Por Felipe Betim, El País, 10 de febrero de 2019

Brasil es un gran exportador de materias primas como la soja, pero el trigo es el único cereal que el gigante latinoamericano importa. El 55% del trigo que se consume en Brasil viene de otros países y el 87% de lo importado viene de la vecina Argentina. Las cifras han aumentado en los últimos años: cerca de seis millones de toneladas en 2018 ante cinco millones en 2017 y cuatro millones en 2016, según los datos de la Asociación Brasileña de las Industrias de Trigo (ABITRIGO).

Sin embargo, Brasil no permite la producción o la importación de trigo transgénico, explica Rubens Barbosa, ex embajador y presidente ejecutivo de ABITRIGO. La producción y comercialización de transgénicos solo están permitidos para cinco productos: el maíz, el arroz, los frijoles y la soja y algodón. Más del 90% de la producción brasileña de esos dos últimos productos, bastante vendidos a otros países, es transgénica.

Sin embargo, los productos transgénicos tienen poca aceptación entre los consumidores brasileños, recuerda Barbosa. Asimismo, si una empresa exportadora argentina decide vender el trigo o semillas transgénicas a Brasil, el producto podría ser rechazado por no cumplir las normas técnicas y sanitarias del Gobierno, añade Barbosa. “Eso podría detener la exportación argentina al país”, explica.

En su opinión es también posible que haya contrabando de semillas transgénicas, aumentando la producción brasileña y disminuyendo la importación. Lo mismo ocurrió con la soja hace años, hasta que el Gobierno brasileño decidió cambiar su legislación. “La soja transgénica benefició al productor y el Ejecutivo se ajustó. Pero no es algo rápido ni automático, depende únicamente del Gobierno. Con el trigo se hace el pan o la masa, entonces el consumidor brasileño puede rechazar el transgénico”. EL PAÍS ha intentado sin éxito contactar al Ministerio de Agricultura de Brasil.

El 90% de la producción de trigo brasileño está concentrado en Paraná y Rio Grande do Sul, estados cercanos a Argentina, y empieza a expandirse otras localidades. Los productores se enfrentan a problemas climáticos, como el exceso de lluvias o la sequía. Así que las semillas transgénicas argentinas pueden tener una fuerte aceptación entre los productores brasileños, opina José Augusto de Castro, presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil. “En lugares de sequía, si la cosecha cae los precios suben. Pero con una semilla resistente a periodos de estiaje, el productor puede planear la cantidad que va a plantar según la demanda que tiene. Tiene muchas ventajas”, explica.