitud a los cultivos orgánicos, tanto de soya como de otros productos agrícolas de Bolivia”, dice la carta abierta firmada  por el director del Instituto de Ecología de la UMSA, Luis  Fernando Pacheco Acosta.

En agosto pasado, el jardinero estadounidense Dewayne Johnson, enfermo de cáncer, ganó una demanda contra la compañía Monsanto, que fue sancionada  por no advertir que el glifosato que contenían sus herbicidas implicaba riesgo cancerígeno. Hace una semana, otro jurado de EEUU dictaminó que ese químico fue “un factor importante en el origen del cáncer”  de otro demandante.

De  acuerdo con datos oficiales, en Bolivia más del 90% de la soya producida  usa glifosato. El pasado 18 de marzo, el Gobierno, la Confederación de Empresarios Privados  y los productores cruceños firmaron un cuerdo para la siembra de  una nueva variedad transgénica del grano .

El ministro de Hidrocarburos, Luis Sánchez, informó entonces que esa producción  será destinada   al  biodiésel.  “Para ello se ampliará la frontera agrícola en  250 mil hectáreas nuevas de soya en Santa Cruz. Estos cultivos  producirán 100 millones de litros de biodiésel para mezclar al 5% con diésel de petróleo”, explicó.

Ninguna de las partes que firmaron el acuerdo  adelantaron cuál será la nueva variedad de soya genéticamente modificada. Sin embargo, en la etapa previa a la firma se habló de la semilla HB4, que es resistente a la sequía.

La  semillas transgénicas  son resistentes a plagas pero degradan el suelo.

El glifosato y los transgénicos

El 10 de febrero, cinco científicos de las universidades estadounidenses de Washington y Berkeley publicaron el estudio Exposición a herbicidas a base de glifosato y riesgo de linfoma no Hodgkin: un metanálisis y evidencia de respaldo.

Los resultados  comprueban  que  las personas expuestas al glifosato tienen un 41% mayor de riesgo para desarrollar el linfoma no Hodgkin, un  cáncer que comienza en los glóbulos blancos. El pesticida analizado se usa en   casi la totalidad de los cultivos bolivianos de soya.

“La carta enviada al Presidente  expresa, desde el punto de vista académico y científico, la preocupación que tenemos los bolivianos por el uso del glifosato. Este es un herbicida  que va asociado a la soya, maíz y algodón transgénicos, que   hoy son parte de la agenda del agronegocio que quiere imponer el Gobierno con el pretexto de la sequía y el ataque del cogollero”,  manifestó el experto en biotecnología y director de Probioma, Miguel Ángel Crespo.

Y añadió: “La ciencia se basa en evidencias y  felicitamos que  la UMSA, mediante el Instituto de Ecología se pronuncie  y respalde su oposición a la introducción de más eventos transgénicos”.

En Bolivia, el impacto del glifosato asociado con la soya transgénica ha originado la aparición de nueve tipos de malezas resistentes, cuyo control  requiere de más químicos. Los productores han empezado a usar otros herbicidas – el 2-4D o el paraquat- como complementos para glifosato, que elevan su nivel de toxicidad.

“El impacto del glifosato   no solamente se da en los suelos, en las aguas y en los productores, sino también en las poblaciones cercanas a los campos que se fumigan. También quedan residuos que permanecen en los granos que son cosechados y   procesados para  alimentar  al ganado y para el consumo humano”, alertó Crespo.

“Los transgénicos vulneran la CPE”

La producción de transgénicos en Bolivia vulnera la Constitución Política del Estado, manifiesta   el abogado Manuel Menacho, de la Plataforma Bolivia Libre de Transgénicos.

La norma nacional -aseguró en un manifiesto- “prohíbe la importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medioambiente. Asimismo la CPE señala que el Estado tiene la obligación de garantizar una alimentación sana”.

Argumentó que la Ley 300 de la Madre Tierra establece en su Artículo  24 que el Gobierno debe desarrollar acciones de protección del patrimonio genético de la agrobiodiversidad. “La norma señala que esta acción debe realizarse a través de la  prohibición de la introducción, producción,  uso, liberación y comercialización de semillas transgénicas”, sostuvo.