Por Huerquen, 14 de febrero de 2019

Nos toca un tiempo donde la mayoría de la población mundial se agolpa en las periferias urbanas (ni siquiera en sus centros), desterrados de paisajes que la especulación corporativa intenta vaciar para explotar; quizá convencidxs de poder encontrar ahí la posibilidad de estar incluídxs en las imágenes de la felicidad que se nos prescriben.

Pero sabemos que algo está mal. Cada día sumamos datos que confirman un rumbo de abismo, que a su vez parecen totalmente impotentes para quebrar encantamientos. Y mientras tanto hay que comer. O tratar…

Creemos que en cada bocado se condensa la dramática de la época.

Con el morfi, venenos y maravillas se mezclan con saliva para (mal? bien?) nutrir los cuerpos.

Hablamos de lechuga, y hablamos de civilización.

También creemos que en los abajos, en los sures, en los márgenes, se cocinan los guisos más piolas.

Olfateáte éste: después de un encuentro de experiencias y mientras un asado se apronta, con su panzota de embarazada que devino en una niña que ya anda el mundo, conversamos con Violeta de la Red de Técnicxs por la Agroecología del Litoral.

Buen provecho!

Huerquen: Bueno Viole, primero contanos quién sos, a qué te dedicas y en qué espacio participás.

Bueno, mi nombre es Violeta Pagani, soy Ingeniera Agrónoma y formo parte de la Red de Técnicxs por la Agroecología del Litoral.

La Red es un espacio de compañeros y compañeras técnicos que venimos de distintas ramas más vinculadas con la agronomía, pero con la intención de que sea lo más multidisciplinaria posible. Hacia fines del año 2015 nos conformamos como grupo un poco a partir de ver que en el mundo de la producción agropecuaria, las únicas voces autorizadas para legitimar las estructuras del modelo son las del colegio de Ingenieros y en general con un discurso muy poco critico respecto a las problemáticas y las evidencias de las consecuencia de este modelo.

Un poco entendiendo eso dijimos que no puede ser que muchos de los profesionales y técnicos que veníamos trabajando en otras cosas y en otros espacios de ambiente no podamos generar una grieta, algún ruido dentro de ese discurso tan hegemónico. Entonces bueno, algunos nos conocíamos y otros no.

Nos fuimos convocando por saber que veníamos militando, participando, siendo parte de algunos procesos territoriales, con organizaciones, con movimientos, con las luchas de vecinos de pueblos fumigados y demás. En las primeras reuniones e instancias nos convocamos con la idea de compartir como veíamos la situación, y conformar un espacio en el que pudiéramos de algún modo articular los trabajos que cada uno venía haciendo en los distintos espacios: fortalecernos, contenernos también, desde lo técnico y desde las otras problemáticas más políticas y de gestión… Que nos permitiera también enriquecernos porque en esto de la interdisciplinaridad tal vez tenemos formaciones distintas y enfoques diferentes. Desde fines de 2015 venimos tratando de sostener encuentros periódicos cada dos meses y rotando en los espacios de cada uno de los compañeros, que somos básicamente de Santa Fé y Entre Ríos, para ir conociendo más en profundidad los trabajos de cada compa y a su vez fortaleciendo con un taller ese encuentro.

Allá por el año 2016, un grupo de vecinos autoconvocados de Hersilia y de Ceres, al norte de la provincia de Santa Fe, que tienen una historia de lucha y de trabajo en la comunidad y que venían trabajando muchas problemáticas comunitarias y de desarrollo territorial de su pueblo, entre ellas los problemas de las fumigaciones y de los periurbanos, y que nos conocíamos de estas idas y venidas en las militancias, nos convocan para que podamos empezar a trabajar juntos con la idea de acompañar el proceso de transición a la agroecología de ese periurbano.

En Hersilia en 2011 logran sancionar una ordenanza, por demanda y actividad de los vecinos, de protección de resguardo alrededor del pueblo de 800 metros, o sea, alejar las fumigaciones a 800 metros alrededor del pueblo; y en el 2015 logran sancionar una ordenanza de promoción de la agroecología para trabajar con esos productores que quedaron afectados por la ordenanza. En esa ordenanza de promoción de la agroecología logran que la comuna se comprometa también a destinar un porcentaje del fondo sojero que recaude la comuna para trabajar ese proceso de transición, y en ese marco nos convocan a la Red para que empecemos a acompañar ese proceso.

Desde ese momento, a mediados del 2016, con dos compañeros estamos acompañando como Red. Dos compañeros iniciaron ese camino y yo me sumo a principios de este año (2018) un poco con la idea de ir fortaleciendo el trabajo técnico con esos productores pero fundamentalmente todo lo que tiene que ver con el trabajo más vinculado con toda la transformación comunitaria que se va dando.

Hqn: ¿Qué es la Agroecología?

VP: Cuando nosotros pensamos en la producción agroecológica y hablamos de agroecología no entendemos que sea solo en la producción sin venenos. Por supuesto que “producir alimentos” tiene que ser producir alimentos sanos y eso implica que no sean parte del paquete tecnológico que propone el modelo agroindustrial, pero también la agroecología implica un montón de otras cosas que tiene que ver con cómo nos pensamos en las comunidades en las que vivimos: con que haya gente viviendo en esos campos que producen alimentos, con que esos alimentos puedan consumirse localmente en una primera instancia y generar mecanismos de transformación, de generación de puestos de trabajo y de desarrollo local, con que las comunidades puedan ser parte de las decisiones que se van tomando en sus entornos… Entonces es ampliar esa mirada para ver como localmente a partir de un equipo de trabajo que se consolida vamos pensando todas esas estrategias de desarrollo territorial de la comunidad.

La gestión de recursos se va haciendo a partir de proyectos y vínculos que se van construyendo. Por ejemplo, el grupo de autoconvocados de Hersilia en ese momento que convoca a la Red en 2016, logran que la comuna firme también un convenio con el Ministerio de Producción de la Provincia de Santa Fe que por el Programa de Producción Sustentable de Alimentos, que básicamente lo que trabaja es la producción de alimentos en los periurbanos, y a partir de ese programa se presentaron algunos proyectos que permiten financiar algunas cositas de esa transición como la compra de herramientas, de maquinarias, etc. Eso lo vamos trabajando en conjunto con el equipo, con los productores, en el trabajo de ver qué necesitan, qué les parece y por dónde, y a su vez pensando colectivamente si es posible la construcción de una pequeña agroindustria local como para trasformar las materias primas que esos productores generan, y generar trabajo local. En el interior se percibe mucho esa problemática de por ejemplo el desarraigo de la gente más joven, que no encuentra trabajo y se va a vivir a otro lado en función de buscar de qué vivir y muchos de ellos quizás no por no querer seguir estando ahí sino simplemente por una cuestión material. Entonces la posibilidad de ir construyendo nuevas redes, reconstruyendo las redes que todo el sistema de producción agroindustrial se encargó de resquebrajar, es toda una tarea que dentro de lo que entendemos por agroecología creemos que es importante darnos.

Y básicamente eso, entendemos que la agroecología es un proceso de transformación social a largo plazo, donde la pata productiva es una pata fundamental, importante, pero que también hay una pata social y económica que tiene que estar presente y que fundamentalmente tiene que estar presente con los actores locales de cada territorio. No se puede bajar una metodología, una herramienta sino que se tiene que construir localmente con cada comunidad.

Hqn: ¿Qué cantidad de hectáreas quedaron contenidas en esa franja de 800 metros, y cómo eran esos productores en principio y qué fueron haciendo en concreto con ellos?

VP: Bueno en esa franja de los 800 metros hay aproximadamente 1.000 hectáreas que están afectadas. Una de las particularidades de toda esa zona, más al norte de la provincia de Santa Fe, es que no ha sido una zona agrícola de producción de granos per se, sino más bien una zona ganadera; siempre tuvo presencia de animales en el campo y tambos, entonces la presencia del animal es ya un puntapié inicial que permite pensar un sistema de producción un poco más integrado y diverso. Partimos de ahí, la mayoría de ellos o aún viven en el campo o viven en el pueblo pero están prácticamente en el campo todos los días, son pequeños productores que pueden tener desde 3, 4 5 has hasta 80 has.

Los más chicos en general están afectados completamente por la ordenanza (800m), los más grandes no, pero cuando uno empieza a trabajar con ese tipo de pequeños productores que además son los que abastecen de alimentos, porque no son productores que están pensando en la exportación, en la producción de un commodity para exportar; uno encuentra que si bien la fumigación aparece como un gran problema, en realidad tienen un montón de otros problemas técnicos que son mucho más importantes y que generan mucho más pérdidas, como es el tema de la pérdida de fertilidad de los suelos. En muchos casos ellos no son propietarios de la tierra, algunos sí pero parte de su tierra la arriendan, entonces las tarifas que pagan de esos arrendamientos son muy costosas para pensar en sistemas de reincorporación de materia orgánica, de devolución de fertilidad… la muerte del suelo con todo el paquete de venenos.

Son suelos que no tienen vida entonces es muy difícil que puedan sostener la vida por encima de ellos, de una planta, de un animal. Entonces es todo un proceso de ir reincorporando, reconstituyendo esa vida que se ha ido perdiendo y que es un poco lo que va ocurriendo por arriba también del suelo con los grupos, con las comunidades. Uno empieza como a conocerlos, a hacer un diagnostico ahí y empieza a encontrar que todas esas redes, esos vínculos, esas relaciones se fueron perdiendo, entonces es reconstruir esa estructura vital por arriba del suelo también. Entonces a partir de una partecita muy chiquita se empiezan a encontrar nuevamente trabajando en grupo, encontrándose en la necesidad de pensar juntos como grupo de productores algunas estrategias para comprar maquinarias, para ver como acceder a algunos insumos.

En este momento la comuna cedió 3has de un terreno comunal lindero a la vía, en donde la idea es construir un Centro Integral de Producción Agroecológica, de desarrollo agroecológico con la idea de que allí funcione u espacio donde guardar las herramientas que se han comprado en forma colectiva pero a su vez un lugar donde generar capacitaciones, talleres, charlas hacia el resto de la comunidad y dentro de los mismos productores; que funcione un vivero donde se puedan producir plantines tanto hortícolas para los productores más quinteros, como forestales y frutales; donde también se pueda ir pensando como conservar parte de las semillas que se van sembrando, de las variedades que se van eligiendo para sembrar.

Bueno, un espacio en donde pueda empezar a ser un espacio de trasformación de eso, que genere algún puesto de trabajo para que personas del pueblo puedan involucrarse ahí, en ese proceso de producción, de trasformación de las materias primas que se abastecen, etc. Y eso se va construyendo a partir de ese primer acercamiento técnico con esos productores del periurbano. Algunos son básicamente productores de materias primas, de carnes o de leches, otros son ya trasformadores: producen quesos, algunos son quinteros y producen verduras, y eso da una diversidad interesante para aportar y trabajar en forma colectiva.

Hqn: ¿Cómo era el tema “saberes” ahí? Porque obviamente pasar a producir de otra manera implica o recuperar o incorporar saberes ¿cómo fue esa ecología de saberes?

VP: Desde la agroecología siempre se apuesta a esto: al diálogo de saberes; a pensar en cómo rescatar el conocimiento que todos tenemos y que de algún modo hemos ido perdiendo o se nos han ido degradando. A veces pasa que las comunidades vienen mamando de varias generaciones hacia atrás la estructura productiva de este modelo propuesto, que a veces hay que reaprender cosas más que rescatar. En este caso no hay mucha comunidad originaria por ejemplo en la zona entonces tampoco ha habido una cosa más hermética de conservar algunos mecanismos. Sí hay mucha sabiduría popular de la gente que ha vivido en el campo siempre, algunos productores la conservan mucho más intacta, otros no, y mucho de eso se va conversando todo el tiempo. Algunas cosas aportamos nosotros desde otras herramientas técnicas más de esto de los biopreparados, como generarlos, como producirlos localmente y utilizarlos, y muchas otras cosas empiezan a recordar ellos.

Hay algunos productores que han sido como menos permeables a la invasión del modelo productivo, y han logrado sostener un montón de prácticas que uno los ve hoy y dice “estos hacen agroecología sin saberlo”, sin ponerle ese nombre, hacen agroecología en términos productivos. Y a veces entre ellos también se miran con esas diferencias de decir bueno cuando uno intenta recomponer esto de la utilización de pasturas asociadas de diversas especies, no pasturas de una sola especie, para la alimentación de los animales, algunos lo hacen naturalmente y siguen utilizando especies que siempre usaron, que para ellos son las que funcionan en la zona, cuando uno habla de esas mismas especies con otros productores que han sido más invadidos por el modelo agroindustrial son más reacios a aplicarlos. Pero bueno, en ese dialogo entre ellos también a veces uno aporta el “ruido” y a uno le creen menos o lo ponen menos en juego que cunado entre ellos también se construye ese dialogo. Creo que eso es lo importante de ir jugando ese rol de habilitar que ese diálogo se vaya dando también entre grupos de productores.

Una cosa importante: Los dos compas que iniciaron el proceso son varones; uno de los compas se va y yo me sumo en enero de 2018; y eso transformó un poco la relación con las mujeres de los productores, porque son todos varones. Entonces está bueno eso de cómo se va dando también esta cuestión más de género. La agronomía es una profesión tremendamente machista… Yo iba a laburar en San Genaro con un compa hace 5 o 6 años y cuando íbamos a charlar con los productores, los productores le hablaban al varón y a mí nunca me hablaban. Entonces poner a una mujer en ese lugar también habilita a las otras mujeres que están en lugares de “perfil bajo” a que eso también se empiece a mover. Y bueno, desde distintos lugares, como por ejemplo, una de ellas asume el rol de ser la tesorera del grupo, etc… pero empieza a aparecer la presencia de las compañeras que creo que es re importante. Pensar como nos transformamos colectivamente desde un montón de facetas.

Hqn: ¿Cómo pensás al Estado en todo este camino, en toda esta trama?

VP: Creo que el Estado es el ring de boxeo, es el espacio de disputa porque viene siendo traccionado desde las empresas, desde los grandes poderes del agronegocio y también desde las organizaciones con las pequeñas luchas y las pequeñas fuerzas que pueden ejercer. Creo que necesariamente tenemos que conseguir que el Estado sea parte, generando políticas públicas, recursos, destinando herramientas para transformar pero que eso no va a ocurrir per se: eso ocurre en la medida que hay grupos organizados y está la demanda y la lucha en forma permanente y visible, para que no quede más remedio y tengan que aportar recursos a este proceso de transformación.

Hqn: De repente desde FAO viene todo un guiño hacia la agroecología; como que llama la atención después de alentar durante años la “Revolución Verde”. Entonces parece que ahora la agroecología “se puso de moda” ¿Cómo viven estos “nuevos vientos” desde la Red?

VP: Si. El tema de esta cuestión de que la agroecología parece que de repente está de moda y todas las instituciones o grandes empresas, inclusive grandes transnacionales, lo toman como concepto, es algo a lo que le tenemos bastante miedo y lo miramos con mucha cautela porque entendemos que es una de las estrategias que toma en general la estructura del sistema en sus distintas vertientes y actores para cooptar y vaciar los términos… los contenidos.

Nosotros entendemos que la agroecología no surge ahora, no es esta cosa de la agricultura de la modernidad, sin el uso de insumos y demás, sino que viene de la mano de luchas de muchas organizaciones y movimientos campesinos y grupos de pequeños productores que son quienes realmente nos abastecen de alimentos. El 80% de la alimentación mundial viene de la agricultura familiar y esa agricultura familiar, puede ser con o sin venenos, pero ha tenido otra estructura productiva que no es la del modelo agroindustrial. Entonces, ver como se pretende que todas esas luchas empiezan a quedar vacías de contenido para que quede el término hueco y a eso le podamos llamar “producir sin venenos y generar riquezas” y seguir enriqueciéndonos igual, es algo con lo que nosotros disentimos plenamente. Si no ponemos en juego la distribución de toda esa riqueza necesariamente no estamos hablando de agroecología y estamos haciendo una lavada de cara.

Entonces, si bien entendemos que el conflicto se ha visibilizado tanto como para que desde las organizaciones, instituciones, empresas y diversos actores y capitales entiendan que hay que hablar de ambiente y que hay que ver cómo lo cuidamos o como hacemos para cuidarlo un poco más, si creemos que si los cambios no son más profundos y si el proceso no se da más de la mano de las organizaciones y de las comunidades que sufren las problemáticas, porque no sólo sufren la problemática de envenenarse sino que también sufren del desarraigo de la tierra, que los hijos se tengan que ir a trabajar fuera del campo, que se pierdan esas relaciones de producción directa con el espacio, entonces si no nos replanteamos eso creemos que también es parte de esta complicidad de vaciar el término del contenido. Así que somos como bastantes cautos con eso, creemos que hay que ser muy crítico a la hora de hablar de agroecología y que el proceso se va a ir dando, o lo tenemos que ir haciendo, localmente en cada comunidad.

Hqn: En un momento donde todo el mundo se da cuenta que no estamos en un buen camino como especie, y sobre todo para la gente que vive en las ciudades, ¿Qué sentís que tiene la agroecología para aportar como perspectiva de hacia dónde vamos?

VP: Creo que desde la Red compartimos esta visión de que la agroecología nos permite construir una sociedad diferente, un mundo diferente, no solo en términos de producción de alimentos sanos sino en términos de cómo nos relacionamos. Pensarnos y relacionarnos con los bienes comunes de otro modo implica pensar en relacionarlos humana y afectivamente entre personas y entre especies también de otro modo. Y eso necesariamente es transformador. Por eso creo que es tan revolucionaria y tan combatida la agroecología en toda su profundidad, porque es necesariamente un proceso de trasformación personal y colectivo.

En ese sentido creo que como pensarnos desde la agroecología nos habilita a transformarnos en las comunidades; a generar vínculos con los espacios de consumo porque justamente producir alimentos también implica ver cómo hacemos para comercializar esos alimentos. Creo que es importante pensar esto, entre productores y consumidores. A veces en el espacio rural uno ve más la cuestión productiva y en los espacios urbanos la problemática es más el consumo, de cómo acceder a alimentos sanos; entonces creo que este es otro nexo que la agroecología tiene que tomar y proponerse transformar: reducir estas cadenas de comercialización, canales cortos de comercialización, de cercanía y de confianza también, construyendo certificaciones participativas, comunitarias, u otros mecanismos de certificación que tampoco sean “comerciales” en el término capitalista tradicional, no tienen por qué venir una empresa a enriquecerse por “poner un sello”, sino que es una red de confianza que podemos construir localmente entre instituciones imparciales, entre consumidores y productores, garantizando que esa producción tenga las características que decimos que tiene y acortando esa distancia para que esté accesible a los consumidores al precio justo.

Creo que transformar eso hace también que transformemos los vínculos con los que nos relacionamos y necesariamente transformamos las estructuras sociales y comunitarias de las que somos parte.

¿Cómo va a ser este proceso? Y seguramente complejo y un poco tormentoso por momentos; a veces con la mirada más en la lucha coyuntural y a veces más en lo estratégico, pero creo que es importante no perder de vista hacia dónde queremos ir, cual es el horizonte de cambio.